DÜNEDAIN + HARD LOVE: UNA LUZ EN LA OSCURIDAD

Los abulenses están los primeros de la fila en el relevo generacional de la escena del metal en nuestro país y durante el último lustro han ascendido meteóricamente hasta convertirse en una referencia a escala estatal, con una propuesta dinámica y brillante cimentada en canciones redondas de power y heavy metal melódico en las que el saber hacer de unos músicos más que cualificados, encabezados por el hábil guitarrista y ahora cantante principal Tony Delgado, hace el resto. En una época complicada para atraer concurrencias masivas a los conciertos y en una velada en que eran varias las citas que se solapaban en la capital del Estado, Dünedain consiguió que la sala Shôko luciera un aspecto saludable y más que aceptable en lo que a público se refiere.

Bendita la inclusión del recinto, ubicado en el céntrico distrito madrileño de La Latina, en el circuito rockero de la ciudad, pues son cada vez más las galas que alberga con un sonido convincente y un aforo notable. Dicho lo cual, es urgente que los responsables de la sala tomen conciencia de que en un espectáculo de estas características es vital un despliegue lumínico medianamente decente, ya no solo para no complicar hasta extremos la labor de los fotógrafos, sino para que el público que ha abonado su entrada pueda disfrutar de un show a la altura y tener una visibilidad aceptable de lo que sucede sobre las tablas. La galopante carencia de luces que destacasen en la escena, apenas una tenue luz blanca acompañada por testimoniales destellos de otros colores, se sale de los márgenes de lo admisible y lo que demandan tanto artistas como audiencia. Es, por tanto, urgente enmendar esta cuestión, toda vez el equipo de luces de la sala puede dar mucho más de sí como comprobamos al concluir el concierto.

Entrando ya en materia, fueron Hard Love los encargados de abrir el apetito de una audiencia ávida de una entretenida noche de potencia sonora en vivo. Con un heavy rock bien empastado, resultón y, ocasionalmente, más inclinado hacia el hard rock al más puro estilo de los ochenta,  la banda murciana convenció a toda la audiencia con un accesible repertorio de canciones propias melódicamente relucientes que desembocó en una versión de “Mundo Sin Ley”, de Sangre Azul. Su concierto y sus aptitudes superaron las expectativas que pudiera tener aquel que no los conociese de nada, así que el sabor de boca que dejaron fue inmejorable.

Con la actitud de una banda curtida en mil batallas, Dünedain salió a la lúgubre escena como un torbellino para encandilar a la audiencia desde el minuto uno con “Buscando el Norte”, tema en cuyo interludio empalmaron con la animadísima “Fiel a mi Libertad”, puro optimismo sonoro. Con la misma garra con que empuña su guitarra, se dirigió entonces Tony al respetable pidiendo un aplauso para todo aquel que compró la entrada y agradeciendo con la franqueza más absoluta la venida de cada uno de los presentes, que disfrutamos de lo lindo con la magnífica “Noche de Sueños”, seguida de “Jugando a Ser Dios”, endurecida con un portentoso doble bombo. Antes de esta última, Tony dejó entrever, por primera vez de muchas, su aversión hacia el sistema, preguntando si algún antidisturbios había agredido por el camino a alguien del público. Muy fornida instrumentalmente se presentó también “La Rosa Negra”, cuyo testigo tomó el single que sirve de pretexto a la presente gira, “1000 Golpes”. El recibimiento que se le dio a su más reciente creación musical fue la muestra perfecta de que la banda abulense sigue en la pomada y de plena actualidad, y que aunque hace ya algún tiempo que vio la luz su último larga duración, ‘Mágica’, sus seguidores siguen muy pendientes de sus evoluciones.

Con guitarras muy gruesas y ritmos realmente férreos, “El Principio del Fin” hizo temblar las paredes del lugar, dedicado a un público muy distinto durante la madrugada, y en ella el nuevo miembro de la banda, el bajista Jesús Izco, dio buena cuenta de sus aptitudes vocales tomando el protagonismo frente al micro, si bien acompañó a la voz principal de Tony con suma solvencia durante toda la gala. El sustituto de Jacin lo es, en principio, para el presente tour, pero con semejante rendimiento cualquiera podría vaticinar que en un futuro se tornará en miembro fijo de la banda.

Por su parte, el principal artífice de las composiciones, Tony, seguía a lo suyo arengando a la audiencia, criticando lo que a su juicio es “una sociedad domesticada” y ensalzando a “aquellos que dan la cara y luchan contra los ladrones que nos gobiernan”, en un discurso muy apropiado para dar paso a la emocionante “Valor”, relevada por “La Tierra de los Sueños”. La interpretación de “El Año de la Rabia”, precedida de una nueva alocución contestataria en la que los políticos y la infanta Cristina no quedaron muy bien parados, hizo honor al título de la canción, para que acto seguido nos dieran un respiro mientras sonaba una acústica y folclórica introducción a “Mágica”, en la que Tony hizo gala de sus agudo registro vocal. En cualquier caso, las mayores virtudes del músico abulense residen, sin lugar a dudas, en su alucinante agilidad a las seis cuerdas. Siempre al servicio de la canción, es en directo cuando más lucen las habilidades a la guitarra de uno de los hachas más talentosos que escalan a los escenarios nacionales a día de hoy.

La trepidante “Mi Alma Sigue en Pie” abrió de par en par las compuertas para un derroche de adrenalina por parte de un público ensalzado una y mil veces por el aguerrido frontman y que cantó a viva voz el monumental estribillo de “Una Razón”, tras la que por fin llegó la representación del álbum con el que empezaron a ascender, segundo de su trayectoria. ‘La Luz de Mi Oscuridad’, publicado en 2007, ha sido relegado a un plano muy secundario en los presentes repertorios a pesar de contar con verdaderos himnos de buen power metal, pero no podían dejar en la cuneta el tema que le da nombre y aquel épico corte que lo inauguraba, “Por los Siglos de los Siglos”. Los que llevamos más tiempo siguiendo al conjunto echamos en falta, no obstante, canciones como “Caídos”, “Lección de Vida”, “Perdido en el Paraíso”, “Hermano”… Con tres álbumes en el mercado, cuatro si contamos con aquel homónimo que apenas gozó de distribución, se notan las cada vez mayores dificultades para configurar el set list, y es más que comprensible tener que sacrificar temas de los comienzos. Así es la vida.

El broche de oro lo pusieron con “Corazón de Invierno”, un tema tremendamente vibrante con el que cerraron en la cumbre una magnífica actuación en la que tuvieron como principal premisa que todos y cada uno de sus seguidores disfrutaran abajo tanto como ellos sobre las tablas. La despedida resultó bastante imprevisible, tanto que más de uno se quedó con hambre de más, esperando alguna otra canción a modo de bises. No se dio el caso, así que habrá que acudir en masa al siguiente show de la banda en la capital para saciarse de nuevo. ¿Será ya con nuevo álbum bajo el brazo?

Texto y foto: Jason Cenador

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