RAT- ZINGER: NACIDOS PARA QUEMAR LA LEY

Kaos Urbano

Sala Stage, Bilbao

Hace unos cuantos años, en las postrimerías del franquismo, un periódico burgalés recibía a los asistentes al primer gran festival celebrado en la península con un titular que dejaba patente la ignorancia supina dominante en los que bailaban el agua al Régimen moribundo. El epígrafe ‘La invasión de la cochambre’ servía para referirse a las cerca de 4.000 personas que acudieron un sábado cinco de julio de 1975 a la meseta castellana para disfrutar de quince horas de conciertos ininterrumpidos con nombres destacados como Triana, Iceberg, Burning y otras figuras de lo más granado del panorama musical del momento.

Lo que no sabían las mentadas cabezas pensantes artífices de semejantes sandeces es que el término ‘cochambre’ no tiene por qué estar obligatoriamente cargado de connotaciones negativas o despectivas. Puede ser incluso motivo de orgullo, sinónimo de un sonido crudo, directo, que no necesita florituras para llegar al corazón de los asistentes, un estado mental en el que los de abajo no se contraponen a los de arriba, sino que admiten su condición sin ambages, como una especie de militancia irrenunciable, algo que en determinados contextos hasta proporciona cierto pedigrí o clase.

Y de esa alcurnia hacen gala los hijos bastardos del Papa de Roma Rat-Zinger, que se encuentran en estos momentos recorriendo la península extendiendo el mensaje incendiario de su último disco ‘Rock N’ Roll para Hijos de Perra’. Una potente artillería para contrarrestar tanto mamoneo y golfería en un país en el que ya hasta protestar acarrea años de cárcel.

La quema era en esta ocasión en casa y eso se notó en la sala casi a reventar, con personal muy emocionado, sobre todo durante la actuación de los teloneros Kaos Urbano, que practicaban un street punk que reproducía al milímetro las señas del género. Lo cierto es que el palo Oi! nunca nos ha seducido demasiado, pero de justicia es señalar que en las primeras filas se volcaron como si les fuera la vida en ello, alguno incluso llegó a aporrear el escenario o agarrar la mano del guitarrista para besarla. Eso sí que era devoción.

Rat-zinger

A veces las formas importan e irrumpir a escena tras sonar por los altavoces el “No One Is Innocent” que los Sex Pistols cantaran en su día junto al legendario atracador de bancos Ronnie Biggs predispone de manera positiva. Y eso precisamente hicieron Rat-Zinger homenajeando de primeras a ese británico que vivió unas tres décadas en Brasil como un señor en “Dios salve a Ronnie Biggs”. Se acordaron de los yanquis en “Norteamerikkka” y en “Dicen que soy” mandaron convencionalismos sociales a tomar viento, sin soltar el pie del acelerador.

Con la clásica puesta en escena con un par de cabezas de ratas colgadas en cada esquina, el vocalista Podri dirigió el cotarro con solvencia, cinturón de balas y pose de punk autentico, a lo Collin Abrahall de GBH, esos que pueden cascarse un bolo entero en posición impertérrita o con un repertorio de movimientos muy limitado. Pero con solos de guitarra endiablados al tuétano en la estela de Motörhead tampoco se necesita mucho más para pasárselo bien, temas cortos y raudos que caían como proyectiles apuntando a la yugular, sin compasión.

Había cierta hermandad con los precedentes a las tablas, por lo que uno de los compis de Kaos Urbano compartió espacio con Podri en el trallazo a lo Parabellum “Apártate”. En este aspecto hay que destacar que algunos irrespetuosos que lo daban todo con el grupo anterior pusieron pies en polvorosa durante la actuación de Rat-Zinger, por lo que se disfrutó de un ambiente más sosegado, aunque eso tampoco significó que el grado de entrega del respetable fuera menor, simplemente era otro tipo de peña.

El punto álgido del bolo estuvo en la triada que se inició con “Tú serás nuestro dios”, bordeando el rock macarra, “No habrá piedad para nadie”, sin perder un ápice de fuelle, y un aplastante “L.E.Y.” en el que retumbó su estribillo “tú y yo nacidos pa’ quemar la ley”. La racha continuó con “Amén”, donde Podri extendió los brazos en cruz y se agitó cual electrocutado mientras abajo se montaban pogos considerables entre la concurrencia.

“¿Cuántos hijos de perra hay por aquí?”, preguntó el voceras antes de enfilar el corte que da título a su último disco. En breve tocaría ya la eterna pregunta existencial, su ser o no ser particular, esa peculiar adaptación del “Ace of Spades” de Motörhead llamada “¿Tenéis speed?”. En esta tesitura encajó como un guante el clásico “Beat The Bastards” de The Exploited, muy adecuada para la filosofía del grupo.

Todavía quedaban motivos para echar bilis a raudales y tirar del gatillo en “Soy un Kalashnikov” y finiquitar en la línea de Eskorbuto o R.I.P con “Odio tu puta nación” prendiendo fuego a esos entes artificiales conocidos como patrias, se llamen Euskadi, Cataluña o España, que en realidad obedecen a los intereses de la casta política y los poderes económicos imperantes. Y el único bis recayó en “9 mm”, una ráfaga ante la que resultaba imposible no caer abatidos. Para no levantarse.

Fieles a la tradición del género, legaron un bolo de esos de visto y no visto, de los que apenas te enteras, lo cual suele ser buena señal, pues no te da tiempo ni de aburrirte siquiera. Aunque ellos ya lo dejan claro en su página web al afirmar que su palo no se encuadra en el punk, metal, hardcore o cualquier otro compartimento estanco, sino que son todo ello y “una declaración de intenciones ejecutada con potencia y contundencia, con el objetivo de cargarse lo establecido o morir en el intento.” Han nacido desde luego para romper las reglas de juego, para quemar la ley.

TEXTO: ALFREDO VILLAESCUSA

FOTOS: MARINA ROUAN

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