MESHUGGAH: NOTAS DISCORDANTES

29 noviembre, 2012 6:26 pm Publicado por  1 Comentario

Plateruena, Durango

La vida es de los que arriesgan, de los que abren brecha y luego les siguen cientos detrás. Existen pocos honores mayores que el de conseguir influenciar a toda una generación posterior de músicos. Es como si te tocara de un plumazo un premio gordo, así sin comerlo ni beberlo, y de repente miles de bandas te citen como referencia ineludible en su sonido. Quién les iba a decir por ejemplo a Roxy Music, allá a principios los 70, que sentarían las bases del punk, la electrónica, la new wave o el synth pop, anticipándose de esta manera a los derroteros por los que iría la década siguiente.

Algo similar les ha pasado a los suecos Meshuggah, que se han convertido en padrinos de lo que los más enteradillos conocen como ‘djent’, una onomatopeya de riff sincopado que sirve para designar a una boyante escena con centro de operaciones en Reino Unido que no hace sino crecer en los últimos años. Y pese a que este término proceda del mismo guitarrista de los de Umea, Fredrik Thordendal, sucede lo esperable en este tipo de casos: que nadie admite formar parte del citado movimiento.

Su reputación como grupo de culto, empero, les sirve de efectivo reclamo para llenar salas como la de esa noche. Y puede que un futuro no muy lejano reciban un tratamiento parecido al de Opeth y se pronuncie su nombre con un  halo de sofisticación sin par mientras se escudriña de lejos a los pobres mortales que todavía no han educado sus oídos.

Ante una muchedumbre expectante, CB Murdoc no supieron transmitir demasiadas sensaciones más allá de la tralla burra y con un punto técnico que los emparentaba con los cabezas de cartel. El cantante, un vikingazo de mirada desafiante y tono a lo Amon Amarth, se esforzó lo suyo y agitó la pelambrera hasta la extenuación, pero la actitud abajo del escenario estaba dominada por la impasibilidad.

A los polacos Decapitated, por el contrario, se les notó que eran unos profesionales en su rollo por su sonido absolutamente demoledor. Las rastas del enérgico voceras Rafal Piotrowski volaban que daba gusto verlo, y el personal por supuesto que despertó. Y es que resultaba un poco complicado dormirse con cañonazos del estilo de “Pest” o “404”, de su último lanzamiento ‘Carnival Is Forever’. Además, se quedaban con el personal al amenizar los intervalos entre canción y canción con sugerentes líneas de bajo y otros ruidos enigmáticos.

Con una puesta en escena espectacular, tres torres de luces que se encendían con la solemnidad de una sala de interrogatorio escoltaban a los adalides del metal técnico Meshuggah. Siguieron con una precisión de maquinaria el guión establecido en esta gira, esto es, comenzaron con “Demiurge” y enseguida ya pidieron la complicidad del público. “Tenéis todos boca”, razonó el vocalista Jens Kidman, “aunque hay algunos que no tienen”, añadió para incitar a la participación.

Por mucho que su palo sea de evasión total lisérgica, es de agradecer que busquen la implicación y no se limiten al simple ejercicio de virtuosismo ombliguista. En este aspecto, Kidman se reveló como un frontman más que adecuado, ora con movimientos espasmódicos, igual que si algún demonio tomara en ese instante posesión de su cuerpo, ora extendiendo los brazos cual Mesías para que bramaran los fieles. Desde luego, si en ese momento en vez de personas hubiera agua sin lugar a dudas habría caminado por encima con la dignidad de los relatos bíblicos. Muy acertado en su papel de director de orquesta.

Mención aparte merece el juego de luces durante la voz robótica de “Mind’s Mirrors”, con láseres verdes que se elevaban entre la multitud y luego con cada fila de luces encendiéndose como si se tratara de una peli de terror. Pocas veces hemos visto algo semejante. “In Death - Is Life” e “In Death - Is Death”, con su ritmo taladrante, enfervorizaron a la afición, que gran parte del tiempo atendía con actitud similar a la del que acude a una conferencia magistral.

Porque de alguna forma sí lo era, por lo menos desde el punto de vista técnico, cada componente encajaba con la precisión milimétrica de una pieza de maquinaria lo necesario para que el artilugio funcione con normalidad. Lo sorprendente estaba en el hecho de que tocaran como si nada con tanto flash, láser y luz deslumbrante por ahí, suponemos que llevarán la cosa tan estudiada que incluso podrían interpretar el repertorio completamente a oscuras.

Volvieron otra vez los desafíos del voceras: “¿Estáis seguros de que estáis aquí?”. Había que gritar como si fuera la vida en ello, pero la respuesta no satisfizo del todo a Kidman, que soltó un hilarante “soy sordo” ante el estupor general. Está claro que no iba a permitir que aquello se transformase en una congregación de gatos de escayola a los que les podías echar cualquier cosa que no emitirían el más mínimo quejido, aquello era un rollo interactivo, pura comunicación.

Respecto al repertorio, como hemos dicho, sin sorpresas, con bastante preponderancia de los dos últimos álbumes, sin dejarse “Bleed” o “I Am Colossus”, que abre su trabajo más reciente. En la recta final atronaron “Rational Gaze”, en un intento de echar un poco la vista atrás, y en los bises optaron por “Future Breed Machine” y “Dancers To A Discordant System”, un título que describe a la perfección el espíritu de esta peculiar banda.

Según nos contaron, al parecer antes no se mostraban tan hieráticos a las tablas como en aquella ocasión, aunque con la atención centrada en el impresionante juego de luces y en los autómatas que ejecutaban las piezas con una exactitud igual que si estuvieran programados, lo de menos eran los movimientos de los susodichos. Unas notas discordantes que rompen la armonía uniforme y sobrepasan la barrera generacional.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

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