ÚLTIMA EXPERIENCIA: LA ZONA DE CONFORT

22 mayo, 2013 7:42 pm Publicado por  1 Comentario

Última ExperienciaCrazy Horse, Bilbao

Existe un conjunto de creencias y lugares comunes ya sean físicos o mentales bajo los cuales nos sentimos cómodos. Es esa certeza que nos proporciona el tacto de las sábanas por la noche y que hace que nos sintamos seguros, en nuestro territorio, el rey de la selva que controla todas las variables en sus dominios. Un paraguas que nos protege del inclemente mundo exterior y de lo desconocido y del que uno solo se anima a salir cuando una luz cegadora lo deslumbra por completo.

Hace poco más de un año, los madrileños Última Experiencia estuvieron en ese mismo sitio por vez primera como cabezas de cartel en la capital vizcaína. Y la huella que quedó en ellos debió ser fuerte, pues no han tardado en volver para rematar el final de gira antes de sumergirse en el estudio para dar lustre a su segundo trabajo. Siempre viene bien volver donde uno es recibido con los brazos abiertos, una inyección de moral necesaria para acometer con seguridad nuevos retos.

El retorno al Crazy Horse bilbaíno fue un déjà vu en toda regla, idénticos teloneros, día lluvioso como la otra vez, si mal no recuerdo, y una considerable multitud de clientes habituales y curiosos que no dudaron en sumarse a la fiesta sin reticencia ninguna. Algo que bien se pudo palpar desde que arrancaron Mind The Gap con un considerable retraso por culpa de la dictadura del balompié.

Estos rockeros setenteros, que no dudaron en intercalar un fragmento del “L.A. Woman” de The Doors, sonaron muy compenetrados, a pesar de su confesado parón, y despuntaron en los coros. Con la vista puesta en combos minimalistas con un puntillo comercial tipo The White Stripes o The Black Keys, finiquitaron su actuación con una muy buena versión del “Lonely Boy” de estos últimos y una mirada a la generación de los noventa con el “Alive” de Pearl Jam, cantado por el bajista y la parroquia con los ánimos desbordados. Cumplieron.

En un ambiente algo más recogido, los chicos de Última Experiencia descubrieron esa tarta que aparece en la portada de su debut con el in crescendo “La Casa de la Bruja”, una pieza envolvente muy apropiada para ir metiendo en materia al personal. Con ese escandaloso porcentaje de paro que sacude el país, no desentona para nada la temática social con un matiz irónico de “Ha Sido Un Placer”, antes de rendir un peculiar homenaje a esa relación amor odio que mantienen con su ciudad natal en “Madrid”, donde el frontman Miguel Ángel Ariza mandó contar 1, 2, 3, 4 y la peña respondió.

De hecho, la actitud del respetable fue participativa en todo momento, incluso en el blues de señores “Lo Sentido”, ideal para que alguien te lo susurre al oído. Aquí se lucieron en el plano instrumental, especialmente en los punteos, con cada nota clavándose en el corazón y certificaron una vez más su solidez como power trío conjuntado a la vieja usanza en la línea de colosos del calibre de Cream o The Jimi Hendrix Experience.

Y siguieron tocando la fibra sensible con “He Muerto Hoy”, que cuenta una situación tan habitual como la de una persona que para dejar de sentir se convierte en estatua de piedra. Muy acertada además esa intro que se marcaron de homenaje al spaghetti western de poncho, espuelas y mascar tabaco. Y en esa línea intimista, tampoco desentonó “Castillos de Arena”, sobre sueños que no se acaban de cumplir, algo que sin demasiada dificultad le sucederá a la mayor parte de los mortales.

Se nota que llevan el repertorio del debut rodado hasta la extenuación en este tramo final de gira, aunque eso no implique renunciar a introducir ciertas variaciones para que no se pierda el interés en su propuesta. Es evidente que con otro largo podrían ampliar significativamente el número de variables e incluso lavar por completo la cara que ofrecen en sus shows. Pero bueno, para ver materializado ese deseo, todavía habrá que esperar un tiempo.

Hubo un momento curioso cuando el voceras se presentó a sí mismo como “el homosexual que tiene miedo a su padre” y luego se refirió al bajista como “la puta de Mozambique” y al batería como “la monja con hijos de inmaculada concepción”. Toda esta escenificación vino a cuento del tema “Oveja Negra”, donde no escatimaron en explosiones instrumentales a lo Cream de claro sabor setentero.

No podrían olvidarse de esa chica llamada “Ladyizabella” y esos punteos deudores de Hendrix, con la notable aportación a los coros del batera Carlos Lahoz. Y para despedirse con los honores adecuados, era obligado rendir tributo una vez más a ese vetusto género en el que sobresalen como pocos en “Mi Guitarra y el Blues”. De hecho, hablando a la salida del concierto con algunos aficionados, muchos coincidían al señalar tal palo como su faceta favorita de los madrileños.

Y el broche final llegó con la intensidad gradual de “La Espiral”, tema rockero a más no poder que se antojaba elección perfecta para finiquitar la velada. Está claro que ese desdibujado territorio entre el blues, el soul y el rock setentero es la zona de confort en la que esta banda se mueve como pez en el agua. Y por supuesto no les falta la habilidad suficiente para adentrarse a explorar las inmediaciones.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

 

 

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