Crónicas
W.A.S.P.: Visto y no visto
«Ironías de la vida, el que en un principio iba a ser un ambicioso escarceo en solitario, disco conceptual de trágica historia muy distinto a las canciones con las que W.A.S.P. alcanzó el estrellato, ha acabado convirtiéndose en el álbum al que Blackie recurre cuando no hay un motivo de peso para volver a la carretera, esta vez para celebrar su 25º aniversario»
Sala La Riviera, Madrid
Texto: Juan Destroyer. Fotos: Alfonso Dávila
Ironías de la vida, el que en un principio iba a ser un ambicioso escarceo en solitario, disco conceptual de trágica historia muy distinto a las canciones con las que W.A.S.P. alcanzó el estrellato, ha acabado convirtiéndose en el álbum al que Blackie recurre cuando no hay un motivo de peso para volver a la carretera, esta vez para celebrar su 25º aniversario.
Para el fanático de la banda probablemente sea pecado ponerle algún pero a ‘The Crimson Idol’, al mismo tiempo que al aficionado medio la idea de escucharlo entero en un concierto podría resultarle poco atractiva. Sin duda el reclamo no satisfecho de una segunda parte del show donde repasarían sus clásicos contribuyó a que no llegaran entradas a la taquilla.
Es justo decir que el set de ‘The Crimson Idol’, donde la música comparte protagonismo con los audiovisuales proyectados en tres grandes pantallas, se hace más entretenido de lo que a priori uno puede imaginar. Por otro lado, los largos compases instrumentales de algunos de los temas, las partes acústicas (en realidad ejecutadas con la guitarra de doble mástil de Doug Blair), así como las locuciones entre canción y canción, le dan relajo vocal a Blackie, quien no se ve en la necesidad ni de saludar a la audiencia siquiera, imbuido en una sobria pero efectiva interpretación. Cuenta además con que Doug y el bajista Mike Duda le van a cubrir las espaldas con los coros, y el cantante da lo mejor de sí, no temiendo que su voz esté en primer plano. Por cierto que las guitarras rítmicas quedaron a veces en desventaja, enterradas entre el protagonismo del micro y la pegada del sudafricano Aquiles Priester (ex de Angra y Primal Fear entre otros), batería para la gira europea de la banda.
Los coros del público cantando “Murders in the new morgue” en “Chainsaw Charlie”; los hirientes y heridos alaridos de Lawless en “Arena of Pleasure” o “Doctor Rockter”; el solo de Blair en “The Idol”, una especie de “Comfortably Numb” versión metalera; los amorosos abrazos de pareja en “Hold On to My Heart”; el dramatismo final con el extenso “The Great Misconceptions of Me”, que recupera y refuerza melodías del resto de la obra. Esos son algunos de los puntos álgidos de este bloque del show, que ocupó más o menos una hora. ¿Cuánto habrá en Blackie de Jonathan Steel, la descarriada estrella del rock que no podía vivir sin el amor de sus padres?
Hasta aquí, contentos, lo malo es que la segunda parte del espectáculo fue más bien un simple bis precedido por la consabida intro con fragmentos de algunos de sus temas más conocidos. ¿Encima recochineo? Se dejaron tanto en el tintero que enumerar sería un ejercicio de masoquismo, y la duración de ese pregrabado fue suficiente como para haber tocado otro tema, pero es que en realidad disimula otro descanso para la voz de Blackie. “Buenos día Madrid, ¿cómo está?” es su saludo antes de azuzarnos con “L.O.V.E. Machine”, cuyo erótico videoclip levantaría aún más polémica si se hubiera publicado anteayer de la que suscitó en su día, aunque sería atacado desde un frente bien distinto al del PMRC…
Tras un amago que provoca nuestra reacción inmediata, Blackie finalmente se arranca con “Wild Child”, y bien saben en Murcia y Burlada que tuvimos suerte. Si no hubiéramos coreado el nombre del cantante en los instantes previos, igual hasta nos habría privado de esa propina. En algunos conciertos el encore ha llegado hasta los cinco temas, pero aquí no hubo suerte.
No nos engañemos, a pesar de que es un buen tema y de que Blair se sale con un épico solo, “Golgotha” fue un bajonazo ahí enclavado, está lejos de la vitola de clásico. El ego creativo, de alguna manera hay que justificar 25 años de existencia posterior a ‘The Crimson idol’.
Lawless sigue con su guitarra nuestros oés antes de echarnos de la sala con “I Wanna Be Somebody”. Se come algunos versos sin que nosotros, que apuramos los estribillos con glotonería, le demos demasiada importancia; y es que sabemos que la tacañería de este Re-idolized Tour –hora y media de show, solo 14 canciones- está estrechamente relacionada con los límites de un cantante que, mientras estuvo sobre las tablas, mostró buen nivel.
Justo el día de antes se cayó el telonero para el resto de la gira, con lo cual la velada fue más corta todavía. Beast in Black alegó que no se les estaba tratando según lo acordado, sin entrar en más detalles.
Texto: Juan Destroyer
Fotos: Alfonso Dávila
Lo sabes, lo sabemos, los heavys también tienen su corazoncito. Hold on to my Heart. Gran Blackie en Madrid @WASPOfficial pic.twitter.com/BcyPe57Xpb — MariskalRock (@mariskalrock) 3 de noviembre de 2017
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4 comentarios
¿Una hora y cuarenta? casi ni hora y media incluyendo videos y demás ,quitando el descanso antes de los bises claro, pero vamos incluyendo el descanso antes de salir en los bises tampoco llega a hora y cuarenta, fueron 14 temas no dio para mas blackie, ojala...
Es verdad, hora mal mirada, corregido, gracias.
Efectivamente el concierto muy corto, y Blackie no fue generoso con todos nosotros que esperamos más.
Blackie correcto dentro de sus posibilidades, pero todo hay que decirlo, repetiría sin duda.
Salud y rock and roll
Nos vemos en Helloween.
¡Y nosotros!