Terral: El futuro ya está aquí

Con su segundo álbum, ‘Ciclón’, como baluarte discográfico de una consagración musical publicado hace ya varios meses, el renovado trío malagueño capitaneado por Sergi Méndez se plantó en la Sala Juglar del venerable barrio de Lavapiés con una frescura capaz de contrarrestar las dificultades propias de actuar en la capital en una fecha harto complicada en la que además, atípicamente, se apelotonaron varios conciertos de relevancia en un radio de pocos kilómetros a la redonda. Y salió de lo más airoso.

Mediante un torrente imparable de vibrantes temas de puro rock and roll como son “Ilusiones”, “Los motores” y “Trampera”, la banda puso a hervir el local a base de riffs vivaces, letras empapadas de cotidianeidad y un gancho increíble a base de fundir destellos Zeppelianos con ingredientes del rock estatal de pura cepa, en el marco de una propuesta en la que han sabido encontrar su lugar con inusitada comodidad conjugando lo más granado del rock urbano y el rock anglosajón.

“¡Feliz año, feliz navidad, feliz día de Rosendo! Que cada uno crea en lo que quiera”, proclamó no exento de carisma un Sergi en cuya guitarra cae el peso musical de una banda que cuenta con una base rítmica que abraza la excelencia, con un bajista como es el también corista Juanjo Bravo seguro y dinámico con su instrumento y un batería cuya extraordinaria pegada quita el hipo a cualquiera, Manu “Cabri”, a quien no se le caen los anillos si tiene que recurrir al doble pedal para enfatizar en un poderío que se sale de los parámetros de lo esperable por parte de un trío.

Entre bromas con la audiencia y con una química magnífica entre los músicos y el público, prosiguieron con la efectiva “Basta ya”, con la que miraron a su fantástico primer disco guiñando el ojo a unos AC/DC de cuyo influjo han mamado también considerablemente, para después desembocar en un ritmo más propio del ska, saliendo de nuevo a reducir su particular pero fenomenalmente encauzado batiburrillo de influencias a priori dispares entre sí. Por si quedaba alguna duda de esto, la curiosísima y muy afortunada versión del “Lola” de Cicatriz volvió a dejarnos patidifusos.

Nos preguntó entonces Sergi si nos habíamos hecho fotos con el koala gigante que al parecer han emplazado frente a la Ópera de Madrid, algo que suscitó ciertas sospechas entre los que no lo habíamos visto sobre si realmente existe o era producto de su imaginación. Fue el simpático preludio a una “De punta a punta” en la que resaltó un interludio en clave de funk. Sin perder la chispa, dedicaron al alcalde de Madrid la incisiva y muy mordaz letrísticamente “Ataque de paz”, tras la que siguieron en clave social recordando a la gente que se deja la vida por los demás y a quienes la pierden en ese mar que baña las costas de su Málaga de origen con la formidable “Espinas de metal”.

Entre una buena dosis de cachondeo, bajista y batería abandonaron a Sergi, quien solo ante el peligro interpretó con magnetismo  “La canción del verano”, tras la que subieron de nuevo el resto de los integrantes, eso sí, sin la copa que el frontman les había pedido.

Un cumpleaños feliz a alguien del público a quien rebautizaron por error y más risas fueron la antesala de uno de los momentos álgidos de la velada, cuando ejecutaron la que probablemente sea una de sus canciones más atractivas y contagiosas hasta el momento, “Alergias al sol”, una genialidad que fue sucedida por una más que pertinente versión del “Decidí” de Extremoduro, la cual, por cierto, había presentado antes de tiempo Sergi.

El pegadizo coro de “Ahora”, coreado por todos a instancias de un insaciable Sergi cayó justo en el momento justo, haciendo de aquello una verdadera jarana que continuaría al calor de las intensas “Sin obligación” y “Por las calles”, ante la que Sergi presentó a sus otros dos compañeros, que tuvieron momento para lucirse, especialmente el destacado batería.   El frontman aprovechó también para tocar entre el público en uno de esos momentos en los que sus solos no conocen más corsé que el de la improvisación y la inspiración del momento, al más puro estilo de una banda de blues rock.

“¡Buenas noches, festejen para sobrevivir!”, profirió el vocalista y guitarrista antes de anunciar que harían como si se fueran y que volverían tras coger, ahora sí, su copa y mientras la gente pedía “otra”. La nada natural transición hacia el bis sucedió tal y como lo previsto y desembocó en la concluyente “Ciclón”, con un final que hizo honor a su título y en el que sentimos en el rostro el cálido viento malagueño que da nombre a la banda en forma de un vendaval de vatios y adrenalina a raudales. No han parado de tocar en los últimos tiempos y la carretera les sienta de lujo. Y más kilómetros que harán, porque su repercusión y su actividad, a este nivel, tiene que seguir multiplicándose a la fuerza. Son grandes y más que lo serán.

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Jason Cenador

Periodista y redactor en Mariskalrock

Periodista musical por vocación y Licenciado en Periodismo. Apasionado del rock y el metal en toda su riqueza. Locutor de La Hora Argonauta en MariskalRock Radio, de lunes a jueves a las 19:00 CET.

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