FITO SE REINVENTA: TEATROS Y RANCHERAS

Auditori del Forum, Barcelona

A pesar que las entradas eran numeradas, media hora antes de abrir puertas ya había una cantidad importante de gente que esperaba haciendo cola. Nadie se quería perder la vuelta de Fito a Barcelona, el concierto de los “nuevos” Fitipaldis. No es que hayan cambiado los músicos, pero han cambiado sus rutinas.

Esta es una gira de nuevas sensaciones en la que para empezar Fito ha decidido cambiar su lugar habitual de trabajo, ha tornado las plazas de toros y los grandes escenarios en teatros y auditorios.

Empezaron puntuales y tocaron una versión lenta de “Por la boca vive el pez”. Después le siguieron “Sobra la luz” y “Me equivocaría otra vez”. Antes de reiniciar el concierto le explicó a los presentes que no se esperaran un concierto corriente. “En esta gira hemos retomado canciones que hacía muchos años que no tocábamos y también hemos cogido canciones que tocamos normalmente pero las hemos cambiado. Nos gusta llamarles las transformers”. Después de este pequeño discurso llegó la primera transformer: “Cerca de las vías”. A esta le siguieron “A la luna se le ve el ombligo”, “Quiero beber hasta perder el control” y “Como pollo sin cabeza”.

Al acabar Fito presentó la revolución del año, “como el Barça” bromeó. Llegados a este punto el público ya estaba encantado por haber sacrificado un poco de su tiempo para ver a aquel bilbaíno con boina y sus compañeros. Para la sorpresa de los que aquella noche nos encontrábamos en el auditorio, Daniel Griffin (batería) salió de su escondite detrás de los platillos y se puso en primera fila con un par de cucharas en mano. La banda se reunió con él y tocaron “214 Sullivan Street. Le siguieron “Arrimarse a la locura”, “El funeral”, “Que me arrastre el viento”, “Huesos de los besos”, otra transformer: “El ojo que mira, “Esta noche” y “La casa por el tejado”. Se había escabullido una hora y media sin que nadie se diese cuenta y la banda se disponía al primer parón de la noche dejando al público de pie, exaltado y con ganas de más. “Calientaoídos” lo llamó un chico joven, “Fito, te queremos” otras muchas.  Lo que está claro es que Fito ha reunido a un grupo de genios.

Al reaparecer de detrás de las bambalinas se excusó: “Es que habíamos ido a beber un poquito, vosotros luego”. “A 1000 kilómetros” fue la encargada de volver a animar el ambiente. Antes de empezar el siguiente tema Fito se acercó al micro y la introdujo -“Ahora viene una con toque mejicano”- entre risas y nuevos instrumentos: el figura al banjo, Carlos Raya con un sitar y Javi Alzola que normalmente se encarga del saxo se ocupó de una guitarra acústica; en ese formato tocaron “Para toda la vida” como si fuese una ranchera. Pausa y a tomar un trago de agua.

Con los primeros acordes de “Antes de que cuente diez” la gente se levantó de sus asientos y no se volvió a sentar hasta acabar el concierto. “Al cantar”, “Soldadito marinero” y “Acabo de llegar” cerraron el espectáculo.

Fito ha apostado por los cambios y ha conseguido volver a dejar huella. Un show lleno de sorpresas y música en la que no se echó en falta ninguna canción.

Texto: Roger Rodríguez (@roger_rodgar)

Foto (Bilbao): Alfredo Villaescusa

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