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Crónica de Evaristo en Barcelona: Espejo de la generación de La Polla Records y mucho más

Por cuestiones logísticas y de última hora, no pude llegar a tiempo para ver a todas las bandas invitadas. Solo alcancé a ver el final de Non Servium y, con mi pesar, me perdí las actuaciones de Kaos Urbano y La Barraka Ska. Pero, como si el destino lo supiera, llegué justo a tiempo para el evento principal, para ser testigo de la noche en que Evaristo Páramos reafirmó su figura como un icono y la voz de una generación que no se rinde.

El 23 de agosto de 2025, las históricas paredes del Poble Espanyol de Barcelona, que imitan la arquitectura de toda España, fueron testigos de un ritual que no pertenecía a ningún tiempo ni lugar, sino al pulso eterno del punk. No fue un simple concierto, sino el testimonio vivo de un legado. La ironía era el telón de fondo, un recinto “tan cómodo que incomoda a los punks” se disolvió ante la presencia de un crisol generacional que se movía entre la cancha y las gradas.

Allí, los viejos punkarras que ya caminaban con bastón se fundían en abrazos con las nuevas hornadas de mohicanos y pinchos, todos unidos por una banda sonora que ha marcado décadas de rebeldía en la ciudad. Evaristo, el “espejo de una generación”, es para Barcelona un símbolo de resistencia cuya influencia trasciende los escenarios; sus letras han sido la banda sonora de protestas, y su legado se ve en los grafitis y camisetas de los barrios más alternativos.

El concierto fue un viaje épico a través de la historia del punk en español, y de la trayectoria de Evaristo en particular. El show arrancó con una tensión palpable en las primeras filas, que se disolvió de manera casi milagrosa con la rabia inicial de “Nuestra alegre juventud”. El público, que segundos antes estuvo envuelto en una batalla campal, se unió en un pogo furioso, pero sin agresiones.

A partir de ahí, la banda no dio tregua, saltando con una fluidez impresionante a Tropa do Carallo con "...O esclavos", manteniendo viva la crudeza. Se adentraron en el sonido más directo de Gatillazo con himnos como “Otra canción para la policía”. En un momento que detuvo la respiración, la banda hizo una pausa para desplegar una bandera palestina mientras Evaristo, sin tapujos, proclamaba: “Gaza resiste, Palestina existe”, reafirmando su llamada a no permanecer en silencio ante lo que considera un genocidio.

Después de la pausa, la irreverencia de The Kagas se hizo presente con "Come libertad" y la intensidad de The Meas en "Poesía". La banda regresó a la esencia de La Polla Records con "Come mierda" y "Así es la vida", canciones que resuenan con la frustración cotidiana y que el público gritaba como si fuera la primera vez.

En el escenario, Evaristo se mostró como la personificación del punk. A sus 65 años, se movía sin cesar, con su camiseta “Influencers Fuck Off!”, gesticulando, haciendo movimientos irreverentes y escupiendo. Era la encarnación de un concepto indefinible, un Mick Jagger moldeado de manera inmoral. Su honestidad brutal se encontró con la aceptación incondicional de un público que entiende y comparte su incongruencia. El público le respondió con devoción; y aunque la intensidad del pogo fuera diferente a la de los ochenta, la conexión emocional fue absoluta.

La noche se construyó hacia una apoteosis de nostalgia y rabia contenida. Los himnos de La Polla Records desataron la locura colectiva; la gente cantó a pleno pulmón "No somos nada". La primera tanda de bises, con "Salve" y "Ángeles caídos", generó un estallido de emoción. Justo antes del final, dos jóvenes punks, uno con el torso desnudo y una prominente cresta mohicana, invadieron el escenario para desplegar una bandera anarquista, un acto espontáneo que demostró la vitalidad del espíritu rebelde en las nuevas generaciones.

La segunda ristra de bises llevó la noche a su punto culminante con la icónica "Carne pa' la picadora" y la potente "Esclavos del siglo XXI" de Gatillazo. La noche culminó, como no podía ser de otra forma, con "Ellos dicen mierda". Con el cigarro en la mano encarando a las primeras filas, esa oda musical que sirve de consuelo ante la inevitable derrota social, el público, extasiado, entendió que había presenciado un momento irrepetible.

Evaristo se despidió sin discursos, con un simple guiño, dejando claro que su legado no necesita palabras, solo música y convicción. El concierto fue la prueba viviente de que el punk sigue siendo una herramienta vital para la crítica y la resistencia, y que su voz sigue siendo una fuerza necesaria en Barcelona y más allá.

Redacción

3 respuestas

  1. Pedazo de resumen hacia el gran concierto que ofreció el gran y mitico EVARISTO con su buena banda en solitario a través de tan conocidos temas de las bandas en las que puso su calidad y combativo compromiso.

  2. Dejó mucho que desear el sonido. Sonaba muy embarrado y mal equalizado, kaos urbano y non serviim sonaron mucho mejor aún tocando un "punk Oi". Aún así, momento inolvidable.

  3. Te juro que si te localizo algún día hago todo lo posible para que te encierren en lo más oscuro a pan y agua y luego tiren la llave

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