La Broma Negra
Señor, perdónanos por lo que vamos a hacer
Beatclap (2025)
Por: Yorgos Goumas
9
Sumergirse en el mundo de Carlos Caballero, alma mater y único miembro original de La Broma Negra, significa emprender un viaje a través de la música, el arte, la historia, la literatura y la poesía, las musas que le han servido como base de inspiración a lo largo de sus tres décadas de carrera y diez discos de estudio (aparte de la religión, las tradiciones e historias populares y las relaciones personales), dejando una estampa particular, muy suya, que desafía las etiquetas.
Han pasado por algunas etapas musicales, desde el rock a lo The Cult o Héroes del Silencio de sus inicios hasta el pop rock electrónico a lo Fangoria o Cycle, por indicar dos, pero siempre con un criterio ecléctico y manteniendo sus señas de identidad antes mencionadas. La voz característica de Carlos también forma parte de esta identidad, la cual, guardando las distancias, me recuerda a la de Joan Manuel Serrat.
Dichas etapas, menos la electrónica, están ahora concentradas y explayadas hasta límites insospechados en este nuevo disco, doble para más inri, gracias a la nueva formación, la más amplia en la historia de la banda, y que no está de más enumerar: Óscar Ximénez (violines), Javier García (guitarra), Gonzalo Corrales (batería), Luis García (teclados), Fernando Barranco (bajo) y Jesús Martín (guitarra acústica), por no hablar de otros músicos invitados en la sección de vientos y los coros.
Consecuentemente, podemos estar ante la obra más completa, compleja y variada en la discografía de la banda con temas como “Primavera, verano, nosotros, invierno” o “Manucho”, que con las guitarras acústicas y los violines tiene un cierto aire folk y con sus arreglos nos recuerda a las producciones de antaño (esto último es valido para todo el disco).
“A veces sangro” está sostenido por una sesión de vientos y un piano que llegan a altos picos de dramatismo y hasta barroquismo. Tanto “Pájaros y autómatas”, ya sea por su temática acerca de las relaciones interpersonales y el equilibrio entre la sensibilidad pop y las guitarras intensas, como la balada “Escúchame con los ojos” y “El Principito” (con ese toque indie), no desencajarían en un disco de Amaral, por ejemplo.
“Imperios”, de lejos el tema más épico del disco, con esas cornetas que aluden a una llamada a la batalla, sirve como una alegoría acerca de las luchas que cada uno de nosotros tiene que afrontar en esta vida.
La ironía de las letras y las guitarras vitaminadas del “Cómo matar gente y dormir como un niño” podrían recordar a Los Punsetes, aunque el toque de la trompeta le da un aire único al conjunto. “El arquero” podría encajar dentro del género del folk rock con unos coros épicos, mientras que “Este lugar es terrible” hará las delicias de los amigos del lado oscuro de la vida tanto por su temática como por el ambiente lúgubre y melancólico.
“Hechos de los Apóstoles” toca un tema tabú, el suicidio, y unas rabiosas guitarras y una sección de cuerdas en llamas aumentan más aun, si cabe, el drama invisible aun en nuestra sociedad porque no sirve a la narrativa imperante.
Sirva todo lo anterior como muestra del gran abanico de sonidos, texturas y emociones que abarca este disco de dieciséis temas en total, la manera perfecta de celebrar el décimo lanzamiento de una banda que siempre ha sabido combinar las guitarras rockeras con la sensibilidad indie y pop, unos arreglos de lujo y unas letras que nos recuerdan a Nacho Vegas, Cristina Rosenvinge, Leonard Cohen, etc.
La Broma Negra ha sabido mezclar sabiamente todos los elementos antes mencionados con una manera tan elegante y sin fisuras que no se había visto desde la época de unas Vainica Doble, por ejemplo, para llegar a facturar su propia seña sonora, única e intransferible. Música para gourmets musicales.
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1 comentario
Pequeño resumen hacia lo nuevo de LA BROMA NEGRA junto a tres buenos temas junto a sus curraos videoclips.