EH SUKARRA: LA IMPORTANCIA DE UN NOMBRE

Kafe Antzokia, Bilbao

 En los manuales para escribir ficción se suele incidir con frecuencia en la transcendencia de otorgar los nombres adecuados a los personajes, una elección que no debería tener nada de trivial, sino más bien de anticipo ante lo que nos encontraremos en las aguas profundas de la personalidad, algo así como el envoltorio de un regalo. Es innegable la influencia que puede tener aquella palabra casual que nuestros progenitores escogieron antes de conocernos y que probablemente condicionó de una manera u otra nuestra existencia.

Con semejante herencia familiar viene también incluido el apellido, otra carta de presentación hacia los extraños que a veces incluso favorece en determinados aspectos. Algo que tal vez sea cierto en el caso de Mikel Gorosabel, alias ‘Norton’, líder de los guipuzcoanos EH Sukarra, pese a que su hermano Aitor de Su Ta Gar empezara a tocar la guitarra por iniciativa suya cuando contaba apenas 12 años. Y aunque unos pasaran a la historia como pioneros del heavy metal euskaldún, sería injusto asumir que a los otros les dieron todo hecho e iban a remolque del éxito de Xabi Bastida y compañía. Ya demostraron bien temprano su independencia musical y valía al ganar en 1991 el concurso de demos del programa de radio ‘Euskadi Gaztea’.

Desde entonces han editado ocho discos y ahí siguen en la brecha tras más de 20 años de trayectoria. Su condición de leyendas autóctonas la comentaban algunos parroquianos antes del concierto y por ahí se podía ver incluso vascos ‘true’ con txapela, de los que les molan todos los grupos que canten en euskera y apoyan sin fisuras a los artistas del terruño. No obstante, tampoco podría calificarse la respuesta del personal de abrumadora, quizás era un mal día o estábamos bajo el dominio de cualquier otro oscuro arcano de los que rigen la asistencia a conciertos. El caso es que, a tenor de lo que vimos hace escasas semanas con Urtz, otras glorias locales, parece que en cuanto a poder de convocatoria se les ha pasado el arroz a este tipo de combos.

Pero es en tales lances donde se mide la verdadera profesionalidad y en eso EH Sukarra andan sobrados. Pisaron fuerte la zapatilla de primeras con el punk rock melódico de “Hemen Gaude” y siguieron el repaso a ‘Uhinak’, su último largo hasta la fecha, con “Loturak”. Ya incluso en el vestir demostraron que lo suyo no son los grandes alardes o la ostentación, sino la llana sencillez, sin demasiadas complicaciones, algo que se trasluce en sus composiciones.

Al igual que sus paisanos Urtz, llegado a un punto no demasiado tardío de su carrera, apostaron por la versatilidad estilística y decidieron que lo de sacar discos iguales como rosquillas no iba con ellos, por ello no sorprendió que aflojaran el pistón en “Zu Gabe”. En ese sentido resultan casi inevitables las comparaciones con Su Ta Gar, que a veces se dejan sentir en los primigenios temas tralleros o en los medios tiempos, aunque ese escorar hacia el punk rock o el pop sentimentaloide sería un tanto inimaginable en la banda de Aitor Gorosabel.

El líder ‘Norton’ era un tío feliz, que se partía la caja solo, y sin duda la fuerza motriz que arrastraba a los otros dos componentes del trío. Estuvo muy a la altura en el cante y a la guitarra, nada que desmerecer desde luego a su hermano, aunque el estilo de ambos tampoco sea proclive a la comparación, puesto que cada uno gira hacia un aspecto concreto.

Articularon un repertorio bastante equilibrado, desde baladas y piezas dulzonas para las chicas ‘borrokas’ creciditas que seguramente serían ya madres con hijos hasta rasgar inmisericorde de guitarra para los fans del metaleo euskaldún. Niquelada les quedó a este respecto “Gorde”, con doble bombo y solos vertiginosos por doquier, o el clásico “Argi Ibili”, en ese limbo entre el punk y el heavy, santo y seña de sus primeros tiempos.

No podrían obviar “Uhin Urdinak”, uno de los mejores cortes de su reciente ‘Uhinak’ y que suena algo así como si Sober cantaran en euskera, ni “Azken Gutuna”, otra de las ineludibles de su debut. No desaprovecharon la ocasión de recorrer el mástil de arriba abajo en la tremenda “Kasko Gorriak”, ya solo por esos momentos de frenesí el recital estaba valiendo la pena. Una lástima que anunciaran la retirada a poco más de una hora sobre las tablas.

Tuvieron el detalle empero de condescender con unos bises muy bien escogidos, caso de “Azken Biztanleak”, buena evidencia de que el último material nada tiene que envidiar al legado anterior y que además sirvió para resaltar la prodigiosa labor del bajista a los coros. El final no cabría entenderse sin la homónima “EH Sukarra”, donde ‘Norton’ bajó las escaleras para el baño de masas, que se acercaron cual si se tratara de un mesías para dejarse la garganta como en cualquier verbena de pueblo con litros de alcohol.

Si se hubieran estirado un poco más en la duración habrían clavado el bolo, aunque normalmente cuando uno está tan absorto en algo que ni se acuerda de mirar el reloj suele ser una buena señal. Fue un visto y no visto que puso en tela de juicio esa importancia desmedida que le damos a los nombres y no a las circunstancias que los rodean. Ese es el papel de los auténticos héroes, ir a contracorriente y desafiar el orden establecido y las adversidades.

TEXTO Y FOTO: ALFREDO VILLAESCUSA

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