20º aniversario de Mägo de Oz: ‘La Bruja’. De Chamberí se sale por el camino de baldosas amarillas

4 octubre, 2017 3:07 pm Publicado por  2 Comentarios

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Echar la vista atrás para revisar un disco que se puso a la venta hace la friolera de 20 años tiene su miga. Porque en aquellos tiempos, la vida ni siquiera se parecía a lo que es hoy en día. En serio. Y es en estos precisos momentos cuando te das cuenta; en el instante en el que desempolvas veteranas alhajas de tu baúl de los recuerdos particular, y retomas la escucha minuciosa de parte importante de la banda sonora de tu vida, como lo fue este EP que popularmente conocemos como ‘La Bruja’.

Un trabajo que sonó incesantemente en los mejores programas de rock en la radio de aquel último lustro de siglo: el Rock Star de Muniesa, el DiscoCross de Mariano García, la Emisión Pirata o el Basa Rock. Aquellas noches en las que te metías en la cama tan temprano que a veces ni siquiera se había puesto el sol para descubrir y paladear las novedades que se daban en el universo de la música dura.

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Lo que transcurre por las cinco pistas que lo confecciona no es otra cosa que una brillante, y a la postre exitosa, puesta al día de cortes que se incluyeron en su primigenia obra de debut, y que, en vistas de la proyección que la banda estaba tomando al amparo del calado popular de ‘Jesús de Chamberí’, decidieron con buen criterio regrabar bajo las interpretaciones de la formación que con el paso de los lustros se consideraría ‘clásica’; véase Txus, Frank, Moha, Salva, Carlitos y Jose Andrëa.

Y ojo a la portada, que Gaboni empezó a dar vida a los conceptos que iban bajo la tapa con ilustraciones gloriosas, firmando por primera vez el artwork de la banda y uniendo sus carreras para vanagloria de ambas partes. En este frente todavía mantuvo la compostura en tanto en cuanto la sobriedad (refinada, eso siempre) acaparaba toda la atención. Luego la cosa iría a más, y a más… y bueno, será cuestión de verlo en otro momento.

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Siendo rigurosos y sin entrar en interpretaciones personales del porqué sí o el porqué no, la verdad es que el acierto es de nota. Seamos claros: el primer álbum de la banda tenía ideas, molaba, pero no estaba a la altura de lo que una banda como Mägo de Oz pretendía. Porque lo que urdían Txus y compañía miraba más de reojo a las grandes óperas rock de los 70, que a los actos que se producían por estos parajes.

Si las revisiones, regrabaciones, remasterizaciones y demás enseres en los que el sacar el dinero a los compulsivos fanáticos coleccionistas que lo quieren tener todo siempre mueven sus hilos entre bambalinas, en esta guisa, fuera ése un motivo más o menos intenso, está justificado per se.

No haríamos justicia a ‘La Bruja’ si no dijéramos de entrada, y antes de desgranar punto por punto y coma por coma cada tema tal cual se merecen, que es una delicia cuidada hasta el máximo en el más amplio abanico de lo que le puedas pedir a un disco que te compras en una tienda. Porque sí, en 1997, se compraba en tiendas, y los discos se ponían a la venta en CD, LP, y si me apuras, en cassette; nada de descargas digitales o subidas a las mejores plataformas.

Puestos en antecedentes, veamos que dio de sí en lo meramente musical.

La gloriosa apertura venía de la mano de “El lago”, una pieza en la que Mago despliega todo su potencial, alternando aquí y allá el rock más clásico con su folk metal; violines, épica, guitarras duras, y un sonido que te tiraba de espaldas ya no por lo correcto que era, que también, sino por el contraste inesperado que suponía respecto a lo que habían venido mostrando.

“T'Esnucaré contra’l bidé”, rock and roll de pura cepa, con mucho almizcle del hard ochentero de bandas como L. A. Guns o Cinderella, macarra, rápido y sucio; gloria bendita. Oro destilado en notas, en riffs, en una voz que se partía. Durante muchos años apareció por los repertorios que gestaban en vivo, antes de que los barcos y las catedrales impusieran su ley.

La joya de la corona recae sobre la declaración de intenciones, ya desde el propio título, que es “El hijo del Blues”. Si en la anterior parada hablábamos de rock puro y duro, en esta rola habría que hacerlo con mayúsculas. Una canción que echa a andar con un riff que se deja llevar, de ésos que vulgarmente llamamos guitarrazos, y que entronca con el violín para arremeter con fiereza con la batería y la voz de José. Una letra inspirada (por norma…) que demuestra valores y ensalza principios completan una tonada impepinable.

Nos vamos acercando al final y antes de la guinda nos topamos con “Gerdundula”, el cover de Status Quo que se llevan a su terreno de manera brillante, convirtiéndola en una pieza de folk con reminiscencias irlandesas y que disipa buen gusto por los cuatro costados; y no llega ni a los dos minutos de duración.

Baja el telón el tema que da nombre a la banda; las osadías a las que darían rienda suelta en tiempos venideros, alargando minutajes y cambiando de ritmos y aires como si tal cosa, da sus primeros pasos en “Mago de Oz”. Aquí todo vale y todo cabe. El hard rock que se apoderaba de ella en su primera grabación es invadido por una contundencia que le lleva a los brazos del heavy metal en ciertos compases. Otra pista de hacia donde iban a ir los tiros no tardando mucho. Deja volar tu imaginación y sumérgete en ella; merece la pena.

Cuando para la música, no ha transcurrido ni media hora; claro que se hace corto, evidentemente. Mas la lectura que se saca de todo esto es que los madrileños anhelaban ser mucho más de lo que habían demostrado hasta esos instantes. No sólo eso: también auguraba y vaticinaba un futuro prometedor, habiendo conseguido quitarse los clichés y conceptos obsoletos en vistas de recrear grandes gestas por narrar y musicar. De todos es sabidos que lo consiguieron.

Pero antes de que leyendas quijotescas, llamadas a la madre Tierra o ciudades con árboles los colocaran en el olimpo del panorama nacional, Mägo de Oz se reinventaron a sí mismos con un suculento aperitivo que mostraba al mundo lo que llevaba rondando la cabeza de Jesús María (aún no era Di Fellatio, que sí Txus) y su mesnada desde que les dio por montar esta ya eterna aventura musical.

Javier Pérez

Redacción
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