SU TA GAR: MÁS VIVOS QUE NUNCA

Kafe Antzokia, Bilbao

 Un indicador infalible de que una banda debe continuar en la brecha es la constatada solvencia a las tablas. Mientras siga presente esa química precisa entre artistas y público ya puede venirse el mundo abajo o disminuir las ventas de los discos hasta niveles raquíticos, ese fulgor será al final el único responsable de que noche tras noche las multitudes bramen en sonoros aquelarres y las salvas de aplausos inunden los recintos. El día en que se acabé aquello podrá decirse retomando a Don McLean que la música murió y por consiguiente todo lo que le rodea.

Pero ese no es el caso ni por asomo de los eibarreses Su Ta Gar, que en cuanto a convocatoria apenas han disminuido su fortaleza de antaño. Porque ya tiene mérito que la gente siga pagando para ver a un grupo que en verano se pasea por la mayoría de los pueblos del País Vasco de gratis. Tampoco se trata de que el personal no tenga dos dedos de frente, más bien es el fenómeno contrario: son un valor seguro, un caballo ganador al que colocar las fichas sin titubear. Mira que hemos coincidido infinidad de veces a lo largo de los años y todavía esperamos salir asqueados de un recital suyo, aunque se antoja quizás más factible un ataque de cerdos voladores o algo similar.

Para calentar el ya sofocante ambiente se recurrió en esta ocasión a los locales Eratu, un trío de chavales que reproducía al milímetro los postulados de Berri Txarrak, esto es, hardcore melódico con momentos tralleros y otros más modernetes que los acercaban incluso a Bullet For My Valentine, aparte de contar con unos coros bastante trabajados. Tal vez en cuanto a originalidad no fueran la bomba y a sus temas todavía les falte cierto recorrido para entrar en la categoría de memorables, pero en su condición de entremés o tentempié furtivo dieron la talla.

Una de las ventajas de alcanzar la veteranía es la capacidad para hacer de una capa un sayo, si te apetece arrancar mismamente con “Bidegabekeriaren Balantzan” de aquel álbum de 2003 ‘Itsasoz Beteriko Mugetan’, ¿por qué te vas a censurar? Eso fue lo que hicieron Su Ta Gar sin cortarse un pelo, daba igual que no fuera la gira del disco, un inicio trepidante es una excusa más que suficiente para alterar el repertorio y a la vez otorga la impresión de una banda viva que no se limita a tocar los cuatro clásicos de siempre, como hacen hasta la saciedad algunas estrellas en su senectud.

Envueltos en un sonido totalmente apabullante, sin soltar el acelerador, enfilaron con “Giza Harresia” y la homónima “Bizirik Gaude”, con esas guitarras finales reminiscentes de Berri Txarrak que atronaron en directo. La primera incursión profunda en el pasado vino con “Arbasoen Mendekua”, que desató las gargantas y los ánimos del personal. No era un mitin político, pero enseguida empezaron a irrumpir los gritos a favor del acercamiento de presos, así como las banderas alusivas al respecto, una costumbre con la que al parecer hay que convivir por los siglos de los siglos, igual que las ofensas a las víctimas de un lado u otro.

Pero existen algunos tics pretéritos que no deberían perderse, la inclusión de “Begira” en el repertorio es un claro ejemplo. Y volver a la actualidad con “Nazkatu Naiz” se tornó todo un acierto antes de la tralla sin contemplaciones de “Txakurrak Solte”, dedicada a Iñigo Cabacas, aquel aficionado del Athletic que murió a consecuencia de una carga de la Ertzaintza, un repugnante caso de impunidad y corporativismo policial que debería escandalizar a cualquiera con una mínima convicción democrática.

Que son unos músicos de impresión lo saben de sobra los que los han visto unas cuantas veces, pero es en piezas del calibre de “Ekaitza eta Barealdia” donde la pareja de guitarristas se luce recorriendo los mástiles de arriba abajo para terminar elevando los instrumentos al cielo cual ofrenda a los dioses. Seguramente si Aitor Gorosabel o Xabi Bastida hubieran nacido en California u otro lugar más glamuroso estaríamos hablando de unos reputados artistas por los que la gente se pegaría por contar con ellos.

Otro de los cortes que provoca la ovación general siempre es “Nazka”, fundamental en sus bolos, y había que reservar también espacio para relajar con “Itxaropena”, uno de los pocos remansos de paz que nos ofrecieron en la velada. El adjetivo trepidante define a la perfección ese torrente imparable en el que se convierten sus conciertos, con el punto álgido, claro está, de “Jo Ta Ke”, himno absoluto de la borrokada y que toda persona con cultura musical debería reconocer como un temazo mayúsculo al margen de ideologías particulares. Para cuando Aitor gritó su característico ‘Gora Euskadi Askatuta’ la multitud ya le aclamaba como a un mesías ungido capaz de hacer que los mares de fieles se abrieran o cerraran a su antojo.

El primer bis sorprendió con “Ez Etsi Orain”, una de las canciones más melódicas de su último plástico, y siguieron en esa línea con “Zure Baitan”, con ese inicio clavado a Berri Txarrak que demuestra que se dejan empapar sin complejos por las corrientes autóctonas. No se podría terminar como mandan los cánones sin la diosa del Anboto “Mari”, que legó una estampa impresionante con los tres mástiles apuntando a las alturas en la parte final.

Y para la segunda vuelta eligieron muy apropiadamente el “No Somos Nada” de La Polla Records, cuyas líneas “quieres identificarnos, tienes un problema” cobran más sentido que nunca hoy en día con la nueva y dictatorial Ley de Seguridad Ciudadana. Echamos de menos aquel primerizo “Zure Atzetik” que solían recuperar en la gira 20 aniversario, pero “Rotaflexa Garraxika” tampoco es un mal sucedáneo para bajar el telón.

Con recitales de tan elevado nivel, el día que se marchen se les añorará, y mucho, porque demuestran con creces cada noche que están más vivos que nunca y a uno a veces se le queda ese resquemor de que su trayectoria nunca se haya reconocido lo suficiente allende nuestras fronteras. Si Unamuno dispone de una estatua en pleno casco viejo bilbaíno, ¿por qué no la iban a tener ellos?

Texto: Alfredo Villaescusa

Foto: Marina Ruano

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