Linze

Interferencias

Calaverita Records (2023)

Por: Alfredo Villaescusa

9

Tal vez muchos piensen que grupos inspirados por la década de los setenta existen hasta debajo de las piedras. Y lo cierto es que no les falta razón. Dentro del rock probablemente sea una de las tendencias más populares en los últimos años, pero eso no debería impedir distinguir el grano de la paja y por tanto alabar a aquellos que hacen gala de una actitud y talento indiscutible desde cualquier punto de vista.

Esto último es el caso de los madrileños Linze, que nos presentan un brillante tercer álbum que recoge de alguna manera diferentes vertientes de los setenta, que en realidad era un periodo musical bastante variado en el que convivieron estilos como el heavy rock, punk, psicodelia, rock sureño y un amplio etcétera que debería avergonzar a los que no son capaces de salir de piedras angulares como Led Zeppelin, Deep Purple y Black Sabbath.

Que en esa época el crisol era bastante amplio lo demuestran estos “cinco gatos haciendo rock ‘n’ roll” desde el comienzo con “El As”, con un leve aire épico a lo Lynyrd Skynyrd y también un evidente poso M-Clan, aunque librarse de ese referente haciendo rock añejo en castellano se torne casi imposible.

“Todo me va a ir bien” posee, al igual que el tema anterior, un cuidado ambiente psicodélico con sintetizadores antes de transformarse en un rock n’ roll con predilección por los riffs marcados y los estribillos impactantes que no se escapan así como así de tu cabeza. “Ganas de pelear”, como su título ya predispone, explota su faceta más hard rockera, aunque el ritmo recuerde a gemas del power pop como el celebérrimo “What I Like About You” de The Romantics. La letra vacilona rubrica uno de los grandes aciertos de este redondo.

Y que me aspen si el inicio de “Revolución” no se asemeja a aquel histórico “Cerca de las estrellas” de Los Pekenikes, pese a que luego se mueva por derroteros más bien diferentes, como un fragmento tipo “A Day In The Life” de The Beatles, así de grande y prodigiosa es su versatilidad. Volvemos a subrayar de nuevo las inspiradas estrofas que contribuyen a crear una deliciosa postal sonora en la que no se contempla para nada lo predecible.

“Siempre lo mismo” quizás se escora más hacia el folk rock, e incluso es probable que te vengan a la cabeza los Pereza de ‘Aviones’ o “Estrella polar”, pero no tardan en subir la intensidad con el enérgico rock ‘n’ roll a la vieja usanza en plan Los Zigarros de “Arráncame el alma”, de lo mejor del álbum. En directo tiene que ser un subidón total.

“Limoneros” recupera de nuevo el rollo folk y se transforma en un conseguido in crescendo con ecos a Zeppelin, poso sideral y hasta un toque spaghetti-western al final. Maravilloso. “Mi nombre” destaca por unas melodías evocadoras de corte añejo, mientras que “Turbulencias” baja las revoluciones, pero no la emoción. Otro de esos cortes que en las distancias cortas debería poner pelos de punta.

Y en “Motorista” nos viene una vez más ese embriagante aroma a los primeros M-Clan, los de “Perdido en la ciudad”, por lo que si te tiran esas coordenadas determinadas, deberías pegar una escucha sin dilación.

Si eres de los que piensa que la década de los setenta fue algo semejante al Siglo de Oro en materia musical, un tiempo donde la creatividad plena alcanzó su punto álgido, con obras que seguramente sean irrepetibles en el futuro, despójate de la nostalgia y abraza una de las propuestas más rotundas del rock contemporáneo. Un grupazo de este calibre solo puede ir hacia arriba.

Alfredo Villaescusa
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