Wacken Open Air: Crónica del sábado 6 de agosto

17 agosto, 2016 11:16 am Publicado por  Deja tus comentarios

ENTRE EL CABREO, LA EMOCIÓN Y LAS LÁGRIMAS

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El Black Stage ya estaba lleno a primera hora de la tarde

Amanece el último día de festival con tormenta y la recibimos con buen humor, porque ya nos hemos acostumbrado a ella y porque nos encanta la temperatura que deja en el ambiente. Aunque cuatro noches durmiendo en tienda pasan factura, seguimos emocionadas como el primer día que llegamos y, después de un café con leche y un muffin, estamos preparadas para todo lo que venga. Sabemos que empezaremos con Dragonforce y que veremos bandas como los clásicos Metal Church o nuevas como los italianos Elvenking. También somos conscientes que el día terminará con Dio Discipules con un magnífico artista invitado. Nosotras, soñadoras y felices como siempre, hemos comenzado a hacer apuestas, ¿será Ozzy Osborne? ¿Rob Halford? Estamos ansiosas para que llegue el momento y lo que bajo ningun concepto se nos pasa por la cabeza es que el artista invitado sea un holograma de Ronnie James Dio. Y antes de daros nuestra opinión de cómo terminó el Wacken Open Air del 2016, repasaremos la última jornada.

Una hora y cuarto de power metal después del desayuno es un regalo de los dioses. Dragonforce salieron al Black Stage a las 12 en punto acompañados de un brillante sol que nos quemó la piel sin darnos cuenta. Empezaron con la rapídisma Holding On y Marc Hudson salió a escena con ese grito agudo que te conecta con lo más profundo de las entrañas. Los molinillos tomaron por completo las primeras filas. Es temprano y el Infield no está lleno, pero levantas los ojos y observas cómo los fans van entrando en tromba. Esto promete.

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Symphony X

Es el primer WOA del cantante y lo transmite con cada comentario; si no está abrumado, lo parece. Herman Li se marca esos solos impresionantes y abasalladores. Con la rapidez de Fury Of The Storm el público es todo saltos y pogos, el sol cae sobre las melenas sin tregua ni perdón y no importa en absoluto: los ingleses estan haciendo lo mejor que saben con una profesionalidad y potencia impecables. No importa si es de día o de noche, lo que te transmiten va más allá del tiempo y el espacio. Para la recta final guardan una sorpresa: aparece Fredrik Åsly, conocido como PelleK, cantante que sustituyó a Hudson en un par de festivales en Eslovenia y República Checa por problemas de voz. El dúo Hudson-Pellek entonan Ring of Fire y Through The Fire and Flames y la potencia te cala la piel, la carne y los huesos. Si el sábado se mantiene al nivel de Dragonforce, no sé si podremos resistirlo. De los mejores directos en Wacken, sin duda.

Un cuarto de hora después de Dragonforce, aparecieron en el escenario contiguo los americanos Symphony X. El metal progresivo entró con fuerza y contundencia. Presentaban su último trabajo, Underworld, que vió la luz el año pasado. Russel Allen se había enfundado una mascara blanca y negra y se movía sin cesar, completamente compenetrado con el virtuoso guitarrista Michael Romero. Aunque dedicaron gran parte del setlist al último álbum, también tuvieron momentos para trabajos anteriores, como Sea of Lies del The Divine Wings of Tragedy (1997). El calor empezaba a ser sofocante, igual por eso Allen cambió máscara por gafas de sol y nos ofrecieron un final de concierto de lágrima, con un Of Sins and Shadows de diez sobre diez. Hay que destacar que el sonido del sábado por la mañana en los escenarios principales fue el mejor de los tres días.

Los postres de después de comer nos los prepararon los clásicos Metal Church. Esta banda formada en San Francisco a principios de los 80 tiene un corte de trash metal con hard rock americano. En 2014 Mike Howe volvió a unirse a la banda y empezaron a trabajar en su último trabajo, XI, que presentaron en Wacken. Repasaron temas de su trayectoria y dejaron los nuevos para la segunda mitad del concierto, cuando el público ya se había entregado por completo a los riffs y a las clásicas distorsiones del trash metal. Esta banda formada al mismo tiempo que Metallica, en la misma costa oeste de Estados Unidos, ofreció un show compacto, contundente y eficaz.

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Steel Panther

El concierto de Steel Panther fue… un concierto de Steel Panther. Nos quedaríamos tan agusto terminando esta crónica aquí, pero suponemos que los lectores esperan algunas palabras más.

No es fácil para nosotras ser imparciales a la hora de criticar (desde el punto de vista constructivo) el concierto de una banda que ha sido tachada de machista, misógina, etc. ¿Por qué somos unas feministas radicales? Noooo. Porque somos mujeres, porque tenemos pussy y tits, y esperamos que ambos sean respetados, sacralizados y venerados, no usados como objeto de mofa y denigración. Sin embargo, entre el público de Steel Panther abunda el público femenino; entre el público de Steel Panther abundan las mujeres que se pelean por subir al escenario para ser las protagonistas de esta tragi-comedia que está triunfando por todo lo alto en los festivales de todo el mundo, llenando salas y enriqueciendo a estos cuatro que han sabido dar con la fórmula del éxito. Dejadnos pues, criticar el éxito de dicha fórmula más allá de entrar en prejuicios feministas.

Punto de partida: los miembros de Steel Panther son buenísimos músicos que componen grandes piezas musicales. Su música bebe de la gran oleada glam-rock de los 80´s, está claro que en su momento fueron grandes fans de esta época y de bandas como Poison, Motley Crue o Van Halen, a los que admiraron y tributaron con cierto éxito, eso sí, sin salir del Sunset Boulevard.

Nos da la impresión de haber sido una de esas bandas que luchan por conseguir un puesto en una escena que fue tan prolífera como competitiva y haberse quedado a las puertas. La que escribe estas líneas tuvo la oportunidad de verlos tocar en el Key Club de Los Ángeles cuando aún eran Metal Skool. La banda se dedicaba a hacer una parodia de lo que fue la escena ochentera en su momento, interpretando versiones de los grandes clásicos desde Motley hasta Van Halen, y lo hacían con maestría musical, sí señor, pero ya está. Llenaban la sala un día por semana y se rumoreaba que con un gran caché, pero, repito, hasta aquí. Mi sensación fue de lástima por aquel entonces. Amante de la música de los 80´s me lamenté de que una banda con calidad instrumental y cierta gracia sobre el escenario no compusiera sus propios temas y triunfara por sí misma. Si lo sé, me callo o no pienso.

El hecho es que al final encontraron la fórmula, y en ésta importa poco si son buenos músicos o compositores. Lo que les ha lanzado al estrellato son sus letras histriónicas, desafiantes, controvertidas y, por encima de todo, sexuales. El sexo vende y punto, y estos cuatro personajes han llevado el tema a límites insospechados, escondidos tras un puntazo de humor negro y de desfachatez. Steel Panther son una provocación más allá de lo antes conocido, porque en la sociedad actual que un hombre se pinte los labios y marque paquete bajo unas mayas de leopardo ya ha dejado de ser provocativo. Hacía falta un paso más allá y ellos lo han conseguido con sus letras desvergonzadas.

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Algunos de los asistentes del Wacken, como podéis ver, son expertos en festivales

¿Lo sienten así? ¿De verdad desprecian a las mujeres? ¿O es todo este teatro parte de la crítica a la cara machista de los 80´s? Cuando los Poison decián “Talk dirty to me” nadie se escandalizó y los Panther lo que hacen es explicitar lo que en estas bandas estaba implícito y tanto nos gustaba, a los hombres y a las mujeres. Porque después de pedirnos que les dijéramos guarradas nos contentaban con un “I won´t forget you, baby”, o después de proclamar una jornada “Naughty, naughty, down and dirty”, nos regalaban un “I still think about you”. Y los Panther se quedan en la primera parte, así que no hay clemencia. En todo caso, nuestro veredicto para ellos es la siguiente: ¡qué pena haber tenido que recurrir a la fórmula del show de Telecinco para llegar al público!.

Y nuestro mensaje para ellas (las que suben a enseñar las tetas, tanto para Steel Panther como para Tommy Lee y compañía): ¿de verdad te respetas tan poco? ¿de verdad vas a subir ahí a que se rían de ti? En el show de Wacken para nosotras se traspasó una línea intraspasable y fue que la víctima de “Girl from Oklahoma” contaba con escasos 16 añitos. Nos pareció que tal vez la chica no tenía el criterio suficiente para saber lo que hacía, hasta que la vimos entusiasmada haciendo gestos obscenos a la cámara. Así que, “nothing more to say”, que cada una maneje su cuerpo y su dignidad como mejor le parezca, ¿no?

Sonaron todos los temas que el público quería escuchar, el público fue abundante y encantadísimo con el show, los fans se disfrazaron para celebrar la llegada de Steel Panther al Wacken y nosotras nos pillamos un cabreo del carajo y pasamos mucha vergüenza ajena por las de nuestro género sobre el escenario. Todo son puntos de vista.

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Elvenking

En el Wackinger Stage tuvimos la oportunidad de ver a los italianos Elvenking, una banda especial desde su música hasta su puesta en escena. Aparecieron con la actitud de quemar Wacken y la mantuvieron de la primera nota a la última. El entorno era la villa vikinga del festival, en un escenario más bien pequeño, pero con centenares de fans esperando con ansia. Saltaron a escena con los ojos pintados de negro y la intro de su último álbum, The Pagan Manifesto, un folk metal con tintes medievales. Éstos jóvenes italianos combinan el folk, el pop, el metal progresivo y el death metal con una facilidad y gracia espectacular. Ellos mismos han explicado con claridad que sus influencias van del heavy metal más clásico a bandas de pop, pasando por el power o el hard rock. El tercer tema fue Elvenlegions, del cual tienen un precioso videoclip. Para cuando sonó el estribillo los pies de los asistentes no tocaban el suelo. Elvenking convirtió el Wackinger Stage en una fiesta. Con Pagan Revolution tocamos las estrellas. El momento contenía una mágia insólita, la luz rojiza del atardecer se cernía sobre nosotros, los músicos se mostraban próximos, entregados y agradecidos y el feeling del cantante embriagaba a todos. Fueron 45 minutos de una intensidad estratósferica. Una pena ver esta banda en un escenario tan pequeño; estamos convencidas que podrían comerse el Black o el True Stage sin despeinarse. Matrícula de honor.

Con este estado de excitación nos fuimos volando a Twisted Sister. El concierto del los Twisted en Wacken fue prácticamente el mismo que vimos en el Rock Fest en Barcelona. Cambia “Hello Barcelona” por “Hello Wacken” y “Huevos con aceite” por “We´re not gonna take It” y ya está. Cuando decimos “lo mismo” no solo nos referimos al setlist, fantástico para una última gira por contar con todos los temas que queríamos escuchar, sino también por los discursos de Snider.

“40 and fuck it” es el título que los Twisted han puesto a su gira de despedida. Tras 40 años sobre los escenarios, los reyes dicen adiós al público y más les vale que sea una adiós definitivo, o su credibilidad se verá afectada de por vida. Stay Hungry, The Kings Are Back y un Burn in Hell acompañado de grandes llamaradas frente a los músicos abrieron el concierto antes de la primera parrafada del cantante. Como en Barcelona, insistió en que esta no es una despedida como las de Scorpions, Kiss o Judas, pura estrategia comercial para vender camisetas.

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Twisted Sister

Siguieron Destroyer, Like a Knife in the Back, You Can´t Stop Rock N' Roll, The Fire Still Burns, I Am I´m Me, y el himno de la banda We´re Not Gonna Take It. Antes de pedir que apaguen todas las luces para entonar un emotivo The Price, Snider dedicó unas palabras para los que hemos perdido en los últimos años: Dio, Lemmy y por supuesto A.J. Pero, difunto batería de la banda que ha sido reemplazado en las últimas giras por Mike Portnoy.

Siguieron I Believe in Rock N Roll, Under the Blade, I Wanna Rock, Shoot 'em Down –introducido por la famosa intro “Come on and play”- Tear It Loose y SMF.

El show fue una descarga de adrenalina al estilo que nos tienen acostumbrados. “Si Wacken se ha hecho tan grande, es porque el heavy metal funciona”, fueron palabras del cantante, y en el caso se su banda hay que reconocer que ha funcionado de forma impecable durante 40 años. Y aunque aún no te hayamos perdonado lo de Donald Trump, no nos queda más que agradecerte tu gran contribución a la historia del Rock n Roll. Hasta la vista Twisted Sister, fue un gran placer.

Lo de Arch Enemy fue algo de otro mundo. Deciros que el directo nos pareció más de cabeza de cartel que el de Maiden. Menuda descarga de adrenalina, fuego, luces y sudor. Si esto no es arder Wacken, ya no sabemos lo que puede ser. Alucinante.

El escenario simulaba las paredes de piedra, lo presidía la gran estrella y unas cortinas de color blanco. Las luces se tornaron rojas pasión y los cuernos de Wacken ardían con furia. Saltaron al escenario los músicos y luego una espectacular Alissa White-Gluz enfundada en un bello y sexy vestido de cuero, tachuelas y agujeros por doquier y una larga melena azul. Su voz nos golpeó el pecho como si un torrente de potencia nos noqueara. Yesterday Is Dead and Gone
y War Eternal. Miles de personas grabando el espectáculo con sus teléfonos, cuernos al aire y los incesantes molinillos. La velocidad de la batería, transparente, presidiendo la escena, y el torbellino guitarrístico dieron paso a Ravenous, con la que desaparecieron las cortinas y el infierno se adueñó de la tierra.

El concierto de Wacken era muy especial para ellos y así nos lo hicieron saber; no solamente se transmitió en streaming, sino que fue granado en DVD. Lo habían anunciado en la rueda de prensa anterior y así lo contaron a todos los fans.

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Arch Enemy

Estaban dispuestos a hacer sonar su death metal melódico a la perfección en un directo que pasará a la historia. Alissa sustituyó a Angela Gossow en 2014 pero nada ha cambiado en Arch Enemy: suena como un trueno y Alissa tiene un carisma desbordante.
Repasaron su último álbum, War Eternal (2014) y tocaron temas de Doomsday Machine, Anthems of Rebellion y Khaos Legions sobre todo. Hubo solos de Michael Amott estratosféricos, finales de canciones que te dejaban sin habla, como en My Apocalyse, cuando el escenario se fundió bajo las llamas. O inicios de canciones cargados de electricidad, como en  Avalanche, cuando un escenario azul y blanco fue tomado por fuego y focos cegadores. El público enloqueció y por doquier había pogos. De piel de gallina. La puesta en escena estaba pensada hasta el último detalle. En You Will Know my Name, Alissa apareció bajo una inmensa capa y capucha negra, cantando en un micrófono fijo que quedaba por encima de la batería. Una imagen que viajaba entre lo romántico y lo gótico. La recta final inició con We Will Rise, (“Metalheads this song is about you” gritó la cantante canadiense) y nos dedicaron un final de show sin parangón, sin dejarnos siquiera parpadear. Fue uno de esos conciertos que solo se puede ver en un festival enorme, como Wacken. Inimaginable en un espacio cerrado o pequeño.

La calidad y la potencia de Arch Enemy es inquestionable y en Wacken ofrecieron uno de los mejores directos no solo del festival, sino del año entero. Una maravilla.

Dio Disciples

Como decíamos al principio de esta crónica, desde que llegamos a Wacken este concierto se convirtió en un “must go” para nosotras. Fue tal el bombo que le dieron desde la organización al artista invitado que aparecería en el escenario, que no podíamos arriesgarnos a perdernos algo que prometía ser histórico en el mundo del heavy metal. Estábamos en Wacken, “where metal dreams come true” y algo muy, muy especial se auguraba que iba a ocurrir. ¡No nos lo íbamos a perder por nada del mundo!

Según la programación, el concierto de los Dio Disciples apenas contaba con 50 minutos de setlist. Y allí estábamos entre las primeras filas para no perdernos detalle.

El mismo sábado al mediodía asistimos a la rueda de prensa que dio la viuda de Ronnie James Dio. Fue emocionante ver a la que fue manager y compañera del cantante, que se mostró muy amable y dulce como un ángel ante las preguntas (pocas) de los periodistas presentes.

Durante el acto, Wendy presentó el próximo remaster que saldrá a la luz el próximo octubre bajo el nombre A Decade of Dio: 1983 – 1993, -que incluye los seis primeros discos de estudio de Dio, 'Holy Diver' (1983), 'The Last In Line' (1984), 'Sacred Heart' (1985), 'Dream Evil' (1987), 'Lock Up The Wolves' (1990) and 'Strange Highways"' (1993)-; e insistió a los presentes en que fuéramos a ver el show. La expectación que crearon en torno al artista invitado acabó de convencer a toda la prensa de la “necesidad” de presenciar el concierto. Wendy bromeó pidiendo que nos animáramos a hacer nuestras predicciones y nos prometió una gran sorpresa, algo nunca visto antes. Entre los presentes se hablaba de Ozzy Osbourne, Glenn Hughes… tenía que ser uno de los grandes.

El concierto se desarrolló con normalidad, nada del otro mundo pero muy aceptable, siempre está bien escuchar en directo los temas del maestro. Ripper Owens entonó los temas con profesionalidad y diligencia acompañado por los músicos que acompañaban a Dio en vida. Kill the King, Holly Diver, I, The last in line o Rainbow in the Dark fueron algunos de los temas de las antiguas formaciones del cantante que sonaron en Wacken.

Los minutos se iban sucediendo y, aunque disfrutamos de los temas, nadie podía concentrarse demasiado debido a la espera del “super special guest”. Entre el público se rumoreaba de todo y los asistentes se impacientaban porque apenas quedaban 10 minutos de show y el enigma no se resolvía… Nosotras esperábamos a Ozzy ilusionadas para terminar un gran festival con un broche de oro a la medida de las circunstancias.

Las luces se apagaron y el escenario quedó a oscuras por completo. Mientras por las pantallas laterales un vídeo de Dio nos hablaba con voz de ultratumba podíamos divisar las sombras de algunos técnicos que montaban un armatoste en el centro del escenario, y sucedió… la gran decepción.

Ya lo sabéis porque los medios han hecho mucho eco del acontecimiento –bien Wendy, esa era tu intención y lo has conseguido. Dio apareció en el escenario en forma de holograma para cantar “We Rock” junto con sus discípulos como Dios que baja del cielo resucitado para decirle a sus fieles: “Yo soy el único Dios”. Todo esto enmarcado por un mensaje en las pantallas laterales “Dio Returns”.

Se nos pusieron los pelos de punta, la piel de gallina y los nervios a flor de piel al ver al difunto sobre el escenario. Y no fue de emoción, sino de “mal rollito”. Si se esperaba que el público aclamara al holograma en una gran ovación, sucedió todo lo contrario: la muchedumbre enmudeció. Es cierto que para algunos fue algo que celebrar, para gustos colores, pero nosotras vamos a representar a esa parte de los fans que nos estremecimos de disgusto; sentimos cómo se estaba ultrajando la memoria de un ser que merece todo nuestro amor y nuestro respeto porque nos regaló todo su arte mientras vivió entre nosotros, que fue una muestra de cómo un músico se debe a sus fans y siempre tiene una sonrisa y un gesto de amabilidad con ellos dentro y fuera del escenario. Nuestro sentimiento fue algo así como: “Dejad descansar a los muertos y dejad expresarse a los vivos”.

En resumen, pasamos unos días preciosos en Wacken 2016, tuvimos la oportunidad de ver grandes bandas y disfrutar de momentos mágicos que sólo ocurren en Wacken. Y nuestra conversación durante todo el festival giró alrededor del mismo tema: todo esto es genial, pero el que más y el que menos ya está viejito y en pocos años no se aguantarán de pie sobre el escenario o harán el ridículo intentando llegar a los tonos más altos o no estarán entre nosotros. ¿Qué va a suceder? ¿Será el momento en que empecemos a hacer caso a aquellos que lo intentan a la sombra de los que hemos erigido como dioses? Pues aquí tuvimos la respuesta: Mrs Wendy Dio y la tecnología de “Eyeillusion” nos han brindado la solución. Pues muchas gracias y vaya fiasco.

Nos queda una reflexión pendiente entre los headbangers. Tenemos grandes bandas haciendo cola para encabezar festivales como Wacken, la meca de los heavies y no estamos dejando que esto ocurra porque somos así: nos encanta crear héroes, nos encanta tener leyendas. Somos los poetas que construyen las carreteras a nuestro precioso paraíso, somos los que creamos ángeles y no dejamos que nunca se vayan. Y aquí están, mejores o peores, bandas que han tenido la oportunidad de ser cabezas de cartel decenas de veces tocando las canciones que un día fueron una revolución, pero que hoy (sin despreciarlas en absoluto) sólo son greatest hits de los 80s, los 70s o principios de los 90s. Y somos las primeras que nos emocionamos con estas canciones, como los que más, porque somos unas románticas, como todos; sin embargo, hay que reflexionar y dejar paso. ¿No os parece?

Vaya por delante que Wacken Open Air para nosotras ha sido una experiencia enriquecedora y divertidísima, que esperamos con impaciencia la edición del 2017 y que, una semana después, seguimos saboreando el metal, oliendo el barro y tocando las llamas.

Texto: Roser Montané y Eva Marcos
Fotos: Iñigo Malvido

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