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Crónica de Mad Cool Festival 2025 (viernes) con Nine Inch Nails, Kaiser Chiefs o Alanis Morissette: El eco de una fábrica abandonada

Tras la resaca del jueves con Iggy Pop, Muse o Weezer como principales reclamos, la segunda jornada prometía no quedarse atrás. Una jornada que empezaba de nuevo bajo el calor que sacudía Madrid a las 18:00 horas con Hermanos Gutiérrez, el dúo formado por los hermanos suizo-ecuatorianos Alejandro y Esteban Gutiérrez que han sabido conquistar a público y crítica con su inconfundible sonido instrumental. Su música bebe del folk latinoamericano, el western y el surf rock, mezclado con un halo cinematográfico que evoca a carreteras polvorientas, puestas de sol y entre cuyas influencias están Ry Cooder o Ennio Morricone.

Nine Inch Nails

Me sorprendió gratamente ver tanta gente a esa hora tan temprana para disfrutar de temas como “Thunderbird”, que podría ser la banda sonora de una película de paisajes fronterizos y autopistas infinitas, “Sonido cósmico”, con el que nos envolvieron en una atmósfera casi hipnótica, o “Esperanza”. Muchos de los temas llevan el lapsteel de Alejandro como hilo conductor que hace que parezcan un western de dunas en forma de pentagrama. A veces una banda no necesita voces, su música habla un lenguaje tan propio que parece que los acordes respiran y ese es el caso de Hermanos Gutiérrez.

Hermanos Gutiérrez

Tras este viaje sonoro nos dirigimos con calma a ver el comienzo de Future Islands, con ese estilo synth pop que hace pensar en New Order, para después acercarnos a curiosear a Benson Boone, otro de los cabezas de cartel y uno de los nombres más prometedores del pop actual.

Su voz recuerda por momentos a Lewis Capaldi o Sam Smith y, al igual que ocurrió el jueves con Gracie Abrams, encaja como un guante en el imaginario de la generación Z. Saltó a la fama tras publicar contenidos en TikTok y participar brevemente en American Idol y desde entonces su carrera ha ido meteórica.

Su puesta en escena con esas acrobacias, especialmente las volteretas o backflips desde el piano, se han convertido en la marca registrada o sello personal de sus conciertos. Aunque no caigas, estoy seguro de que en algún momento has escuchado “In the Stars”, “Slow It Down”, “Cry” o la canción a la que le debe todo, “Beautiful Things”, con la que cerró su concierto.

Last Train

Alanis Morissette era parada obligatoria, pero esos quince minutos que faltaban para que empezara los aprovechamos para asomarnos al inicio de los franceses Last Train, que tienen un directo bastante envolvente y más oscuro de lo que imaginaba, como una versión post rock o más guitarrera de Interpol o Editors. Una lástima que coincidiera en horario con Alanis, pero volverán en octubre a Madrid, por si no pudiste verlos.

Y ahora sí, llegaba el turno de Alanis Morissette, todo un icono del rock alternativo de los noventa que redefinió el papel femenino en el rock mainstream rompiendo moldes con el maravilloso ‘Jagged Little Pill’ (1995). Consciente del potencial de este disco, abrió metiéndonos a todos en el bolsillo con “Hand in My Pocket” y “Right Through You”, iniciando así ese diario de nostalgia en el que nos sumergiría durante la siguiente hora. Alanis tiene una presencia escénica magnética y una energía sin filtros que contagian desde el primer momento. Canciones como “Hands Clean” nos atraparon con su adictivo estribillo, mientras que la clásica y maravillosa “Head Over Feet” desplegó esa calidez y sinceridad que solo Alanis sabe transmitir.

Alanis Morissette. Foto: Javier Bragado (Mad Cool)

Hay que destacar también “You Learn” o “Smiling”, con esa voz que es cicatriz y bálsamo al mismo tiempo. “Ironic” fue sin duda uno de los momentos más esperados de la tarde con todos desgañitándonos en la parte que reza “It' s like rain on your wedding day” mientras se desnudaba vocalmente de nuevo con “Are You Still Mad”. No podía faltar otro de sus himnos por excelencia, “You Oughta Know”, que provocó un momento de catarsis colectiva como un grito ancestral, las atmósferas infinitas de “Uninvited”, que nos hechizaron a cámara lenta con su particular voz, o el abrazo final de despedida, “Thank U”.

Ese instante en que somos nosotros quienes debemos agradecerle haber sido la banda sonora de algún rincón de nuestra juventud. Sin duda, uno de los mejores conciertos de esta edición hasta el momento, una opinión que era vox populi entre el público.

Alcalá Norte

El daño colateral de todo esto fue que Alcalá Norte, una de las formaciones más interesantes del nuevo pop español con espíritu post punk, coincidía en el escenario Ouigo a la misma hora. Por suerte, todavía queda su doblete en La Riviera a final de año para resarcirse.

Cambiamos de escenario y aterrizamos en el Region of Madrid para encontrarnos con los australianos Jet. ¿Qué tendrá Australia para parir bandas que huelen a gasolina y rock n’ roll? Ahí están AC/DC, Airbourne, Wolfmother o The Vines, quienes junto a Jet precisamente lideraron aquel renacer del garage rock en los 2000.

Pasadas las 21:30, los hermanos Nic (guitarra y voz) y Chris Cester (batería) ocupaban el escenario como la columna vertebral de Jet, una banda con ese carácter crudo y salvaje tan propio del rock australiano. Son de esas formaciones que te hacen reconciliarte con el poder del riff, como si cada concierto pudiera ser el último. Repasaron desde clásicos como “Cold Hard Bitch” o “Rollover D.J.” hasta su más reciente lanzamiento, “Hurry Hurry”, dejando claro que Jet no vive solo de nostalgia.

Jet

Aunque el corazón de Jet suele latir a altas pulsaciones durante todo el concierto, no temen bajar las revoluciones y mostrar su lado más melódico. Por ejemplo, “Look What You've Done” es como ese cigarro calmado que enciendes a escondidas en una gasolinera a las tres de la mañana, sabiendo que no deberías, pero disfrutando cada calada. Y cuando tiras la colilla encendida, todo salta por los aires con el “Are You Gonna Be My Girl”, su himno por antonomasia y la canción que los puso en boca de todos a nivel mundial gracias a su álbum debut ‘Get Born’ (2003).

Además, si eres australiano y quieres hacer una versión, lo haces a lo grande, con “It's a Long Way to the Top (If You Wanna Rock 'n' Roll)”, que presentaron como el “himno de Australia” y además sirvió de homenaje a AC/DC recordando que el rock nunca fue fácil, pero siempre merece la pena.

Antes de irnos a ver a Trent Reznor y compañía, todavía hubo tiempo para abrir el paladar con dos bocados bien distintos. Primero nos acercamos al lado más rockero con Dead Poet Society, una banda de sonido alternativo que recuerda a Royal Blood con pinceladas de Queens of the Stone Age, pero con un sello propio. Si no, basta escuchar temas como “CoDA”, “.intoodeep.”, “American Blood” o “.swvrm.”.

Kaiser Chiefs

Posteriormente, nos movimos a Kaiser Chiefs, banda clave del revival británico de mediados de los 2000. Para Ricky Wilson parece como si no hubiera pasado el tiempo desde aquellos días de borrachera britpop al interpretar temas como “Ruby”, capaz de convertir cualquier festival en un karaoke colectivo. Tiraron del clásico de los Ramones “Blitzkrieg Bop”, que siempre funciona da igual el género, la época o quién la toque, “Never Miss a Beat” es muy contagiosa en directo con esa batería que no te dejaba los pies quietos, la melódica “Hole in My Soul” o “I Predict a Riot”, una canción que resume a la perfección el espíritu del indie británico.

Cerraban el concierto con la crítica social envuelta en el pop infeccioso de “The Angry Mob”, “Take My Temperature”, demostrando que todavía hay calor bajo la piel del revival del britpop, para finalizar con el gancho de “Oh My God”. Los de Leeds son siempre una apuesta segura para cualquier festival.

Nine Inch Nails

Última y fundamental parada del día, Nine Inch Nails, el proyecto liderado por Trent Reznor desde finales de los ochenta y una de las bandas más influyentes del rock industrial. Repetían en el festival tras su paso en 2018, con esa mezcla abrasiva de electrónica, distorsiones pesadas y atmosferas oscuras que los emparenta directamente con Ministry, pinceladas de Depeche Mode o Marilyn Manson, a quien Reznor descubrió en 1993 y produjo el primer álbum del reverendo,‘Portrait of an American Family’, un año después.

Tras haberlos visto en varias ocasiones, puedo afirmar que disfrutar de un concierto de Nine Inch Nails es como cruzar el umbral de una fábrica abandonada, llena de hormigón, vigas oxidadas y cables chisporroteando. Un lugar donde el tiempo se disuelve y del que, una vez dentro, ya no hay salida.

“The Beginning of the End” fue la encargada de abrir las rejas para todo el público de Mad Cool que quisiera adentrarse en su guarida, y vaya si lo hicimos.

Seguidamente “Wish” fue la primera explosión que reventó los muros de contención con esos caóticos beats industriales que son pura dinamita. Seguimos corriendo por los pasillos estrechos al ritmo de “March of the Pigs” antes de detenernos a respirar mientras Trent Reznor nos susurra al oído la letra de “Piggy”, como si fuera un chamán y nosotros simples cuerpos entregados a su música. Seguimos serpenteando con “The Frail” y “The Wretched” o “Find My Way” nos abría camino como una linterna tenue, preparando el terreno para “Closer”, que nos indicaba que habíamos llegado a la nave central del concierto con nosotros como engranaje para que todo funcione. “Copy of A” fue una misa negra de distorsión, sudor y luces estroboscópicas.

Es innegable que hay algo ceremonial en la figura de Reznor encima de un escenario. “1,000,000” fue energía punk, “Burn” fue literalmente abrasiva mientras que “The Perfect Drug” era esa paranoia química en forma de canción que compusieron para la película de David Lynch, ‘Lost Highway’, con Trent Reznor como su alquimista.

Se acercaba el final del concierto con una combinación de himnos formada por los riffs directos de “The Hand That Feeds”, la inmortal “Head Like a Hole”, que sacudió nuestras cabezas con un puñetazo directo desde la era de ‘Pretty Hate Machine’ y la desgarradora “Hurt”, que llegó como una confesión íntima y final. No quedaba nada por decir. Solo el eco de una fábrica abandonada y la certeza de que, durante una hora y media, habitamos el corazón oscuro del ruido.

Afortunadamente la jornada transcurrió sin sustos ni contratiempos con el sonido como el día anterior en las actuaciones de Gracie Abrams e Iggy Pop.

Redacción

Un comentario

  1. Solo hecho en falta el concierto de Bad Nerves, que ha sido puro punk, tremenda la energía que desprendieron!
    Y aunque el concierto de NIN ha sido tremendo, para mí Alanis ha sido el concierto del día, como esperaba.

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