JUDITH MATEO: LA VIOLINISTA EN EL TEJADO

Sala Galileo Galilei, Madrid

Los cinéfilos conocerán la adaptación dirigida por Norman Jewison en 1971 del musical “El Violinista en el Tejado” dónde un judío ruso llamado Teyve aguanta con parsimonia y buen humor las varias adversidades a las que tiene que enfrentarse. El violinista es una metáfora de la lucha para la supervivencia a través de la tradición y la alegría, de poner buena cara al mal tiempo y por eso no se me ocurre mejor metáfora para describir lo que vi y sentí el pasado martes por la noche.

Los que nos siguen tanto en la web como en la revista saben que la violinista conquense ha tenido una carrera ascendente desde la edición de su primer disco en 2003, es una músico profesional como la copa de un pino que vive la música con todo su ser y con una entrega total y absoluta. Consecuentemente sus estándares de exigencia, tanto para ella como para sus colaboradores son de lo más alto y buena fe de ello dan los nombres de los músicos que la acompañaban aquella noche como el teclista Gabriel Peso (Rosa Cedrón, Javier Gurruchaga) o el guitarrista Juan Flores “Chino” (José Andrea, Sinkope, Vino Tinto) que la arroparon para que presentara su último disco, ‘Celebration Days’, donde versionea varios clásicos de rock. Para una ocasión así de especial quiso invitar sobre el escenario a otros amigos también para que se unieran en la fiesta, prestando sus dotes artísticos como el flautista Fernando Ponce de León, quien la acompañó en los temas “Paddy’s Return” y “De Fiestas”. También subieron al escenario, Charly López, vocalista de Bon Vivant, para cantar el clásico de Kansas “Dust In The Wind”, el vocalista de la banda zaragozana Atland, Chuse Joven y la joven guitarrista norteamericana Emma Torres quienes aportaron su buen hacer en los temas “Raggle” y “X-Sto” respectivamente. El evento fue presentado por el afamado periodista y colaborador de nuestra revista, web y radio on line Mariano Muniesa y en definitiva todas las circunstancias confluían para que todo fuera un éxito, pero nadie contaba con un factor en contra inesperado: el ingeniero de sonido de la sala. Es bien sabido que el mundo de la música no atraviesa un buen momento, sobre todo en la capital (cierres de salas, política agresiva del ayuntamiento hacia ellas, IVA, etc.) así que deberíamos ser los del gremio (músicos, empresarios, técnicos, managers…) y los periodistas somos quienes, deberíamos defender no solamente lo que es el sustento para muchos profesionales sino una manera de ver y vivir la vida, una manera de pensar y de actuar, una seña de identidad. Todo eso viene a colación de la incomprensible actitud del técnico quien básicamente, y hablando en plata, saboteó de manera inexplicable una actuación que había sido preparada y ensayada con esmero desde hace tiempo. No solamente llegó dos horas tarde a la prueba de sonido, con todo lo que ello conlleva, sino que además hizo que la actuación estuviera plagada de problemas desde su inicio. Sorprendentemente el violín de Judith no sonaba cuando salieron para abrir la velada con el tema “Tir Nan Og”. La banda tuvo que volver a entrar al backstage mientras se buscaba la solución, que me consta que finalmente no vino por parte del técnico. A partir de allí, continuó el despropósito sonoro general, (los teclados y los samplers como si no existieran) sino que ni se pudieran escuchar entre ellos y que tocaran de memoria. Un técnico de sonido puede hacer que una banda mediocre suene de manera aceptable y que una banda bien engrasada suene como la de unos chavales en un local de ensayo y este último es lo que ocurrió aquella noche. Imaginaos el estrés y la frustración, la rabia y la impotencia que un artista tiene que sentir cuando ve su actuación tocada de esta manera. No digo hundida porque el buen hacer de todos los músicos hizo que la cosa se mantuviera a flote a duras penas, eso sí pero con Judith tocando ya con las ganas mermadas y haciendo de tripas corazón. Si no se marchó antes fue tanto por el respeto hacia sus fans, quienes la aplaudían de manera incondicional en medio de todo este embrollo y los músicos que seguían a pie de cañón a pesar de todos los problemas técnicos que se les venían encima. Me resulta harto difícil escribiendo estas líneas ya que se trata de una músico a la que admiro, a la que he visto y sé perfectamente lo que vale no sólo como músico sino como persona también y por eso reitero el hecho que actitudes así, inmaduras y para nada profesionales por parte de los que están en este gremio (y encima de una sala tan reputada como la que es Galileo Galilei) no ayudan para nada para que podamos capear la crisis. Lo único sabio que  hizo el susodicho técnico aquella noche fue hacer mutis por el foro nada más acabada la actuación y desde aquí no le damos un tirón de orejas sino toda una colleja y de vuelta al colegio para aprender no solamente respetar la labor de los artistas y la ilusión de los fans sino a sí mismo ya que forma parte de este mundo maravilloso que es la música en directo. Se dice que en las contrariedades se crece la persona y seguramente, Judith sabrá cómo convertir una noche poco afortunada en experiencia, y conocimiento. No, tal como temían los antiguos celtas, el cielo no acabó cayéndose encima nuestra aquella noche… ni lo permitiremos por mucho que se empeñen algunos.

Al menos, ese mismo día se estrenaba el nuevo video clip de Judith, su exitosa versión de “Highway To Hell”, que podeis visionar a continuación.

TEXTO: YORGOS GOUMAS

FOTOS: www.gusalves.com

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