SYSTEM OF A DOWN: EL ÚLTIMO DISPARO A LA IMAGINACIÓN

11 octubre, 2011 10:42 am Publicado por  1 Comentario

Estadio G.E.B.A., Buenos Aires (Argentina)

Cuando hablan de una banda "capaz de parar un tren", seguramente lo dicen en sentido figurativo, pero System Of A Down tocó en Argentina por primera vez y el encanto de su música hizo literal lo que parecía una hipérbole. El Estadio G.E.B.A. repleto hasta los bordes (donde Ozzy y Rush, entre otros, no lograron llenar) siguió con atención y entrega el impecable show de la que, hoy por hoy, puede considerarse el grupo más original de la escena metalera. ¿No fuiste? ¡Perdiste!

Nos referimos a una banda que representa un fenómeno no por la cantidad de público que convoca, los escándalos que genera, el mensaje que tira o la escuela que creó. La música representa su exclusivo detonante, y no resulta sencillo encasillarlos en corrientes o géneros. Aunque se los asoció muchas veces al Nü Metal, hay que reconocer que se debió más a una coincidencia de camada que a otra cosa, puesto que originalidad y exuberancia nunca fueron atributos del Nü Metal y sí características salientes del proyecto de Tankian y sus amigos. Acaso se los podría asimilar (con evidente esfuerzo) al costado más melódico del Metalcore en tanto licuadora de estilos, pero a diferencia de bandas como Killswitch Engage o Avenged Sevenfold, S.O.A.D. no se limita al eclecticismo estéril sino que va detrás de un concepto estético tan sólido como inédito. Dado que voluntad de experimentar les sobra antes que faltarles, también se los podría enlistar en el campo progresivo/vanguardista, pero lejos de caer en una propuesta desarticulada y lisérgica como la de Opeth o aun en los delirios deformes de un Mr. Bungle, estos locos californianos de ascendencia armenia ponen por delante el entretenimiento y un insólito buen gusto que sale a flote incluso en los lances más arriesgados. En conclusión, si hay algo que se puede afirmar sin temor a equivocarse, es que los System Of A Down son únicos.

La apertura a las 20 hs. estuvo a cargo de Cabezones, una banda alternativa con experiencia  en telonear actos internacionales, aunque con suerte dispar. El cantante César Andino subió al escenario con muletas, afectado aún por el terrible accidente automovilístico que sufrió en 2006 junto al bajista de Catupecu Machu, y su desempeño tal vez no haya sido el más vivaz o afinado, pero el aliento de la gente y alguna sorpresa como la participación de Andrés Giménez de D-mente como invitado, ayudaron a redondear 40 minutos de digno soporte.

Poco antes de las 21 hs., se elevó un enorme telón kabuki con el nombre del grupo principal, y veinte minutos más tarde caía, ante el clamor de la multitud, para comenzar la fiesta. "Prison Song" acaso no represente el cruzado a la mandíbula que uno sueña como patada inicial de un show, pero dada la expectativa del respetable, no hizo falta nada más para provocar el estallido. En todo caso, luego la breve introducción de "Soldier Side", "B.Y.O.B." procedió a desatar la furia. Todo el mundo saltaba, empujaba, cabeceaba, coreaba dulcemente y volvía a enloquecer en la encrucijada de ritmos de uno de los temas más exigentes del repertorio, y a partir de ese momento se produjo un viaje sin interrupciones ni bises al corazón de la danza tribal rockera. Chicos de todas las edades, padres de todas las clases, remeras negras, camisas a cuadros, muchas féminas sonrientes, pelos largos, rastas, cortes punks y otras tantas instancias definieron a una muchedumbre heterogénea pero indudablemente adicta a las emociones fuertes. Gracias al precio relativamente más accesible de las entradas y sin el estorbo del ominoso campo VIP, el público constituyó en sí mismo un espectáculo abigarrado y rugiente que contrastó con la escena casi conservadora de la banda en vivo y una puesta nada reñida con la austeridad. Serj Tankian, en unos sencillos jeans y camiseta lisa de color magenta arengaba de tanto en tanto intercalando las palabras "Buenos Aires", que despertaban la automática reacción. Aunque recibí posteriores comentarios acerca del sonido (que iban de excelente a espantoso), desde mi lugar a un costado de la torre de sonido escuché bastante bien, quizás un poco baja la guitarra en la primera hora del show, y sólo extrañé algo más de impacto en el volumen general.

G.E.B.A. se encuentra en un enclave tal que varias vías ferroviarias elevadas rodean el estadio. Otras veces, el escenario se apoyó prácticamente contra una de ellas, y hasta resultó curioso ver locomotoras y vagones saliendo desde las bambalinas en pleno show. Pero en este caso, fue montado contra otra cabecera, y los trenes que pasaban a su derecha tenían la ocasión de presenciar por unos instantes el espectáculo. Mientras se interpretaba "Needles", uno de los trenes amainó su marcha hasta detenerse por completo, ¡y los pasajeros que se pegaron a las ventanillas se convirtieron en espectadores durante minutos enteros! Otros trenes, aunque casi vacíos a aquella hora, también frenaron y formaron parte del pandemónium. Algunos maquinistas hacían sonar la sirena de niebla. No se le podía pedir más a la anécdota.

Por el lado de los músicos, hay que destacar la versatilidad de John Dolmayan tras los parches, con un oficio firme y sofisticado. La mano derecha de Shavo Odadjian cambiaba de púa a dedos con la misma soltura para darle a los temas el fondo adecuado y su paseo jorobado por las tablas no pasaba desapercibido. La guitarra de Daron Malakian producía sonidos por momentos inverosímiles que se introducían hasta la médula en los vericuetos compositivos. Con su cara de demente y sus movimientos esquizofrénicos atraía todas las miradas. Se trata de un instrumentista más que interesante y como segunda voz cumple una labor vital a la hora de mantener la frescura de la propuesta. No se destaca solamente en los coros, en canciones como "Lost In Hollywood" y "Lonely Day" toma la posta y se revela como un vocalista completo.

¿Qué se puede decir de Serj Tankian? Sin duda, un inimitable. Dispara andanadas de sílabas como una metralleta sin perder garra en la dicción o elegancia a la hora de entonar los pasajes más tortuosos. Y por el mismo precio vomita berridos o falsetes que se transforman en caricias melódicas al próximo instante. Su ductilidad y precisión son dignas de asombro. Puede convertirse en la parodia de un dibujo animado, ensayar el vibrato canoro de una ópera o ponerle toda la arena de Medio Oriente a sus alaridos con el mismo truco de respiración. Igual de loco que un Frank Zappa, pero sin la vocación de improvisar. En la enrevesada "Vicinity Of Obscenity", por nombrar una, simplemente dio cátedra. Aunque "Cigaro", la vibrante "Forest" y "Holy Mountains" también resultaron un lujo.

De hecho, el ensamble de la banda en pleno tiene tanto de perfección que resulta difícil sustraerse a su vértigo de montaña rusa. Cuando casi dos horas más tarde la faena había concluido (y repito, para destacar la actitud, que no hubo bises) las luces del estadio descubrieron un mar de caras de satisfacción.

Tras un parate de casi cinco años, la actual gira del grupo los trajo a Sudamérica luego de recalar en la cuarta edición del Rock In Rio. Era una oportunidad para no perder y que no resultó desperdiciada. Una banda así no se ve todos los días. De hecho, nunca se vio otra igual.

Texto: César Fuentes Rodríguez

Fotos: Fernando Serani

SETLIST:

Prison Song
Soldier Side - Intro
B.Y.O.B.
Revenga
Needles
Deer Dance
Radio/Vi
deo
Hypnotize
Question!
Suggestions
Psycho
Chop Suey!
Lonely Day

Bounce
ATWA
Kill Rock 'n Roll
Lost in Hollywood
Forest
Science
Mind
Innervision
Holy Mountains
Aerials
Vicinity of Obscenity
Tentative
Cigaro
Suite-Pee
War?
Toxicity
Sugar

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