Crónica de Leo Jiménez: Demostración de supremacía

Con un auditorio que exhibía una cantidad de gente más que interesante, serían pasadas las 23:40h cuando poco a poco van tomando las tablas uno a uno hasta que Leo saluda y, guitarra en ristre, arremete con “Desde niño”, que entra directa y empalmada con “Condenado”.

Momento para presentarse en sociedad, contándonos que a base de Internet se había empapado sobre las fiestas de Aluche, para llegar a la conclusión de que la gente del barrio venía a decir algo así como que los grupos de este año no los conocía nadie.

Sin salirse del tiesto, el fuenlabreño reivindicó que el metal mueve más público de lo que se imagina el espectador popular.

Rápido sueltan “Misantropía” y “Volar”, dedicada a todos los moteros que han perdido la vida en la carretera, tristemente coincidiendo con el fallecimiento, horas antes, de Luis Salom tras un grave accidente en los libres del GP de Catalunya. “Hambre”, ya sin guitarra, lo grita bien alto y se lo escupe a las casetas que cercan el recinto, aquéllas instaladas por los partidos políticos, desde los unos hasta los de más allá.

“Con razón o sin razón” sube la temperatura, conjugando un trío ganador junto a “Bebe de él” y “Caminos de agua”, precisamente antes de empalar otro triplete opuesto: “Vuela alto” con acústicas, el “Ojos así” de Shakira que suena francamente bien, y el baladón “Caballo viejo”.

Jiménez y la pedazo de banda que lleva consigo andan cómodos sobre las tablas, y la violenta “No hay más canciones para ti” se recrudece aún más con la intervención de Mero Mero, que debió espantar del todo al espectador casual que sólo andaba por allí porque eran las fiestas del barrio. Aplaudo el giro que se ha marcado Leo con ‘La factoría del contraste’ hacia sonidos más ruidosos.

Largo solo de batería de Carlos Expósito para cerrar la actuación con “Tu destino”, imponente y extraordinaria.

Para los bises se guardan la fulgurante “Resurrección” de Saratoga, “Parte de mí”, dedicada a su familia que se encuentra entre el respetable, y la mastodóntica versión del “Hijo de la Luna” de Mecano que adaptaran en su momento Stravaganzza.

Hora y media donde el metal se reivindica en saber estar y poder de convocatoria; y Leo dando una lección de sobriedad, derrochando actitud sin empalagar, tirando de garganta en mil registros, y siempre saliendo airoso del envite. Un puto placer verles en acción a apenas 300m de mi casa.

Desmesurado y colosal Leo Jiménez.

Texto: Javier Pérez
Fotos: Sandro Santos

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