THE DOGS D’ AMOUR: EL POETA DEL DOLOR
26 febrero, 2013 3:06 pm 4 ComentariosSala Caracol, Madrid
Siempre existen cosas desagradables de las que nadie quiere hablar, esos temas que es mejor evitar y que deberían poderse formatear de un plumazo del disco duro de la memoria. Algunos se entregan a la bebida, las drogas, la farra descontrolada o cualquier otra distracción que evite darle demasiadas vueltas al bolo. Los más afortunados empero recurren al arte como terapia y en este particular estado mezcla de escepticismo y forzada resignación tratan de encontrar su válvula de escape, una obra capaz de redimir penas y asegurar el paso a esa eternidad reservada a unos pocos.
Algo de eso sabe el multidisciplinar artista Tyla, que en la tradición de Bukowski, Salinger y otras figuras relevantes del ‘realismo sucio’, lleva años erigido en portavoz de los perdedores y de los que van dando tumbos por la vida. A la manera de un moderno hombre del Renacimiento, el medio de expresión es lo de menos, cualquier excusa vale para desatar la creatividad, ya sean libros de poemas, exposiciones de pintura o una trayectoria en solitario tan prolífica que avergonzaría a los músicos más zánganos.
Al margen de todas sus facetas, aquella noche el protagonismo recaía en la banda principal a la que se asocia su figura: The Dogs D’ Amour, una reunión de la formación clásica por el noble propósito de recaudar fondos para ayudar a su viejo amigo Paul Hornby en su lucha contra el cáncer. Ya se habían juntado fugazmente en el 2000, pero el idilio apenas alcanzó para un álbum de estudio, gira y poco más, veremos lo que les dura en esta ocasión.
Y es que en casos así uno se da cuenta de la fragilidad de las relaciones personales, bombas de relojería que pueden estallar en pedazos en cualquier momento. Por eso, una notable multitud pobló la sala Caracol desde primera hora, conscientes de que tal evento quizás nunca se repetiría, o por lo menos tardaría cierto tiempo. Y en el improbable supuesto de que sucediera, ya no sería lo mismo.
Con el personal ansioso, los glamies Stop Stop no se lo tuvieron que currar demasiado para contagiar al resto sus ganas de fiesta. Su hard rock en la estela de Cinderella, Poison y demás glorias del hair metal se prestaba a ello, pese a ser un frío domingo. Contaban además con una puesta en escena impactante, con un cantante y bajista pintado a la manera de Joker, un guitarrista con sombrero y cierto aire a Stephen Pearcy, y un andrógino batería con los mismos gestos y tanta pluma como Rikki Rockett. Aunque a veces rayaran lo caricaturesco, sobre todo con ese empeño en hablar en inglés siendo de Barcelona, hay que reconocer que trabajaron con solvencia.
Existen regresos oportunistas de muertos de hambre que no hacen sino arrastrar por los suelos la leyenda que en su día fueron. Otros como The Dogs D’ Amour, sin embargo, mantienen la dignidad intacta y hasta ofrecen una oportunidad única a las nuevas generaciones y todos aquellos que por edad no los pudieron disfrutar en su momento.
A modo de declaración de principios, “Last Bandit” certificó la solidez de su vuelta, con una banda absolutamente compenetrada y con el poeta Tyla rodeado de esos crápulas con actitud que le aguantaron más sus idas de olla, es decir, Jo ‘Dog’ Almeida a la guitarra, Steve James al bajo y Bam a la batería. Era el 25 aniversario de su histórico disco ‘In The Dynamite Jet Saloon’, por lo que no tardaron en darle cancha con temazos del calibre de “The Kid From Kensington” o “Everything I Want”, que por supuesto desataron el delirio en la afición. Algo de todas formas sorprendente, pues siempre han permanecido en el estatus de grupo de culto, apreciado por unos pocos entendidos, pese a haber participado en eventos de masas, llegando a abrir incluso para Alice Cooper.
Tal y como hicieran los’ perros’ en su anterior reencarnación, han querido aprovechar para inmortalizar el retorno con un EP de canciones inéditas grabado en Florida en los estudios de Bam y que se vendía en el mismo bolo a un precio irrisorio. De ahí interpretaron “Flame Boy” y Tyla animó a comprar el plástico, si gustaba, o en caso contrario, que nos dieran por ahí, así tal cual. Por fortuna, clasificaríamos la pieza en el primer supuesto por su fuerte querencia stoniana y ese sonido tan característico deudor de Faces y el Rod Stewart rockero. Sin arriesgar, vaya.
Uno de los momentos más emocionantes fue en “Heartbreak” cuando cantaron a los amores frustrados que dejan agujeros en el alma y uno nunca llega a olvidar del todo por más que pasen los años. Y en “Billy Two Rivers” recordaron su interés por las raíces mucho antes de que se pusiera de moda el soporífero country alternativo. Una increíble estampa ofrecieron además Tyla y Steve al entonar en el inicio el tema casi a capella.
El decadente pero a la vez con un resquicio de esperanza “Angel” demostró una especial maestría a la hora de trasladar los medios tiempos al escenario, que ganan una inusitada fuerza en el cara a cara. Y para hacer honor a su fama de pirata pendenciero, el voceras pegó un buen lingotazo de vino como un dios antes de purgar penas en “Trail of Tears”.
Los ánimos se encendieron con mayor ímpetu, si es que alguna vez se apagaron, con “How Come It Never Rains” y no disminuyeron con la majestuosa “Error Flynn” o “Drunk Like Me”, ambas piezas imprescindibles en su trayectoria. Regresaron para los bises con “Ballad of Jack”, la trallera “What U Do” y finiquitar con un sentido “I Don’t Want You To Go”, que casualmente dejó con ganas de más y con la peña un tanto inmóvil, deseando que volvieran a salir a escena.
Faltaron “Mr Barfly”, “Bullet Proof Poet” o “Princess Valium”, por citar algunas favoritas, pero tampoco era cuestión de quejarse. Tyla es ante todo un hombre de contrastes, capaz de lo peor, como cuando aquella vez en Los Ángeles se rajó con una botella rota y necesitó 30 puntos para curar las heridas, y de lo mejor, en plenas condiciones para marcarse un concierto de sentar cátedra. Un poeta del dolor que en ningún caso deja indiferente.
Texto y foto: Alfredo Villaescusa
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4 comentarios
Vuelven los DOGS a la capital aunque ya no tan gamberros como en sus mejores años!!!
BUFFF.
Practicamente no se puede describir mejor a los Dogs D'amour y su paso x los escenarios españoles.
Estube en las tres paradas y la cosas casi fue d menos a mas y eso q Madrid fué la bomba.
De acuerdo con q faltaron clásicos,para mi "princess valium y mr barfly" son obligados.
Solo comentar q cuando Tyla se rajo con una botella, no fue en Los Angeles si no en Barcelona.
Un saludo y R'n'R.
thanks for the beautiful words ....Peace N Rock N Roll xxx Bam