40 aniversario del último concierto de Sex Pistols: Se acabó la fiesta
Blog: Mariano Muniesa
12 enero, 2018 12:33 pm 1 ComentarioEl fenómeno punk rock, cuyos orígenes y formación se suele asociar al nacimiento de los Sex Pistols, comenzó varios años antes en Nueva York, aunque no es menos cierto que de no haber sido por la intuición y la capacidad visionaria de Malcolm McLaren, jamás posiblemente habría llegado a ser lo que fue. Lo que sí es cierto es que la muerte del punk rock, al menos como surgió en los años 70 no llegó con la muerte de Sid Vicious en febrero de 1979. En realidad, aconteció en esa noche del 14 de enero de 1978, en la que los Sex Pistols saltaron en pedazos. Esta es la reconstrucción del asesinato, o si se quiere suicidio de la banda que encarnó más que ninguna otra lo que significó el punk para la historia del rock.
Anarquía en el rock´n´roll
Desde que el 1 de diciembre de 1976 los Sex Pistols se convirtieron en la mayor amenaza para la moral, la seguridad y la estabilidad del imperio británico desde la aparición del I.R.A. tras su “escandalosa” aparición en el programa 'Today' de la televisión, en tan solo 12 meses una banda que apenas sabía nada de cómo funcionaba el business del rock´n´roll, que eran muy limitados como músicos y que desde luego, se proponían dar una buena patada en el culo a la mentalidad acomodada y aburguesada de ciertos estamentos del rock en 1977, se convirtieron en la banda más conocida, amada y odiada del planeta rock. En esos meses estuvieron en tres compañías discográficas diferentes, hicieron más de 30 conciertos en un país en el que tenían prohibido tocar por orden gubernamental, incluyendo un concierto por el Tamesis el día de la celebración del jubileo de la Reina Isabel II tocando la canción más decididamente anti-monárquica de la historia de Inglaterra, su mítico “God Save The Queen”, giraron por Europa y miles y miles de jóvenes de la noche a la mañana llenaron el país de crestas multicolores, camisetas rotas, imperdibles y un aire de rebeldía radical e iconoclasta como nunca antes había conocido el Reino Unido.
Pero todo eso no fue fácil ni de digerir, ni de entender ni de asimilar para el grupo que provocó toda aquella revolución. Los Sex Pistols, que ni siquiera en sus comienzos fueron un grupo unido, ni con ningún tipo de complicidad entre ellos, con el bloque Steve Jones-Paul Cook por un lado, con un Glen Matlock que fue expulsado de la banda en febrero de 1977 en gran parte por la abierta hostilidad que sentía hacia él Johnny Rotten, y el propio Johnny por otro lado, que no tenía apenas química personal con Steve y Paul y que desde el principio desconfió del manager y mentor de la banda, Malcolm McLaren. La entrada en los Sex Pistols por insistencia de Johnny Rotten de Sid Vicious, un tipo inestable, con un problema diagnosticado de principio de esquizofrenia y con nulos conocimientos sobre como tocar su instrumento en lugar de Glen Matlock añadió desde el principio un elemento más de tensión en ese inestable equilibrio sobre el que se sustentaba la banda.
Si a un grupo en el que no existía ni buena relación personal ni una idea clara acerca de qué hacer en un futuro a medio plazo, sobrepasados por todo el ruido mediático creado en torno a ellos, con un éxito que no habían buscado deliberadamente y que nunca supieron cómo gestionar le añadimos la presencia de un miembro enfermo, violento, adicto a la heroína y dominado psicológicamente por su pareja, una chica llamada Nancy Spungen a la que tanto Malcolm McLaren como el resto del grupo detestaba y la situación de enfrentamiento permanente del cantante del grupo con su manager, al que acusaba de estarles robando su dinero, esa tensión acumulada en la olla a presión de un local de ensayo o un autobús de gira podía hacer estallar al grupo en cualquier momento.
Malcolm McLaren fue perfectamente consciente de esa situación, pero estaba convencido de que si el grupo seguía en la cresta de la ola del escándalo, de la provocación, generando polémica, controversia y por tanto, portadas de periódicos y comentarios en la televisión, el grupo seguiría generando morbo, curiosidad y por lo tanto, ingresos. Pero se equivocó en el diagnóstico. Como bien dijo en su día Johnny Rotten, “A Malcolm le importábamos una puta mierda, en lo único que pensó siempre fue en su jodida cuenta bancaria y en ver cómo podía exprimirnos hasta sacarnos la última gota de sangre. Pero cuando fuimos a aquella puta mierda de gira americana no se dio cuenta de que por mucho que nos apretase el cuello, ya hacía mucho tiempo que habíamos dejado de respirar. Se empeñaba en estrangular a un caballo muerto”.
Llevar la civilización – y el caos- a los bárbaros
Asi es como definió Malcolm McLaren la que iba a ser la primera gira de los Sex Pistols por los Estados Unidos. En un principio esta gira se iba a haber realizado entre noviembre y diciembre de 1977 para apoyar la venta del primer LP de la banda recientemente editado, 'Never Mind The Bollocks, Here´s The Sex Pistols', pero dados los antecedentes penales de los miembros del grupo, las autoridades americanas retrasaron la concesión de visados de entrada al país hasta el mes de enero. A raíz de ello varias actuaciones en Nueva York, Chicago y otras ciudades del norte del país se cancelaron, comenzando la gira, en una maquiavélica jugada de McLaren, por ciudades de los Estados del sur, estados sumamente conservadores, donde lo que dominaba musicalmente era el country y el soft-rock de bandas como Eagles, Kansas, Reo Speedwagon y en donde no habían oído jamás hablar del punk rock. El manager calculó que se encontrarían ante un público desconcertado, que se sentiría ofendido con facilidad, como los pacatos ultraconservadores británicos un año antes y que habría broncas, problemas y portadas de periódicos. Vivianne Westwood asegura que, en cierta ocasión McLaren, comentando los pormenores de esta gira, le dijo: “de lo que se trataba es de que la mierda fuera muy grande y oliera cada vez peor. Así atraería a más moscas”.
Comienza la pesadilla
El 5 de enero de 1978 los Sex Pistols hicieron su primer show americano en el Great Southwest Music Hall de Atlanta, para continuar al día siguiente 6 de enero en el Taliesyn Ballroom de Memphis, Tennesse, donde empezaron los problemas; para evitar sorpresas desagradables en el aeropuerto a su llegada a Estados Unidos, McLaren se ocupó de que Sid Vicious no llevara ni en su equipaje, ni en sus bolsillos ni en un solo lugar de su anatomía ni un miligramo de heroína, asegurándole que cuando llegasen a América buscarían a algún dealer de confianza. (En el vídeo se puede escuchar el audio del concierto junto a imágenes del documental 'D.O.A.: A Rite of Passage').
El caso es que el grupo llegó el 3 de enero a América, y tres días más tarde, Sid empezó a tener temblores, vómitos y a necesitar fuera como fuera un buen chute de caballo. Al terminar el concierto, Sid abandonó el hotel Holiday Inn en el que se alojaban, se dice que habiendo robado dinero de la caja del grupo, para buscar sus dosis. A la mañana siguiente tuvieron que ir a buscarle a un hospital de la ciudad, herido por arma blanca y totalmente inconsciente. Previamente, esa misma mañana Sid llegó a la prueba de sonido probablemente en pleno síndrome de abstinencia, rompió una botella de cerveza y empezó a rajarse el pecho, los brazos y la cara con los cristales rotos. Steve y Paul trataron de calmarle, pero Sid reaccionó muy manera muy agresiva y fuera de sí, atacó con la botella a rota a ambos, ante lo cual Paul Cook le sacudió un puñetazo en plena cara que le hizo sangrar abundantemente por la nariz. De tal guisa, con la ropa rota y chorreando sangre por todas partes, Vicious se marchó de allí y cuando salió a la calle estuvo a punto de ser detenido, puesto que parece ser que agredió a dos fans de la banda que se acercaron a él para pedirle un autógrafo. Obvio es decir que el show fue, como en el resto de la gira, mediocre, con la banda muy tensa, con Vicious tocando rematadamente mal y ante un público bastante escaso y que demostró ante el grupo una indiferencia absoluta.
El 8 de enero el grupo tocó en el Randy´s Rodeo de San Antonio, Texas, una ciudad peligrosa, conocida por sus altos índices de delincuencia y en la que el grupo, tal y como esperaba Malcolm McLaren, tuvo una acogida hostil, con un público que no tardó en empezar a increparles y a insultarles, ante lo cual Sid Vicious les llamó “puta pandilla de maricas” poco antes de golpear en la cabeza a uno de los que estaba más cerca del escenario con el bajo. Se montó entre el personal de seguridad del grupo y gran parte del público una pelea al más puro de los clásicos westerns y tuvo que intervenir la policía, que milagrosamente no se llevó detenido a ningún miembro del grupo.
La jugada de McLaren no estaba saliendo bien. Si bien el grupo estaba provocando escándalo tras escándalo, ni ello atraía gente a los conciertos -el show previsto para el 12 de enero en Tulsa estuvo a punto de cancelarse ante la paupérrima venta de tickets- ni las ventas del disco en América se incrementaban. Y en la retaguardia tenía a un grupo virtualmente roto, en el que Johnny Rotten no dejaba de reclamarle el dinero que decía que le debía y cuya relación con Sid Vicious estaba rota, con Steve Jones y Paul Cook también descontentos, sin entender porque tocaban noche tras noche antes pandillas de rednecks que no entendían nada de lo que querían decir, sin ver tampoco ni una libra de lo acordado y temiendo que Sid, totalmente desquiciado y fuera de control pudiera en cualquier momento morir o ser detenido.
En el concierto del 10 de enero en el Longhorn Ballroom de Dallas, Sid Vicious volvió a aparecer con el torso sangrando y lleno de cuchilladas, semi-inconsciente y provocando al público ante que lo que Johnny Rotten le alejo del borde del escenario y le dijo: “maldigo la hora en la que se me ocurrió meterte en este grupo, puto gilipollas”. El concierto fue desastroso porque además el técnico de sonido, que según parece estaba completamente borracho, convirtió cada canción en una insoportable sinfonía de acoples, distorsión, idas y venidas del volumen... “Aquello se estaba convirtiendo en una pesadilla. No tenía ningún sentido, no sabíamos qué coño estábamos haciendo allí, y todos estábamos cada día más frustrados, más tensos, saltaban chispas entre nosotros por cualquier motivo y desde luego, yo empecé a tener claro que la banda no iba a sobrevivir a esta gira” -declaró años más tarde a Rolling Stone el guitarrista Steve Jones.
El tiro de gracia al cadáver viviente
La insoportable situación terminó por explotar definitivamente durante la actuación del 14 de enero en el Winterland Ballroom de San Francisco. En otro concierto en el que el sonido fallaba por todas partes, con Sid Vicious totalmente ido y ante un público totalmente indiferente ante lo que estaba viendo, cuando llegaron los bises, Johnny Rotten cogió el micrófono y dijo: “Tendréis solo una canción más porque soy un jodido y bastardo vago ¿lo habéis entendido?” y a modo de profecía la banda atacó una versión del “No Fun” de los Stooges en la que Rotten despotricaba con su agresiva forma de cantar aquello de “No es divertido, no, no es divertido”... incluso en un momento, gritó desesperadamente: “¡Oh, mierda! ¿Para qué cojones sigo con esto?”
En la parte final de la canción, Rotten se dirigió tanto al público como a la propia banda y exclamó: “¿Habéis tenido alguna vez la sensación de que os han engañado...? Buenas noches, adiós a todos”. Y ahí terminó la última actuación en la historia de los Sex Pistols hasta su gira del lucro indecente de regreso en 1996, y la última en su historia que hicieron con Sid Vicious. “Todo se había convertido en una farsa ridícula. Sid estaba enfermo, paranoico y fuera de si todo el tiempo por culpa de las drogas, con Malcolm ya ni nos dirigíamos la palabra y Steve y Paul estaban tan amargados y frustrados como yo, pero habiéndose dejado comer la cabeza totalmente por Malcolm, se habían puesto en contra mía. Nada tenía sentido, era estúpido continuar con aquella comedia” dijo Johnny Rotten en el libro sobre la historia de los Sex Pistols 'England's Dreaming' de Jon Savage.
Los acontecimientos que precipitaron el abrupto final de la banda se produjeron en cuestión de pocos días, casi podría decirse que de pocas horas. Al día siguiente, 15 de enero, cuando el avión que les lleva de San Francisco a Los Ángeles aterriza en la ciudad californiana, Sid Vicious tiene que ser llevado urgentemente a un hospital para tratarle de una sobredosis de barbitúricos mezclados con una fuerte cantidad de alcohol que se había metido para combatir el síndrome de abstinencia. Aprovechando esta circunstancia, Malcolm propuso al resto del grupo aplazar el resto de la gira americana hasta que Sid estuviera recuperado y marcharse a Brasil, donde tenía organizado un encuentro con el famoso autor del robo al tren de Glasgow Ronald Biggs para la película que estaba preparando sobre los Pistols y se estrenó en 1980 con el nombre de 'The Great Rock´n´Roll Swindle' -En España con el nombre de 'Dios Salve A La Reina'- pretensión a la que Jones y Cook acceden, pero a la que Johnny Rotten se niega airadamente, exigiendo que se le pague todo el dinero que se le debe o que si no, no viajará con ellos a Brasil.
A la mañana siguiente. McLaren, Cook y Jones tomaron un vuelo con destino Río de Janeiro. Cuando Johnny Rotten se levantó, se encontró con que tenía que dejar la habitación a las 12 de la mañana, no sabía nada de nadie de la banda y no tenía ni un penique en el bolsillo. Según cuenta, consiguió como pudo llamar a cobro revertido a Londres y convencer a Richard Branson, el dueño de su compañía discográfica, Virgin Records, para que le enviara algo de efectivo o un billete de vuelta a Inglaterra. Al llegar a Nueva York, antes de tomar la conexión a Londres, hizo una improvisada rueda de prensa en la que anunció que había dejado a los Sex Pistols y que no volvería bajo ninguna circunstancia al grupo.
Ante esta situación, el 17 de enero la oficina de Malcolm McLaren emitió un comunicado de prensa en el que se confirmó la noticia de la separación definitiva de los Sex Pistols y la cancelación igualmente definitiva del resto de la gira americana y del resto de todas sus demás actividades como grupo.
Johnny Rotten siempre aseguró que el punk rock, tal y como surgió en 1976, murió en cualquier caso mucho antes del final de los Sex Pistols. “El punk murió cuando en el verano de 1977 podías comprar en cualquier tienda de souvenirs turísticos de King´s Road o en el aeropuerto de Heathrow tazas con el emblema de los Sex Pistols o camisetas a la “moda punk” con las mangas unidas al cuerpo con imperdibles. Es decir, cuando el sistema lo convirtió en un objeto de consumo más. El día que vi a aparecer a Sid con una chupa de cuero de 50 libras tuve clara consciencia que todo se había convertido en una mentira”, declaró en la película de 2000 'The Filth & The Fury'.
Sea como fuere, han pasado 40 años y, quizá contrariamente a como hubieran deseado, los Sex Pistols ya son pura historia del rock, de ese mismo rock contra el que rebelaron y al que escupieron en la cara. De hecho, las portadas de sus discos forman hoy parte de las exposiciones internacionales sobre arte británico contemporáneo. Paradojas de la historia del rock&roll.
Mariano Muniesa
- Entrevista a The Dire Straits Experience: “Nunca olvidamos que la historia de Dire Straits terminó en España” - 12 noviembre 2024
- Entrevista a Juan José Castellano (Guitar Legends Hall): “El museo no es un espacio estático, queremos que tenga vida y que pasen cosas en él” - 7 noviembre 2024
- Crítica de Sínkope: Creer y luchar - 31 octubre 2024
1 comentario