Crónica del Shikillo Festival 2017: Eclecticismo brutal

7 agosto, 2017 4:24 pm Publicado por  2 Comentarios

Candeleda, Ávila.

Por tercer año consecutivo nos marcábamos los primeros días de agosto en el calendario para acercarnos al Shikillo, un festival que se mantiene, crece poco a poco y lima sus asperezas para que con cada detalle el público se encuentre un poco mejor que en anteriores ediciones. Y eso es de agradecer y de remarcar. Los dos escenarios principales se vuelven a situar en el campo de fútbol municipal, y para evitar la polvareda (minimizarla más bien), se colocó una gran plancha de césped artificial que cubría al menos la parte más cercana a los escenarios, y dónde mayor revuelo y vorágine se prepara. En cuanto al cartel, un eclecticismo brutal que la organización deberá sopesar y estudiar con números si es el camino a seguir.

Jueves

Nuestra primera incursión nos llevó a toparnos con los últimos compases que ofrecían Sons of Aguirre que, por la respuesta general, tuvieron que cumplir con creces.

Cobra se salieron. Metal potente, crudo, con dejes stoner y golpes de Corrosion of Conformity o Mastodon. El problema es que se encontraban fuera de lugar, y apenas unos cientos (siendo generosos) presenciaron su brutal descarga. Y de esos cientos, algún curioso, y una mayoría que estaba allí poco más que haciendo sus quehaceres festivaleros. No se amedrentaron y a base de coraje y tralla acabaron consiguiendo que los que andaban sentados en los alrededores terminaran por levantarse.

Kaos Urbano inauguraba la noche como tal, y su street punk madrileño desató pogos, hizo que arribaran las bengalas rojas y puso en jaque por primera vez a los miembros de seguridad que se afanaban en apagarlas a base de manguerazos.

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El Drogas

Puesto de honor como cabeza de cartel de este primer día para El Drogas, que más sabe por viejo que por diablo y no se anduvo por las ramas: “Barrio conflictivo”, “Bahía de Pasaia” y “Sofokao” bombardean Candeleda con un sonido nítido y atronador que pone el listón muy alto, así de primeras. Increíble cómo suena la banda, qué compenetración. Se les ve, como diría don Enrique, “a gusto”. Disfrutan de lo que hacen, y se nota.

Además, si en la gira de salas que pudimos ver hace unos pocos meses el setlist era completo y complejo, en los festis deciden ir al grano y a por todas, lo que significa soltar perlas como la agresiva “Tentando a la suerte”, en la que meten tralla de la buena, “Animal caliente”, “No sé qué hacer contigo” y “Balas blancas”. El interludio de sacudidas que marca “En punto muerto” es sólo eso, un balón de oxígeno para soportar un último tercio de vértigo armado por “La silla eléctrica”, el “Frío” de Alarma, “No hay tregua”, “Peineta y mantilla”, “Víctima”, “Azulejo frío”, más el desate de la locura global de “En blanco y negro”.

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Gatillazo

“Otros tragos” junta a los 4 músicos en primera fila, despidiéndose del escenario y bajando para pasearse entre el público ante la cara de asombro de más de uno. Hicieron honor, con muchas creces, a su posición en el cartel.

Gatillazo no lo tenía fácil, pero si Enrique Villarreal lleva una pedazo de banda, Evaristo no se queda atrás. El sonido que llegaba a la explanada no tenía el cuerpo ni la potencia que con el ex Barricada, pero a base de desgranar himnos de nuestro mejor punk en apenas 4 o 5 cortes tenían al respetable en llamas. Llamas que volvieron a aparecer en más de una ocasión, de nuevo, en forma de bengalas, y que pusieron perceptiblemente nerviosa a la seguridad del Shikillo. Entre lo más destacado del aceite hirviendo que nos echaron a la cara, “Sr. Juez”, “Un minuto en libertad”, “Lucky man for you”, “Cómo convertirse en nada”, “No love”, “Esclavos del siglo XXI”, “Johnny” y el último escupitajo con “Odio a los partidos” tras una reivindicativa jota. Engrasan muchos temas uno tras otro, provocan el caos y tiran de La Polla sólo lo necesario. Perfecto, ¿no? Pues eso.

Viernes

Problemas logísticos derivados de un viernes de agosto con tráfico masivo entre Madrid y el Valle del Tiétar dieron al traste con nuestra intención de ver a Bocanada, y apenas nos dejó disfrutar de los últimos temblores que provocaron EUKZ.

De esa guisa nos dispusimos a divertirnos con el rap de Tote King y la lucha y reivindicación constante de los valencianos Aspencat que, por cierto, pusieron el sur de Gredos en ebullición. Aunque esté lejos del hábitat natural de esta publicación, pudimos presencial el concierto del que era el gran cabeza de cartel del día y del festival en sí.

Kase O toma las tablas en olor de multitudes, reventando la explanada con, posiblemente, el concierto más masivo de los tres días y un sonido que desde el inicio poco tenía que ver con lo que nos habíamos encontrado hasta ese instante: nítido y muy, muy potente. Presenta nuevo disco (‘El círculo’) y maneja al público, el concepto de espectáculo, los tiempos del bolo y el arte de ser músico con verdadera maestría. Se acordó de sus compañeros de andanzas en Violadores del Verso, nos alentó sin parar para conseguir un mundo mejor y se bajó del entarimado como una verdadera estrella. Triunfo absoluto.

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Desakato

Nuestra atención real sobre los acontecimientos arrancaba con Riot Propaganda, que ofrecieron un espectáculo muy similar al que disfrutamos en Rivas Rock hace apenas unos meses, lo cual es bueno. Y es bueno porque la unión de Habeas Corpus y Los Chikos del Maíz funciona. Funciona que no veas.

No reparan en gastos y salen a por todas, puño en alto con “Plata o plomo”, el tema que da nombre a la banda y “Agenda oculta”. Tienen poco más de una hora y, aunque evidentemente aflora su lado más comunicador entre corte y corte, se centran en disparar metralla a diestro y siniestro con zarpazos como “Guerras púnicas”, “Hasta la victoria” o “Danzad malditos”. La curiosidad de la noche la cuelan con “El bailaré sobre tu tumba” de Siniestro Total, que intercalan con “Guante de hierro mano de seda” y que dedican a Miguel Blesa y Rita Barberá. El rock inunda el Shikillo con “Bienvenido al paraíso” y se largan con “El miedo va a cambiar de bando”, dejando atrás un público exhausto y convencido.

No tardaron Desakato en coger el testigo y voltear una vez más a un gentío que los recibía con los brazos abiertos. Están de dulce, van a más, su escalada es salvaje y lo demuestran con “Animales hambrientos”, “Trompetes de Xericó” u “Octubres rotos”. Pablo es el que dirige en la sombra, pero Pepo es el que pone la locura: salta, grita, canta, se baja al foso y acaba volando desde el escenario en una imagen que vale más que mil palabras. “Columnas de humo”, “Carta de un paria”, “Cuando salga el sol”, que dedican a Riot Propaganda, y la colérica “La tormenta” únicamente echaron más leña al fuego. El futuro de nuestro metal pasa por ellos.

Sábado 

La jornada donde se juntaban más bandas de rock como tal era la que echaría el cierre al festival.

Nuestra primera parada nos llevaba directos hasta los Inconscientes de Iñaki Uoho, que andan de vuelta con disco y gira. Aún no había caído la noche y el gentío que se plantó delante del escenario no era brutal, pero suficiente para dar color a un bolo en el que pegaron un buen repaso a sus dos LPs de estudio, con alguna que otra pincelada de Platero.

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Inconscientes (Iñaki Uoho, der.) con Manolo Chinato

Jon Calvo es un cantante como la copa de un pino, tiene carisma y no necesita aspavientos para marcar el paso de un concierto donde la base de Extremoduro se regocija sobre unas composiciones tan interesantes como “Otra realidad”, exquisita y que usaron de apertura; la enérgica “Arden las sábanas”, la pretérita “Una vez más” o “Dentro de una botella”, ya en los minutos finales. Apareció Manolillo Chinato y nos regalaron “Cómo has perdido tú”, “Voy a acabar borracho” y “Hay poco rock & roll”, de aquéllos de los que no hablamos.

Correctos, sensatos y entretenidos, descargaron una hora de rock de aquí como en los viejos tiempos. Muy buenos.

Sin tregua se posicionan sobre la tarima contigua Rulo & La Contrabanda, que se traen la parafernalia de la gira de salas con el corazón que preside el fondo, mas prescinden de la voz en off que decía aquello de ‘Desde Reinosa…’ “Tu alambre”, “Me gusta” y “Mi Cenicienta” enloquece a un respetable propio y multitudinario que se canta lo que le echen, ya sea “Como Venecia sin agua” o la, una vez más, dolorosa “Por verte sonreír”. “Objetos perdidos” tiene ritmo y entra bien, pero “Noviembre”, a pesar de los pesares y de que es un temazo gigante, se la podían haber ahorrado por el hecho de ser un festival. “Tranqui por mi camino” se la dedican a Chinato que aún andaba por allí, y completan lo mejor del set con “La cabecita loca”, “No sé”, “Pa’quí pa’llá”, que pone Candeleda a mil, y nos da las buenas noches con “32 escaleras”. Rulo, simplemente por ser lo que es y cómo es, siempre gana. Hoy no fue una excepción.

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Rulo y la Contrabanda

Estricnina se presentaban como el cabeza del cartel del sábado y arrastraron  todo el público de Rulo, más todo aquel que poco a poco volvía a la vida tras dos duros días de fiesta. Reconozco que no tenía ni idea de qué iban, mas imaginé que para usar ese momento privilegiado de la noche no debían estar empezando. Me puse al día con ellos, y es que son Juanito Makandé y El Canijo de Jerez los que andan detrás del tinglado, llevándose consigo ni más ni menos que a Pepe Bao para las tareas de bajista. Hora y veinte donde repasaron su disco de debut, cositas de Los Delinquentes, e incluso se marcaron un cover del “Salir” de Extremoduro más que resultón. Gustaron.

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Talco

Talco era exactamente lo que necesitaba el festival a esas horas: caña, energía, baile… fiesta. Porque ya había mucho cadáver por allí, porque estábamos entrando en horas peligrosas y porque el personal se había quedado con el buenrollismo que llevaba la jornada, algo que inducía al reposo. El caso es que los italianos arrasaron con su combativo ska-punk-rock, y sus saltos, carreras y llamamientos a los pogos y el jaleo. Llenaron la explanada y se lo llevaron de calle.

Green Valley aprovecharon que la masa estaba encendida para soltar todo su show cargado de reggae, y se fueron dejando que Sínkope tomara el escenario paralelo a unas horas que podían presagiar una espantada general; afortunadamente no fue así, y Vito y sus bandidos nos regalaron algo más de sesenta minutos de rock and roll y poesía fermentados con piezas que han marcado su camino y el de muchos de los que estábamos allí.

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Sínkope

Se encontraban cómodos y a pesar que tuvieron algún problema técnico, especialmente con las guitarras, soltar una traca compuesta por “Tirando de rama”, “Romance de la Luna Gitana y el Sol Poeta”, “Encanutao”, “Cuando no te pones falda”, “Humo de contrabando” o “Tarros de miel”, entre otros, no deja espacio a las dudas: bien, muy bien Sínkope.

Y así, a las 5 la mañana, enfilábamos el largo camino de vuelta a casa con un buen sabor de boca, mucho sueño, muchas horas de calor sobre el cuerpo, mas esperando ya al de 2018. Eso digo yo que será buena señal…

Texto: Javier Pérez
Fotos: Sandro Santos

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