THE STEEPWATER BAND: LISERGIA ELÉCTRICA
3 marzo, 2014 3:55 pm 1 ComentarioYa decían los clásicos en tiempos de Aristóteles que el verdadero arte nace de la imitación de la naturaleza. Nada tendría sentido si no existiera esa especie de cadena imaginaria que llega hasta nuestros días y que conecta en un mismo espíritu la antigüedad con la modernidad. Un fluir constante de conocimiento sin el que no se entendería esa evolución del pensamiento humano que nos libra de los abismos del salvajismo primario.
En esta suerte de progreso intelectual podría incluirse también el paso de gigante que dieron The Steepwater Band al transformar las versiones de John Lee Hooker y otros grandes del blues de su Chicago natal en composiciones propias que sin renunciar a sus raíces no hacen ascos a luminarias del rollo tipo The Allman Brothers, Cream o Humble Pie. Todo ello acompañado de esa vieja filosofía de antaño de tirar millas como alma que lleva el diablo, al igual que esos alocados periplos cinematográficos y literarios por la ruta 66 norteamericana.
La verdad es que no se suelen ver por nuestro país giras mastodónticas de casi veinte fechas, hay que estar muy colgado del bolo, o que te guste mucho la música y la lleves directamente en vena, como le sucede a esta gente. Y a pesar de que tocaban al día siguiente a unos escasos 50 kilómetros, el personal respondió con creces a la cita de Jeff Masey y compañía y probaron que al final la mejor campaña de marketing que puede hacer cualquier grupo es facturar uno de esos directos que se te caigan los pantalones y que animen a repetir sin dudarlo.
Tal vez con esa idea en mente, The Steepwater Band arrancaron cual autómatas ejecutando una tarea rutinaria que, aunque sorprenda a los no iniciados, probablemente para ellos sea lo más normal del mundo. Con cada elemento ensamblado a la perfección, echaron la maquinaria a andar con “Fire Away”, pero no fue hasta el contagioso “Come On Down” cuando la parroquia despertó de su letargo y empezó a cabecear al unísono. Era impresionante, toda la sala desde delante hasta atrás moviendo ligeramente la cabeza, con parsimonia, sin engorilarse demasiado, cada uno con su paranoia particular, como los hippies de Woodstock, si hubiera llegado un ligero olor a marihuana no habría desentonado lo más mínimo.
En cuanto a ejecución, nadie diría que esta formación no lleva tocando toda la vida, la inclusión de Eric Saylors a la guitarra añade fortaleza a este cuarteto con actitud de trío a la vieja usanza e incluso garantiza momentos sublimes como ese soberbio “Dance Me A Number”, con un punteo preciosista que recuerda a aquel baladón de copa y puro de “What Love Can Be” de Kingdom Come. De los instantes más intensos del recital, sin duda.
Los homenajes a Led Zeppelin, otra de las vacas sagradas del género, se materializaron en “Back To The Bottle”, una glorificación a los efectos analgésicos del alcohol que terminó con redobles a lo John Bonham. Y añadieron espesor country con lap guitar en “Hard As Stone”, un corte melancólico que evoca sufrimientos pasados a la par que abre ventanas a la esperanza.
Lo cierto es que no inventan la rueda, pero en lo suyo se tornan bastante competentes. Con el voceras Jeff Massey en estado de gracia y compartiendo punteos, el repertorio fue de menos a más dejando para la recta final la épica y las divagaciones instrumentales algodoneras en plan jam sessions.
La atmósfera de garito decadente de “Remember The Taker” precedió a una extensísima adaptación del celebérrimo “Boom Boom” de John Lee Hooker que nos sumergió en un burbujón alucinógeno del que costó volver al mundo de los vivos. Fue una versión de señores empero, con subidas y bajadas, riffs endurecidos a lo ZZ Top y la colaboración del respetable a los coros. Los silbidos de aprobación se elevaron hasta límites ensordecedores.
Metidos ya en harina, los bises no iban a defraudar a los amantes de la espesura, ahí cayó como un ladrillo el “Cortez The Killer” de Neil Young, un verdadero alarde de clase a las tablas con el rubiales Eric Saylors dejándose la piel al mástil. Pese a que en duración quizás se pasaran tres pueblos, a nuestro entender, la parroquia no se lo tomó así, y en ocasiones las salvas de aplausos interrumpían la sentida pieza, prueba irrefutable de que su mensaje había calado plenamente en el recinto.
Por lo menos nadie les puede acusar de racanismo en los bises, puesto que después del sumun artístico retomaron cierta ortodoxia rockera en plan Black Crowes con “Sugar Mama”, donde se juntaron los dos hachas para puntear, toda una declaración de principios que conciliaba ambas facetas de su sonido.
Una manera perfecta de finalizar una lisergia eléctrica que a veces se subía tanto a la cabeza como los porros bien cargados, aunque eso sí, siempre quedaba esa leve sensación placentera de bienestar.
Texto y foto: Alfredo Villaescusa
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1 comentario
Pués según he leido por aquí estos THE STEEPWATER BAND se dejarón la piel en su concierto vizcaino con buenos temas suyos más grandes versiones de los músicos de color que empezarón antes en el rock que las bandas como LED ZEPPELIN o STONES que mamarón mucho de los bluesmen.Por cierto la versión del CORTEZ THE KILLER de NEIL YOUNG seguro que sonó de muerte.Interesante banda!!!