Crónica del festival Wacken Open Air 2017: La meca del heavy metal
7 agosto, 2017 1:20 pm 3 ComentariosWacken, Alemania.
Llegó el día. La hora de desempolvar los billetes comprados siete meses atrás. ¡Empieza la aventura!
Ya en el aeropuerto de Madrid, las camisetas negras y las muñequeras de pinchos comenzaban a reproducirse como setas en otoño. Apenas unas horas después, ya aterrizados en Hamburgo, el ambiente se iba cargando de entusiasmo macarra a cada paso que dábamos rumbo a la meca del heavy metal.
Miércoles
Wacken Open Air (W.O.A) cumplía ni más ni menos que 28 años y su fórmula no deja de cosechar éxitos y añadir acólitos a su causa. 75.000 entradas vendidas (en tiempo récord), a lo que debemos sumar los invitados, bandas, prensa y unos 5.000 trabajadores. La cantidad de humanos conviviendo en un área de 250 hectáreas rodeada de verdes pastos, en la que se concentran 8 escenarios, 100 puestos de comida y varias decenas de puestos de ropa y complementos, ronda las seis cifras. Y esto es sólo un resumen muy resumido de los números que maneja el festival.
Desde el lunes ya había un buen puñado de actividades para entretener a quienes decidieron llegar con tiempo, pero fue el miércoles cuando comenzaron los conciertos. Eso sí, hubo que armarse de paciencia, pues los accesos estaban muy controlados y las colas para acceder a la carpa donde Ugly Kid Joe y, poco después, Annihilator, eran desquiciantes. Sin embargo, las dos bandas sirvieron de inmejorable aperitivo para el banquete que nos esperaba. Había muchas ganas de metal, muchas ganas de Wacken, y eso se respiraba en el ambiente. Pero nos lo tomamos con calma, que eran muchas horas las que nos quedaban por delante y no queríamos agotar las fuerzas el primer día, por mucha marcha que nos pidiese el cuerpo
Jueves
Amanecimos con el cielo encapotado, pero poco a poco el sol comenzó a abrirse paso. Decían que el viento se estaba llevando las nubes y nada nos hacía más felices, pues si hay algo de lo que los asistentes al festival alemán están más atentos que a los horarios de las actuaciones, es a la predicción meteorológica. Y no es para menos. Allí el lema es “Rain or Shine” (“llueva o salga el sol”), pero la experiencia nos dice que siempre hay mucho más de lo primero que de lo segundo. En esta región llamada Schlewig-Holstein hay dos opciones en cuanto a climatología se refiere: que llueva, o que llueva muchísimo. Y durante estas fechas tan señaladas éramos varios miles los que implorábamos que fuera lo primero. Parecía, ¡viva!, que las plegarias estaban surtiendo efecto. El sol calentaba y, aunque la noche anterior llovió y el suelo estaba enfangado, podíamos caminar sin que el barro nos cubriera los tobillos (aún). ¡A por la primera jornada! Pero, oh no, quizá habíamos cantado victoria demasiado rápido. El viento no cesaba; tan pronto se llevaba unas nubes como traía otras más negras y gordas y, en menos de una hora, el diluvio que se nos vino encima fue poco menos que universal. Ahora sí, aquello comenzaba a ser 100% W.O.A. Sin embargo, ni todas las nubes que invadían el cielo, ni todos los charcos que anegaban el suelo, podían enturbiar el ánimo general. Eran las dos de la tarde y se abría la zona principal de conciertos, allí donde conviven los tres escenarios básicos (Faster, Harder y Louder). Los más veloces tomaban ya las primeras filas para ver la inauguración oficial del festival de la mano de Skyline y sus acertadas versiones (Judas Priest, Guns N’ Roses, Whitesnake, Savatage, etc.) coronando su actuación, como viene siendo habitual, con la reina del metal, Doro Pesch, agarrando el micrófono para entonar el himno oficial de Wacken.
Poco después, Europe demostró, una vez más, seguir teniendo energía para rato. Si bien es cierto que a Joey Tempest le notamos algo menos en forma que en anteriores ocasiones (vocalmente hablando), su experiencia y profesionalidad le permiten controlar su instrumento, a veces ayudado por los coros de Mic Michaeli (teclista) y su armonizador. Por lo demás, sigue liderando el combo sueco con soltura y garra, manteniendo el tipo y desenvolviéndose con naturalidad. Norum, por su parte, discreto y sobrio, pero efectivo. Dentro de lo esperado. El público se mantuvo atento, moviéndose a ratos, coreando algunas melodías, para explotar en saltos y voces con “The Final Countdown”. Los humanos somos de lo más predecibles.
La exhibición de viejas glorias continuó con Status Quo, dando una lección de elegancia y haciendo gala de ese espíritu de rock and roll que no dejan morir por muchos años que pasen sobre ellos. Más bien al contrario. Francis Rossi y los suyos convencieron desde la primera hasta la última nota, dejándose la artillería pesada para el final del concierto (“In The Army Now’, ‘Rockin’ All Over The World’, ‘Whatever You Want’…), pero manteniendo el talante alegre y animado durante todo el show. Y a esas alturas de la tarde, cuando unas nubes que seguían avanzando con prisa daban tregua a un sol que quería dejarse ver a ratos (aquí el cielo cambia a una velocidad pasmosa), nos sentimos ya inmersos en la vorágine musical que recién había comenzado.
Le llegaba la hora a otros veteranos del festival (que no eran pocos): los teutones Accept, uno de los shows especiales de 2017 en Wacken, pues el combo presentaba su nuevo álbum 'The Rise Of Chaos', del que se tocaron varios temas, sin olvidarse de lo que, al fin y al cabo, el público soberano demanda: los clásicos que les permitieron hacerse un hueco más que merecido, aunque durante muchos años quizá infravalorado, en la historia del heavy metal. Tras una primera descarga arrolladora de una media hora, caía un telón tras el cual se preparaba la orquesta sinfónica de la República Checa que ha acompañado al siempre sonriente Wolf Hoffman en la grabación de su ‘Headbanger’s Symphony’, disco instrumental del que nos regaló un buen puñado de canciones, quizá demasiadas para un festival en el que se reclaman sonidos conocidos y tarareables. Mark Tornillo regresó finalmente a las tablas, agarrando el micrófono y, en medio de un incipiente y colorido ocaso, devolvió el movimiento a miles de cabezas con “Princess of the Dawn”. Accept, a día de hoy, son una auténtica apisonadora. No fallan, y aunque en esta ocasión hubiese preferido una parte instrumental menos extensa, no es algo que pueda enturbiar lo que para una servidora fue un sonido impecable y una actitud demoledora.
Setlist: Die By The Sword / Restless and Wild / Koolaid / Pandemic / Final Journey. [Wolff Hoffmann con la orquesta] Night on Bald Mountain / Scherzo / Romeo and Juliet / Pathétique / Double Cello Concerto in G Minor / Symphony No. 40 in G Minor - K. 550. [Accept con la orquesta] Princess of the Dawn / Stalingrad / Dark Side of My Heart / Breaker / Shadow Soldiers / Dying Breed / Fast as a Shark / Metal Heart / Teutonic Terror / Balls to the Wall
Terminamos el día con Volbeat, los cabezas de cartel con menos trayectoria de la jornada. El cuarteto danés ha subido como la espuma en los últimos años gracias a su reconocible estilo y a una producción de primera en sus seis discos publicados hasta la fecha. Y en directo no desmerecen. Su sonido es compacto y contundente, sin embargo, en esta ocasión me resultaron desganados, apagados, faltos de empuje. A pesar de coronar la noche con una muy buena ejecución y contar con un juego de luces espectacular, el cuarteto me dejó con sensación agridulce. El repertorio fue bastante tranquilo y Mr. Poulsen no pareció acabar de conectar con un público que, a esas horas, suele necesitar un acelerón extra para no sucumbir al cansancio provocado por horas y horas luchando contra los vaivenes climáticos y sus consecuencias sobre el terreno.
Setlist: The Devil's Bleeding Crown / Wild Rover of Hell / Heaven nor Hell - A Warrior's Call / Lola Montez / Let It Burn / Doc Holliday / Sad Man's Tongue / Soulweeper / Black Rose / For Evigt / Slaytan / Dead but Rising / Seal the Deal / Black Bart / Hallelujah Goat / Goodbye Forever / Evelyn / Fallen / Still Counting
Viernes
Con menos lluvia pero con un viento que disminuyó considerablemente la sensación térmica, comenzó la primera de las jornadas fuertes de esta edición del festival metalero más popular del continente europeo y uno de los más solicitados sobre la faz de la Tierra. A lo largo de las horas nos íbamos encontrando con gentes de todos los rincones del mundo (¡incluso un neozelandés!) que venían en peregrinación para cumplir con una de las citas obligadas en la vida de todo metalhead. “Al menos una vez en la vida hay que ir a Wacken”, solemos decir a los no iniciados los que ya hemos cumplido con tal misión. Y es que uno no deja de sorprenderse, por más veces que asista, de la pulcritud de la organización, la puntualidad y la inversión que año tras año hace que las facilidades ofrecidas vayan en aumento. Como el famoso “birraducto” inaugurado este mismo año y del que medios de comunicación de toda índole se han hecho eco. Se trata, ni más ni menos, de una tubería que conduce el suministro de cerveza a las distintas barras, para evitar así el uso de camiones que diariamente tenían que proveer a los cientos de surtidores de tan preciada bebida.
El cansancio, que comenzaba a ganar terreno, y la gran ciénaga en la que se había transformado la parcela, retrasaron nuestra llegada lo suficiente como para no poder ver a Lacuna Coil (apenas sí conseguí escuchar algunas melodías arrastradas por el viento). Así que Grave Digger se convirtieron en mi primera banda de la jornada. Aburridos. Con una bola de graves bastante considerable que lo enturbiaba todo. Una puesta en escena con sus tumbas y su muerte incluidas, pero sin chicha ni limoná. Y se notaba en el ambiente. En un principio me dio por pensar que era yo, que nunca he sido gran seguidora del combo y quizá no llevaba la mejor predisposición, pero los comentarios que iba escuchando no distaban mucho de mi opinión. Miré entonces el programa y me encontré con un gran dilema: a punto estaban de comenzar Sonata Arctica, mi banda maldita por excelencia. Por más que he intentado verles en directo, siempre ha ocurrido algo que me lo ha impedido. Y en esta ocasión se trataba de Kissin’ Dynamite tocando en la carpa Bullhead. Me lo pensé mucho, de verdad, quería comprobar si eran ciertas todas esas leyendas acerca del más que deficiente directo de los finlandeses… Pero no pudo ser. No me quedó más remedio que concederles el beneficio de la duda una vez más, pues los jóvenes hardroqueros ganaron el pulso y allá que me planté. ¡Y vaya si acerté! Los zagales se lo creen y sus seguidores también. La carpa estaba a reventar y el quinteto supo exprimir al máximo sus 45 minutos de actuación. ¡Las nuevas generaciones luchan por su lugar con uñas y dientes! Y eso es digno de elogio. Gracias a ello, me armé de valor, le di una patada al agotamiento y una gran sonrisa comenzó a dibujarse en mi cara.
Cosas buenas se cocían en aquella carpa, en la que pocos minutos después saltaban a las tablas Dog Eat Dog. Sin duda mi gran descubrimiento de este festival. No sé (aún) cómo se las gastan en disco, pero lo que es en directo… ¡Increíbles! Un no parar de saltar, de animar, de llevarse a la gente de calle con elementos diferentes canción a canción. Incluso se sacaron al tour manager a rapear, ¡y no veáis cómo se desenvolvía! Un subidón de adrenalina tan importante que hizo que el show de Grand Magus se me hiciera soso a pesar de los buenos intentos del trio sueco. Y no es de extrañar, porque en un festival con tantísimas bandas, ofrecer lo de siempre no es suficiente. Hay que reinventarse, introducir elementos diferenciadores que sorprendan. Pero a veces con una sonrisa extra es suficiente, como le sucedió a Matt Heafy, al que se le vio exultante. Trivium no necesitan una gran escenografía, ni unas luces impactantes. Su ejecución es tan aplastantemente precisa que su sonido es todo lo que les hace falta para congregar a miles de personas. Y, como decía, el extra fue un líder cómodo, tranquilo, disfrutando de cada acorde y cada melodía. Heafy se siente más seguro con su voz limpia y eso se nota. Y los coros naturales, sin pistas grabadas, en vivo y en directo, demuestran que son músicos de fiar, sin trampa ni cartón, comprometidos con su público.
Apocalyptica andan celebrando el vigésimo aniversario de su ‘Plays Metallica by Four Cellos’, pero, en mi opinión, no es un show adecuado para un lugar como este, en el que la única manera de mantenerse en pie es bailando, saltando, cantando. Yo, desde luego, me aburrí como una mona. Menos mal que justo después sucedió algo tan inesperado como que los españoles Alien Rockin’ Explosion subieran al escenario de la carpa Welcome To The Jungle como invitados especiales del Maschine’s Late Night Show. Interpretaron cuatro canciones, así como el que no quiere la cosa, y una servidora se quedó más ancha que larga al ver cómo bandas ibéricas se van haciendo un huequito más allá de sus fronteras.
Llegamos al final de Megadeth, justo para escuchar "Symphony of Destruction" y "Peace Sells". Sin imprevistos. Un muy buen sonido, un Kiko Loureiro ya asentado en su nuevo papel y un Mustaine en su línea, sobrio (aunque quizá algo menos que otras veces, ¿puede ser que incluso se le escapara alguna sonrisa?), pero correcto.
Para cerrar la noche y como cabeza de cartel, Marilyn Manson. Más de veinte años creando polémica con su estética, sus letras y sus declaraciones quizá le hayan servido para mantenerse en el tremendamente complejo y volátil negocio musical, pero la realidad es que no convence. Quizá en algún momento lo hizo, pero ya no. Comenzó con 15 minutos de retraso, cosa totalmente excepcional en un festival donde la puntualidad es uno de sus compromisos de calidad, para ofrecer un show anodino, aburrido y a veces incluso desagradable. Los descansos entre canciones se hacían largos hasta la desesperación. Que sí, que los cambios de escenario y vestimenta requieren su tiempo, pero sin agilidad, y tan a menudo, se hacen realmente molestos. Manson se paseaba por el escenario con desgana, dando la espalda al público a menudo, y no dejaba de golpear y lanzar por los aires el micrófono, con los correspondientes acoples que tan desagradables nos resultan.
Ni sus clásicos "The Beautiful People" o "Sweet Dreams (Are Made of This)" (Eurythmics) amagaron hacernos cambiar de opinión. Los asistentes comenzaban a abandonar el recinto de forma cada vez más numerosa sin esperar a que acabase. No era para menos. Que un cabeza de cartel decepcione siempre deja muy mal sabor de boca. Quizá era mi primera vez con el señor Manson y no estaba familiarizada con su espectáculo. Quizá sus seguidores más acérrimos disfrutaron. Pero qué queréis que os diga, tienden a caerme gordos los artistas que, ya sea por pura pose o por desidia real, parecen despreciar a su público, ese que les da de comer.
Setlist: Revelation #12 / This Is the New Shit / Disposable Teens / Great Big White World / The Dope Show / No Reflection / Sweet Dreams (Are Made of This) / We Know Where You Fucking Live / SAY10 / The Beautiful People / Irresponsible Hate Anthem
Sábado
Y por fin la lluvia decidió darnos una prolongada tregua. El sol comenzó a lucir con intensidad y los Pantanos de la Tristeza dejaron paso a terrenos más o menos embarrados por los que ya se podía transitar sin miedo a ser engullido sin piedad. La última jornada se presentaba realmente prometedora.
Rage abrieron el escenario Louder a las doce en punto, con un Peavy Wagner crecido ante la adversidad, algo a lo que parece estar acostumbrado y a lo que sabe sacarle la mejor de las ventajas. Una vez más, renacido de las cenizas cual Ave Fénix, Peavey recompuso su banda a finales de 2015 dejando bien claro que tiene las ideas claras y muy buena mano a la hora de elegir compañeros de viaje. Y, para regocijo de sus seguidores, además se encontraba en una forma vocal mucho mejor que en las últimas ocasiones que he tenido la oportunidad de verle.
Beyond the Black son la apuesta personal de los magnates de Wacken, banda a la que están promocionando por todo lo alto. Sin embargo, a pesar de la innegable calidad vocal de Jennifer Haben (que proviene de un cuarteto femenino de pop, ganador de un concurso televisivo alemán de talentos juveniles), se nota que es un producto comercial y eso es algo que me provoca bastante rechazo sin poder remediarlo. Al combo le faltaba naturalidad, complicidad… En definitiva, alma de rock. Pero como no hay mal que cien años dure, justo después, en el escenario contiguo, pudimos ver un gran telón en el que se leía Return to Roots. Sí, Max e Igor Cavalera, el germen de Sepultura, que se reúnen para hacer disfrutar como locos a los seguidores de los comienzos de la banda brasileña. Saltos y cabezazos al son de “Roots, Bloody Roots”, que se permitieron incluso tocar dos veces. También hicieron su particular homenaje a Mötorhead (no fueron los únicos) con “Orgasmatron”. Con Powerwolf, en plena tarde y pegando un buen solazo (solazo alemán, entiéndaseme), ya eran hordas las que se agrupaban frente al escenario para disfrutar de un show en el que su vocalista, Attila Dorn, estuvo especialmente fresco y en forma.
Pero el plato fuerte del día, y para muchos seguramente de todo el festival, era sin lugar a dudas el grandísimo e inigualable Alice Cooper. Fue la actuación más concurrida de los tres días de festival y obtuvimos, ni más ni menos, lo que esperábamos: calidad a raudales, espectáculo, teatralidad, un montón de clásicos (casi medio siglo de carrera musical a sus espaldas son dignos de la más sentida reverencia) y algunos temas nuevos (Mr. Cooper acaba de lanzar nuevo disco, ‘Paranormal’). Alice es una de las pocas leyendas vivas con las que aún contamos. A sus casi 70 años sigue en forma y no ha perdido un ápice de credibilidad. Y por si eso fuera poco, cuenta con unos músicos de diez, entre los que destaca (seguramente por su condición femenina) la magnífica Nita Strauss a las seis cuerdas. Genial ejecución y actitud arrolladora. ¡Bien por las mujeres que dejan huella, cada vez más, en el mundo del metal! Cooper también hizo su homenaje a Lemmy con un “Ace of spades” en el que compartió voces (¡y qué voces!) con su bajista. Para rematar la jugada, Alice donó una buena cantidad de dinero para apoyar el futuro de la música.
Setlist: Brutal Planet / No More Mr. Nice Guy / Under My Wheels / The World Needs Guts / Woman of Mass Distraction / Poison / Halo of Flies / Feed My Frankenstein / Cold Ethyl / Only Women Bleed / Paranoiac Personality / Ballad of Dwight Fry / Killer / I Love the Dead / I'm Eighteen / School's Out / Ace of Spades (Motörhead).
Poco a poco comenzábamos a ser conscientes de que aquello se acababa. Todo el cansancio se iba transformando en nostalgia anticipada, en satisfacción absoluta por lo vivido, en ganas de volver al primer día y comenzar de nuevo. Pero aún quedaba el broche final. Los Avantasia de Tobias Sammet volvieron a ponernos los pelos como escarpias, firmando una actuación redonda y deshaciéndose su líder en halagos hacia sus invitados (Eric Martin, Bob Catley, un adelgazadísimo Jorn Lande y un sublime Geoff Tate, sin olvidarse de la gran Amanda Somerville y el no menos portentoso Herbie Langhans). Toda mi admiración para alguien que sabe reconocer el mérito ajeno y está dispuesto a rodearse de intérpretes de mayor calidad técnica que la propia, dejando de lado las tan habituales luchas de egos.
Setlist: Mystery of a Blood Red Rose / The Scarecrow / The Story Ain't Over / Dying for an Angel / Twisted Mind / Reach Out for the Light / Farewell / Seduction of Decay / Avantasia / Shelter from the Rain / Runaway Train / Promised Land / Let the Storm Descend Upon You / Lost in Space / Sign of the Cross - The Seven Angels
Coloridos fuegos artificiales ponían fin a esta ópera metal y nosotros, henchidos de emoción, nos dirigíamos a dar todo nuestro apoyo a la única banda española (sin contar las imprevistas actuaciones de Alien Rockin’ Explosion, que repitieron el sábado sobre el escenario del Welcome to The Jungle) confirmada en Wacken 2017: Lords of Black. Heavy metal elaborado y contundente que, por desgracia, se vio afectado por un horario muy poco favorable (02.00 de la madrugada, última actuación dentro de la carpa Bullhead, con mucha gente ya obligada a tener que ausentarse por la pronta salida de los primeros autobuses hacia Hamburgo) que dio lugar a baja afluencia de público y, por consiguiente, un sonido defectuoso, con predominio de un bombo que tapaba buena parte de las frecuencias agudas (de las guitarras de Tony Hernando tan sólo podíamos apreciar las partes de solo). En cualquier caso, hay que estar ahí y darlo todo como ellos hicieron, demostrando que están más que a la altura para formar parte de eventos como este gran festival. Ojalá la próxima vez tengan mejor suerte, pues no eran pocos los que, incluso a esas horas, animaban y coreaban junto a Ronnie Romero las letras de sus canciones.
Todo llega y todo pasa, amigos. Muchos ahorran durante meses, e incluso años, para poder presenciar esta gran fiesta del metal donde reina la fraternidad y el buen rollo entre las miles y miles de personas (de unos 80 países, según la organización) que durante estos días comen juntas, duermen juntas, se empapan juntas y, sobre todo, disfrutan juntas. Lo mejor: el espíritu de unión, la gente a la que conoces durante la estancia (y el trayecto) y con la que compartes momentos desternillantes, únicos, inolvidables. Lo peor: no es el clima, por más que llueva o frío que haga, sino el no poder disfrutar del don de la ubicuidad y tener que elegir cuando dos (o más) bandas se solapan, con distancias, a veces, de más de media hora entre escenarios. Eso sí, el nivel musical no bajará, viendo las primeras confirmaciones de 2018. En cualquier caso, siempre, y digo más, siempre, siempre merece la pena. Porque Wacken es sinónimo de calidad en todos y cada uno de sus aspectos. Porque es mucho más que un festival, es una convivencia donde hay lugar para música, teatro, degustación de todo tipo de viandas y mejunjes, compras, juegos medievales, karaoke, espectáculos de humor y de fuego, culinarios y de motor, bailes, cine… Hay lugar para todo… ¡Lo que no hay es tiempo para todo! Wacken, see you next year, ¡rain or shine!
Texto: María Neila
Fotos: Íñigo Malvido
3 comentarios
Me alegro mucho saber, que el Festival internacional de Heavy metal más grande y MARAVILLOSO del mundo sigue en pie.
GRACIAS por todo ello y GRACIAS al Heavy metal por existir.
Milá M. L.
Desde Arnedo en La Rioja(España).
Macho si dices ke te aburriste con Apocalyptica,el homenaje de los hermanos Cavalera a Motorhead,concretamente a Lemmy,fue Ace of spades,no orgasmatron y ni haces una mención al brutal concierto ke se curraron los Heaven Shall Burn a las 4 de la tarde (donde más circle pit hubo) ni al acojonante de Amon Amarth no sé en ke coño de Wacken estuviste