MANOWAR: APROBADO

Sala La Riviera (Madrid)

Desde que supe de su regreso por tierras patrias, y tras haber sufrido el desastroso directo que ejecutaron en el Lorca Rock de 2003, no las tenía todas conmigo y la idea de presenciar un nuevo directo execrable me hacía tener la mosca detrás de la oreja.

El que fuera uno de los grupos de mi adolescencia más radiados en garitos, fiestas y demás ambientes rockeros, por no hablar del rollo de ‘hermanos del metal' que todos nos tragamos de impúberes y que hoy me provoca risa, hizo que finalmente claudicara y me presentara en La Riviera dispuesta a dar por muerta y enterrada a esta banda que mitifiqué en los ochenta.

Fue quizá ese escepticismo tan negativo el que me hizo ver las cosas de otro modo una vez traspasadas las puertas de la sala y comenzado el show.

Bien es cierto que sabía de antemano que los ‘guerreros' americanos centrarían su espectáculo en sus dos LPs más recientes (que siguen cogiendo polvo en la estantería de mi casa, todo sea dicho), el hecho de que cayeran pocos clásicos no me pilló de sorpresa.

Más de la mitad del aforo estaba ya en la sala para cuando los teloneros HolyHell salieron a escena. Chica al frente (Maria Breon), teclado épico (el mexicano Francisco Paloma acabaría dedicándonos unas palabras en castellano) y un regusto a Nightwish un poco más cañero son las pocas notas a destacar aun cuando lograron enrolar para el proyecto al guitarrista Joe Stump y al batería Rhino (ex de Manowar). Exprimieron varios cortes de su último trabajo homónimo y casi podría asegurar que si Joey DeMaio no llega a ser su padrino y productor, no estarían girando junto a los ‘reyes del metal'.

Para mi gusto pasaron sin pena ni gloria por la capital y sólo consiguieron acaparar nuestra atención versioneando al gran Dio y su "Holy Diver".

Amenizamos la espera coreando vehemente "Hail and kill" aún con la incertidumbre de si llegaría a sonar a lo largo de la noche.

Tras unos minutos de música orquestal las luces se apagan, la gente grita y es "Hand of doom" el tema que abre la velada.

El mogollón de efectos que llevan los neoyorkinos hacen que los primeros compases sean una bola de sonido, en especial el bajo de DeMaio.

"Call to arms" nos hace alzar los puños al aire a pesar de que todos los coros están pregrabados, de hecho el único en poseer micro es el efervescente Eric Adams. El resto de músicos jalea a las primeras filas.

"Swords in the wind" baja la intensidad del comienzo y las meteduras de pata de Donnie Hamzik nos hace echar de menos a Scott Columbus, cuya espantada de la banda fue encubierta y silenciada sin razón aparente.

A pesar de ser el batería de los primeros discos de Manowar se le nota falto de fondo y anda un paso por detrás del resto del combo. De hecho en ciertos momentos dudo de si ciertos pasajes de batería son disparados desde la mesa de sonido ante las dificultades del batera para seguir el ritmo...

Es sabido por todos que Manowar gusta de los mítines largos en los directos, pero bien es cierto que en Madrid se cortaron, reduciéndose al típico juego de ‘Yo grito, vosotros me seguís' de Eric y a la disertación en español de DeMaio hablando de las bondades de nuestro país, nuestra comida y sus mujeres. No pasaron de unos ‘comedidos' seis minutos. También hay tiempo para regalar los oídos a los fans asegurándoles que el resto de grupos están celosos de Manowar no sólo porque son el mejor grupo de heavy del mundo (ejem!) y el que ha dado el concierto más largo (5 horas, ¿con discursos o sin discursos?), sino por sus fans, los más fuertes y entregados del mundo (eso es cierto, desde tempranas horas ya había cola en la puerta).

"Die for metal" se me hace un poco tediosa, menos mal que la empalman con "Let the Gods decide" y la cosa mejora un poco.

Nos preguntan si el sonido es lo bastante potente para nosotros (menos que antaño desde luego) y tras lanzar un vaso de agua a las entregadas primeras filas nos ofrecen "Sons of Odin".

En un principio parece que el voceras se reserva pero en "Sleipnir" va dando rienda suelta a su garganta para delirio de la sala.

Lo bueno empieza a partir de "Warriors of the World united" donde la paran a la mitad para que sigamos cantando nosotros mientras hacemos la señal característica de la banda cogiéndonos las muñecas.

Vamos entrando en calor y "God or man" contribuye a subir aún más la temperatura en el recinto.

Los acoples deslucen "Loki god of fire", de las pocas que se salvan de la quema de su último largo, pero pronto recuperan el tipo con la aún más reciente "Thunder in the sky".

Tal es el despropósito de Donnie tras los platos que tras un calamitoso comienzo de "House of death" DeMaio manda parar a la banda para pedirnos perdón y justificar los desatinos del batería. Finalmente la culminan como se merece y se llevan de calle la ovación de su agradecido público.

El bajista brinda, birra en mano, por su desaparecido ‘hermano' Ronnie James Dio y le dedica una acertada versión de "Heaven and Hell".

A los más puristas se les cae la baba cuando suenan por los amplis los acordes de su enésima muestra de fe en el acero: "Brothers of metal", y la sala estalla al unísono coreando "Kings of metal" con una banda pletórica y henchida de orgullo.

Por fin se han dado cuenta que lo que realmente nos hace bramar son los clásicos de siempre y "Hail and kill" es uno de los favoritos. Turno para que se luzca el pelirrojo Karl Logan, que se chulea ante nuestras caras mientras dedica el punteo a alguna fémina desatada que grita su nombre.

Parece que los ‘reyes del metal' han cogido carrerilla y escuchar "Black wind, fire and steel" nos hace tener esperanzas de que la noche acoja algún que otro temazo mítico más. Pero nuestro gozo acaba en un pozo al escuchar una sentida despedida del cuarteto mientras Joey va rompiendo una a una las cuerdas de su bajo, y Eric nos repite una y otra vez lo genial que es volver a España donde los heavys son verdaderamente auténticos. "Army of the dead part. 1" les sirve de outro.

Obviamente no será el concierto del año pero sopesando que hemos sido la ciudad donde más clásicos han tocado y que han dejado para el recuerdo los soporíferos discursos y las ridículas subidas de chicas al escenario, podemos darnos por satisfechos de lo acaecido el sábado en la noche madrileña.

Nunca hay que vender la piel del oso antes de matarlo, ni dar un grupo por muerto antes de tiempo.

TEXTO: MARTAMETALLICA
FOTOS: JUAN LUIS HERRANZ