Crónica de Queen + Adam Lambert: Una noche entre dioses

Salido del American Idol de 2008, en el que quedó segundo, este chico de 34 años tiene una voz poderosa. Su estilo encaja a la perfección con la idea de Queen; se pasea como una auténtica reinona y se cambia tantas veces de look, siempre perfectamente combinado con como el espectáculo lo requiera. Es moderno, extremado, elegante y cursi a la vez.

A su lado, Queen, con un Brian May magistral y un elegante Roger Taylor, al que no sé seguro si los años pasan para él.

La noche dio comienzo con uno de los temas que compusieron en el '80 para la película Flash Gordon, "The Hero". Cayó el telón y desembarcaron con cinco rockerísimas canciones: "Hammer To Fall", "Seven Seas Of Rhye", "Stone Cold Crazy" y el desenfreno de "Fat Bottomed Girls". Les sucedieron "Play the Game" y la glamurosa "Killer Queen" que Lambert cantó sentado en un inmenso trono y desde el cual presentó el show. Gritaron al unísono las 18.000 personas que llenaban el Sant Jordi cuando Lambert recordó a Mercury y nos mandó buscar en nuestro corazón la libertad para entonar el "I Want To Break Free", seguida de una maravillosa "Somebody To Love".

La genialidad de Queen reside en la espectacularidad y la calidad de sus composiciones musicales. No en vano marcaron un antes y un después en las historia de la música y se ha convertido probablemente en la banda que más ha influenciado a otras bandas en todo el mundo. Ver a Brian May interpretar y cantar "Love Of My Life", y a Roger Taylor "These Are The Days of Our Lives", fue con toda seguridad uno de los momentos más mágicos de la noche. Apareció Mercury en la pantalla gigante entonando el final de "Love Of My Life" y el público ensordeció. El instante nos recordó que ellos son leyendas vivas y que todas éstas canciones nunca envejecerán.

No hay que decir que la puesta en escena y el montaje de luces fue increíble en cada pieza, incluso cuando Roger Taylor, junto a su hijo Rufus, hicieron una batalla de baterías de un extremo del escenario a otro. Divertido y asombroso. Hubo un momento para recordar a David Bowie y el setlist siguió con "Under Pressure" y "Crazy Little Thing Called Love". Para cuando empezó a sonar "Don't Stop Me Now" el Palau Sant Jordi se había convertido en una auténtica pista de baile.

En la recta final del concierto nos esperaban el resto de grandes hits de Queen. Empezaron con el que compuso el bajista John Deacon para el álbum The Game en el '80 y que marcó una inflexión musical en la trayectoria de la banda y del panorama musical del momento. "Another One Bites The Dust" le dio protagonismo al actual bajista, Neil Fairclough. Le siguieron "I Want It All" y "Who Want To Live Forever", en la que una gigantesca bola de luces giraba sobre las almas que colmaban el lugar. Finalmente llegó el momento de Brian May y su Red Special (guitarra construida por él mismo y la ayuda de su padre y de la que nunca se ha separado) con un solo literalmente volando entre las estrellas. Una plataforma lo elevó ante la enorme Q que presidía el escenario y en la que se proyectaba el universo.

Después de "Tie Your Mother Down" en la que todos vestían de blanco, llegó otro de los momentos excepcionales de ayer, el "The Show Must Go On" seguido del "Bohemian Rhapsody". La amalgama de todas esas miles de personas coreando las letras de pe a pa, las imágenes de la historia de Queen que todos albergamos en la memoria proyectados en las pantallas, y las luces cegadoras, te elevaban un palmo del suelo. Indescriptible y sensacional. Lambert no es Freddy Mercury, obvio. Pero Lambert, que tiene un papel muy complicado, se defiende con seguridad, con personalidad propia y con una voz imponente. El baile interminable del "Radio Ga Ga" marcó el final del concierto. Se retiraron del escenario mientras el público coreaba a Queen y volvieron tras unos minutos para ofrecer dos joyas que nunca pasaran a la historia, "We Will Rock You" y "We Are The Champions". Broche de oro a una noche de luna llena.

Como en todo retorno de grandes bandas hay esta estela de duda sobre el porqué, si es la máquina de generar dinero o si es este afán de alimentar el ego. En Queen, se le suma la desaparición de la figura emblemática y carismática del genio Mercury. Después del show de ayer, único en España, una servidora lo celebra. Celebro que Queen haya vuelto con Adam Lambert. Porque tener la oportunidad de escuchar interpretadas en directo y a la perfección estas grandes obras musicales es un lujo y un placer, al oído y a la vista. "We Will Rock You", "We Are The Champions", "Another One Bites The Dust", "I Want It All", "Don't Stop Me Now" y la estratosférica "Bohemian Rhapsody", por citar algunas, son composiciones musicales de una envergadura soberbia que las ha catapultado al estrellato y para siempre jamás vivirán entre los dioses. Lo de ayer fue un privilegio, y con Freddy Mercury imagino que sería sublime.

Detalles del show:

• Antes de cantar "Love Of My Life", Brian May se dirigió al público en catalán y en castellano: “Bona nit, Barcelona! Com esteu? Estamos muy felices de estar aquí con vosotros. Gracias por vuestra bienvenida, guapos!”
• El Palau Sant Jordi presentó una imagen magnífica cuando Brian May, antes de interpretar y cantar 'Love Of My Life' pidió a los presentes que mostraran las luces de sus teléfonos para hacer un enorme selfie.
• El concierto se pudo ver por Periscope, con una gran cámara de 360 grados.
• El batería Roger Taylor estuvo acompañado de su hijo Rufus Taylor a las percusiones durante todo el concierto. En 'Tie Your Mother Down' se cambiaron los papeles y Rufus tocó en la batería principal.

Texto, fotos y vídeos: Roser Montané Tardá

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