32 años de la muerte de Freddie Mercury (Queen): Cinco episodios en los que hizo gala de su personalidad única

De copas con Lady Di en un bar gay

Si algo caracterizaba el carácter sin par del vocalista de Queen era que no se cortaba ante nada ni ante nadie, ni aunque habláramos de un miembro tan destacado de la realeza británica como la difunta princesa Diana de Gales. De hecho, hubo una época en la que ambos eran tan amigos que hasta salían de fiesta juntos.

Pero había un problema. La esposa del heredero al trono de Inglaterra por aquel entonces no podía dejarse ver en las a menudo excéntricas fiestas que organizaba el cantante. ¿La solución? Pues muy fácil, disfrazar de hombre a Diana y llevarla a pasar una noche loca al club gay favorito del frontman de Queen, una anécdota que ya repasamos con más profundidad en el artículo que recordaba las cinco mayores locuras de Freddie Mercury.

Un cumpleaños épico

La frase de “antes muerta que sencilla” viene muy al caso para describir la personalidad arrebatadora de Mercury. Hay gente que prefiere las celebraciones discretas, sin hacer mucho ruido y demás, pero el vocalista se iba precisamente al extremo contrario y montaba unos jolgorios de impresión, hasta al punto de casi paralizar la ciudad alemana de Múnich por su 39º cumpleaños en 1985.

Hubo bailarinas, tragafuegos y, por supuesto, un pastel de dos metros de alto, aparte de espectáculos con drags masculinos y femeninos, todo muy paritario. En teoría, dicha celebración duró un fin de semana, pero muchos de los invitados que acudieron contaron que el desenfreno se prolongó durante tres semanas. Esto sí que era aguante.

Enanos con bandejas de cocaína

Y sin apartarnos de los desmadres legendarios, he aquí una popular anécdota que desveló Elton John en una ocasión al afirmar que las fiestas de Freddie Mercury le dejaban agotado. Si lo de la excesiva duración era un problema, había medios para aguantar.

Como en aquel espectacular sarao que Mercury montó en el Hotel Fairmont de Nueva Orleans en 1978, donde agasajó a los invitados con rituales de vudú en los que un artista arrancaba cabezas de pollo con la boca. Por si uno ya se había recuperado de semejante impresión, por ahí paseaban los camareros desnudos y hasta había un grupo de hombres enanos con bandejas repletas de cocaína atadas a sus cabezas. Ríete tú de una sesión de investidura o cualquier acto aristocrático.

Destacando desde el comienzo

La idea de que Freddie Mercury era algo peculiar estuvo presente desde los mismos comienzos de la banda de Brian May y compañía, cuando todavía se llamaban Smile. Cualquiera que llegara al grupo, advertía casi de inmediato la personalidad y el arrollador poder escénico de Freddie.

Es el caso del bajista Mike Grose, que en la biografía ‘Somebody To Love: The Life, Death and Legacy of Freddie Mercury’ de Matt Richards y Mark Langthorne, rememoraba así la primera vez que coincidió con Mercury: “Me explicaron que Freddie estaba en la banda, que le conocían desde hace tiempo y que había querido estar en el grupo desde hace tiempo. Me gustaba más la voz de Tim (Staffell, antiguo vocalista) que la de Freddie. Tim era bueno, jodidamente bueno. Freddie solía cantar plano. Cuando tenía que cantar notas altas se alejaba el micrófono de la boca y no le podías escuchar bien. Brian solía hablarme de Freddie, él era el que creía completamente en Freddie en esos momentos”.  

Sexo sin descanso

Mucho se ha especulado y escrito al respecto, pero lo cierto es que el sexo aparecía irremediablemente en cualquier jolgorio que organizara el carismático frontman. Había drag queens que realizaban felaciones a invitados vip por debajo del mantel y la comida a menudo se servía sobre hombres y mujeres desnudos, por si a alguno en un momento dado le apetecía tomar el “postre”. Y si se encontraba algún invitado insaciable en este aspecto, se recurría a los servicios de profesionales.

Gente como David Bowie, Mick Jagger o Keith Richards estuvieron en sus épicos saraos y para asegurarse de que no faltara nadie, Mercury a veces hasta mandaba su avión privado hasta la puerta de su casa. ¿Quién hubiera dicho que no con facilidades de ese calibre? Una fiesta no podría definirse como tal hasta que no irrumpía Freddie Mercury.

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Alfredo Villaescusa

Eclecticismo en vena. No hay nadie que no dispare el viernes por la noche, ni hay quien esquive los disparos.

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