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Crónica de Monóxido: Sátira y cachondeo en nombre de Ros

Sala Republik, Madrid.

Ros está en todas partes. Para muestra, su aterrizaje en vísperas de la semana santa a la capital estatal para ofrecernos una cofradía llena de riffs potentes, letras irreverentes y rock rural soviético.

Monóxido y sus secuaces saltaron al escenario uniformados con la equipación de la selección de la Unión Soviética, después de una intro en forma de oración que “santificaba nuestro chándal”.

Esta particular manera de empezar nos daba una idea de lo que iba a suceder en el concierto. “La culpa es tuya”, “Hoy estoy soberano” y “No me gusta tu percal” continuaron esta homilía tan particular.

Monóxido es puro espectáculo en directo; con sus extravagantes bailes haciendo el robot, sus gafas de sol y su chándal rojo fue capaz de divertir a una sala que se lo pasó en grande con el carisma que desprendía. No podemos omitir el sello personal de la banda, con unas letras llenas de ironía, sátira y cachondeo.

monoxido-directoPero no todo fue rock and roll, ya que también hubo un hueco para el acústico con “Somos España” y “Que hay de lo mío”. En este mismo formato nos regalaron una improvisada versión de “Yesterday”, con letra muy diferente a la que escribió Paul McCartney en su día.

Para la recta final, volvieron a coger las guitarras eléctricas para tocar “Me mola tu madre en chándal” o el tema que refleja lo que nos preocupa a los españoles: “El gran problema…es el arbitraje”. La última parecía que iba a ser “Hostias en Pedraza”, pero el público pidió más (en concreto “Tierra de pinares”). Ante el clamor popular, Monóxido y su banda volvieron a subir para satisfacer al respetable y, además, acabar con “Jatobuey”, el corte definitorio de Monóxido como banda con el que el propio cantante acabó tirado por los suelos.

Así pues, y tras hora y media de reverencias y nombramientos en vano hacia la figura de Ros, acabó esta misa presentación de 'Creo en Ros'. Visto lo visto, y escuchado lo escuchado, me tengo que declarar seguidor confeso de Ros y de cada uno de sus mandamientos.

Texto y fotos: Alejandro García Aguejas

Redacción

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