ZACH WILLIAMS AND THE REFORMATION: BUENAS VIBRACIONES
4 junio, 2012 10:56 am Deja tus comentarios
A veces sobran las presentaciones. Es uno de esos momentos en que la palabrería se antoja inútil y cosas que no se pueden explicar fluyen en el aire. Sucesos al margen de la lógica que a menudo se convierten en memorables y que hasta podrían marcar el devenir de la vida de un individuo. Nos los encontramos día a día en los más diversos escenarios y se suelen reconocer por una embriagante paz interior que te eleva un par de metros del suelo y te invade por completo esa sensación que en el vocabulario de la calle conocemos como ‘buen rollo’. Un sosiego espiritual de primera magnitud, vamos.
Una noche con un bochorno impresionante preludio de tormenta parecía perfecta para disfrutar de ese rock sureño que nos remite a lugares evocados una y mil veces en películas o mismamente en los textos del Nobel William Faulkner: un porche con su mecedora de madera y los campos de algodón al fondo donde prima aquella vieja máxima de ‘dios y armas’ y abundan tipos que no se arrugan ni se andan con chiquitas y con una interpretación muy peculiar del sentido de la dignidad humana.
Seguramente por influencia de esa cultura del esfuerzo y de glorificación al trabajo manual los chicos de Zach Williams and The Reformation se han embarcado en una gira de 16 bolos de esas de tirar carretera y manta. Un periplo que los lleva por los cuatro puntos cardinales de la piel del toro y que corrobora la sinceridad de su propuesta, a ver quién es el guapo que se cruza el Atlántico para una aventura de ese calibre.
Y si cada cita cuenta con un respaldo similar al obtenido en Bilbao hay que asumir que no les saldrá del todo mal la jugada, valga a modo de anécdota mencionar que el puesto de merchandising se hallaba abarrotado al término de la actuación. Pese a que aquí todavía no sean excesivamente conocidos excepto por aquellos muy puestos en la materia, lograr una afluencia en torno a las 100 personas para los tiempos que corren ya es suficiente estímulo para plantearse futuros proyectos por nuestro país.
Ante un respetable eminentemente maduro y entrado en años, Zach Williams and The Reformation destaparon el tarro de esencias sureñas de golpe, igual que cuando se abre una ventana para ventilar un recinto décadas cerrado. Nos recibió “Mason Jar”, una fiel muestra de su último esfuerzo ‘A Southern Offering’ y clavaron la primera pica con “Moving On”, con esos riffs deudores hasta las cachas de Lynyrd Skynyrd y un regusto añejo cual vino de reserva, aunque no por ello anticuado.
Es evidente que los Black Crowes han dejado un importante poso en su sonido, en especial en los gestos, ademanes y tonos del voceras, que recordaban sobremanera al inefable Chris Robinson, pero sin esa cara risueña de haberse dado previamente un atracón de sustancias estupefacientes del líder de los ‘cuervos’. Compartían, sin embargo, una misma actitud despreocupada ante la vida y una suerte de energía positiva, karma o llamémosle simplemente ese ‘buen rollo’ que mencionábamos al principio y que algunas personas parecen poseer casi por gracia divina.
Configuraron un repertorio que pese a la limitación congénita de contar con únicamente un par de discos para nada se hizo cansino, pues alternaron con criterio los temas más rockeros con aquellos espesos en la estela de Allman Brothers, unos intervalos que tampoco llegaban a las cotas de una soporífera jam session, sino que en torno a una base sencilla iban ganando progresivamente intensidad. Muy conseguidas en este aspecto esas atmósferas sosegadas cargadas de electricidad, y eso que tampoco somos muy partidarios de tales desvaríos instrumentales.
Tiraron de harmónica a punta pala, como mandan los cánones, un claro ejemplo fue “The Fix” y definitivamente una de las piezas que les ganó el cielo llegó con una muy realzada respecto al estudio “Without You”, una declaración de amor a la usanza de esta gente del sur, sin dar pena ni arrastrarse, sino con dignidad y dando valor a ese gesto tan cotidiano entre las parejas de caminar con las manos entrelazadas que ya se antoja de los tiempos de Maricastaña y que algunos aguerridos acomplejados rechazan por cursi. Hay detalles que no deberían perderse.
Dejando de lado los convencionalismos sociales, los de Arkansas todavía guardaban ases en la manga, ahí estaba “Rock N’ Roll Me”, que cualquiera diría que ha sido compuesta en plenos setenta. En una noche de marcado homenaje a los sonidos clásicos habría sido imperdonable no acordarse del rock de raíces de los canadienses The Band, y encima con más motivo debido al reciente fallecimiento del legendario Levon Helm el pasado mes de abril. Por supuesto, la pieza elegida fue el himno del country rock “The Weight”, que adaptaron de manera muy fidedigna añadiendo un solo de guitarra de órdago.
El colofón lo alcanzamos con un “Wishing Well” que agradaría a seguidores de The Answer y que lamentablemente puso punto final al bolo. Echamos en falta el “Remedy” de los Crowes y otras versiones que están tocando a lo largo de esta gira española, pero bueno, otra vez será. Por lo menos habían cumplido tras hora y cuarto aproximadamente sobre las tablas que se esfumaron en un santiamén.
Hay infinidad de géneros que a un servidor le tocan más la fibra sensible que el rock sureño. De justicia es rendirse ante la evidencia y admitir el talento y buen hacer de este combo que transmite tan buenas vibraciones y una tranquilidad de espíritu a raudales que a más de uno nos hace falta en las circunstancias actuales. Un colega dice que el rock sureño es el rock de la gente con principios. Sinceramente, lo estoy empezando a creer.
Texto y foto: Alfredo Villaescusa
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