Crónica de El Gran Wyoming y Los Insolventes: Una animada verbenilla
27 octubre, 2016 1:21 pm 1 ComentarioKafe Antzokia, Bilbao
No hay nada como salir en la tele para llenar conciertos o vender libros. La gente suele ser así de tonta, ven un personaje conocido y enseguida se apresuran a intentar hacerse la foto, dar la barrila o acercarse el máximo posible, como si la popularidad se contagiara con la misma facilidad que la estupidez humana. Las consecuencias de la proliferación de tipejos de medio pelo surgidos de diversos formatos televisivos han sido realmente devastadoras.
Esto no debería afectar a la música hasta que uno se encuentra con espectáculos muy respetables que tratan de mezclar el rock con el humor, idea original donde las haya. Lo malo de ello es que este tipo de cosas arrastran a verdaderas subespecies que acuden a un concierto al año y se piensan que eso es como el teatro o la ópera donde cada uno tiene una localidad asignada y de ahí no se puede mover uno ni aunque le tiren aceite hirviendo. Ni se le ocurra menear ligeramente la cabeza. Y lo peor de todo es que estas criaturas se sienten en el derecho de repartir autorizaciones de lo que se puede o no se puede hacer.
Una situación de esas características vivimos el otro día en un abarrotado Kafe Antzokia bilbaíno con todo el papel agotado cuando cometimos la osadía de acercarnos hasta las primeras filas y toparnos allí con un par de ejemplares macho y hembra de las subespecies antes descritas a los que calificar como desagradables sería quedarse corto. Situados al lado de la puerta del baño, una posición desde luego envidiable para que no te moleste nadie, parecían los porteros del lugar impidiendo el paso o profiriendo exabruptos verbales hacia los que se atrevían a cruzar el umbral de su propiedad. Y no digamos ya cuando la compi fotógrafa se atrevió a perturbar su sagrado campo de visión y entonces montaron en cólera, ante la inutilidad de discutir con semejantes energúmenos, optamos por cambiarnos de sitio y dejar que se ahogaran en su propia bilis.
Al margen de tan molesto suceso, El Gran Wyoming y Los Insolventes iniciaron un peculiar y cronológico recorrido por la historia del rock acordándose de aquellos pioneros que sentaron las bases del movimiento allá por los 50. Con su habitual socarronería, Wyoming recalcó que Chuck Berry tenía “polla” en vez de “pene” y que con un riff revolucionó “la puta vida”, acto seguido se arrancó con un decente aunque trillado “Johnny B. Goode”, con el que el personal se desmelenó por completo cantando el conocido estribillo.
Acompañado por los chicos de Última Experiencia Miguel Ángel Ariza a la guitarra y a la voz y José Alberto Solís al bajo, el showman televisivo intercaló entre tema y tema su agudo sentido del humor. De hecho, su mera presencia ya invitaba al cachondeo, pues irrumpió en escena ataviado con una boina y diciendo que no “tenía 8 apellidos vascos, pero sí tres cromosomas”. El magnetismo increíble de su persona hace que cualquiera escuche sus palabras como si fueran lo más interesante del mundo.
Siguió el repaso histórico con un “It’s So Easy” de Buddy Holly muy bien resuelto a los coros y en el “The Letter” del gigante Joe Cocker se reveló como un vocalista competente sin echar las campanas al vuelo. Otra elección acertada en este sentido fue el “With A Girl Like You” de The Troggs, antes de que nos hablara de rockers y mods previamente al “I Can’t Explain” de The Who, o la versión patria de dicha tendencia encarnada en el “Soy Así” de Los Salvajes.
Lejos de divismos o de la voluntad de capitalizar toda la atención, Wyoming cedió las labores vocales a Miguel Ángel en el “I Saw Her Standing There” de The Beatles, en la que se notó las tablas de este último en tales lides. Algo que no se circunscribía solo al guitarra y vocalista, sino a toda la banda al completo, no sé si será verdad eso que afirmaron al principio del bolo de que no existía repertorio y que improvisaban sobre la marcha, pero lo que sí es cierto es que llevaban su cancionero más que rodado.
Ariza sobresalió de nuevo en el “Black Is Black” de Los Brincos y el presentador de El Intermedio volvió a tomar la voz cantante para un “Agradecido” de Rosendo, que desató los ánimos de la concurrencia y provocó incesante air guitar entre el pureteo del lugar. Y el “Mrs. Robinson” de Simon & Garfunkel también era muy del agrado de la senectud, con incluso un señor mayor que se movía como si repartiera monedas. Que hubiera música o no era lo de menos, porque el tipo siguió a lo suyo también durante el breve solo de batería. Todo un acierto cambiar la zona de los impresentables por la de los freaks.
Muchos se descoyuntaron con el “Land of 1000 Dances” de Wilson Pickett y Wyoming le otorgó un matiz eclesial mientras presentaba a la banda al grito de “¡Aleluya!”, el hijo José hasta se arrodilló ante el maestro y este le bendijo posando la mano en su cabeza. Sin pausa que valga, enlazaron con el celebérrimo “My Sharona” de The Knack, cantado por Miguel Ángel. Definitivamente, saben cómo mover a las masas.
Sorprendieron con el “Are You Gonna Be My Girl” de Jet, una de esas piezas infalibles que anima cualquier garito, no en vano la hemos entonado a pleno pulmón unas cuantas madrugadas. Y no menos apropiada para guateques varios resulta el “Enamorado de la Moda Juvenil” de Radio Futura, glorioso recuerdo de su desenfadado y petardo debut antes de que se entregaran a la pedantería y a los latinismos insoportables.
Aquello iba en progresión ascendente y los fieles entraron en éxtasis con el “Bailaré sobre tu tumba” de Siniestro Total. Pedían por ahí “Ozzy Osbourne”, pero decidieron mantener el subidón con el “Should I Stay Or Should I Go” de The Clash, ideal para retirarse por unos momentos. La peña exigió los bises a grito pelado y Wyoming regresó en solitario con el “Lola” de The Kinks antes de arrancarse, ya con sus compis, con el “Maneras de Vivir” de Leño y el “Video Killed The Radio Star” de The Buggles, otra de las fundamentales en cualquier fiesta ochentera.
Quizás tanta versión saturara un poco y en ocasiones la cosa derivara hacia lo excesivamente comercial, pero en realidad aquello fue una animada verbenilla, de esas de las que uno agradecería en unos festejos populares dominados por diversas pestilencias musicales. Para poner patas arriba una plaza de pueblo.
Texto: Alfredo Villaescusa
Fotos: Marina Rouan
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1 comentario
Los bravos son los autores de Black si Black y no los Brincos. Un poquito sobrado el señor periodista, pero me hice a la idea de lo que fue el concierto.