Crónicas
BBK Bilbao Music Legends Fest con Deep Purple, The Pretenders o Blues Pills: El poder de la reencarnación
«Pero esto al final es una cuestión de actitud y a veces existen alumnos tan aventajados que incluso son capaces de superar a los maestros. El mundo les pertenece.”»
Del 14 al 15 de junio
Bilbao Arena Miribilla, Bilbao
Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos: Cristina Garrido.
Es curioso que en una sociedad tan cruel con los mayores de a pie todavía sigan desbordando recintos viejas glorias con varias décadas a las espaldas. Es la hipocresía habitual de los tiempos que vivimos. Por un lado, dificultamos el acceso en gestiones tan cotidianas como sacar dinero del banco, pero a la vez demostramos un apoyo sin fisuras a los venerables ancianos del rock, pese a que algunos ya no estén para subirse a un escenario. De sobra es sabido que los rigores de la edad no suelen repartirse por igual y los setenta de ciertos músicos podrían ser los cuarenta de otros, del mismo modo en que dicen que los jueves son los nuevos sábados.
Mucho ha crecido el BBK Bilbao Music Legends Fest desde que se mudara al pabellón Bilbao Arena Miribilla de la capital vizcaína. Si ya el año pasado se consiguió aglutinar a una más que respetable multitud, en esta edición las gradas habilitadas lucían un aspecto tan a rebosar como la concurrida pista, aunque se tuvo el detalle de no sobrecargar el aforo para que los asistentes pudieran moverse con facilidad. Bravo ahí por la organización, pues no en todos los sitios te tratan como a una persona que merece cierto respeto incompatible con insanas masificaciones.
Agrada comprobar cómo la terraza exterior del Voodoo Child Bar se ha consolidado como un espacio con interesantes propuestas a veces con más fuste que lo que se ofrecía en el interior. Este año además el personal que se agolpaba en las vallas de los diferentes pisos del pabellón le daba un ambiente postcapocalíptico que Marga Alday de Kinki Boys muy acertadamente comparó con La Cúpula del Trueno de Mad Max.
Empleados de banco y soldados del rock n’ roll
Abría la primera jornada la guitarrista Susan Santos y no pudimos llegar a su actuación por motivos laborales. Conseguimos catar unos pocos temas de Arnau & The Honky Tonk Losers, que le daban a un country rock que sorprendía por estas latitudes y contaban entre sus filas con destacados músicos de la escena local, como el hacha Ibai García, ahora con su propio proyecto en solitario, o Leire García, vocalista de Fear Crowd, que puso su granito de arena con bastante competencia a los coros.
A un servidor ese palo tampoco es que le matara, pero hay que reconocer que este combo se lo montaba bien en su estilo. Si lo tuyo es el folk, el country o todos esos sonidos englobados bajo el nombre de “americana”, deberías pegarles una escucha pero ya.
Precisamente, en el género del country rock, los estadounidenses The Jayhawks son una referencia ineludible, aunque nunca les llegamos a pillar el punto en directo. Esta vez no fue tampoco una excepción, por lo que nos parecieron un peñazo de proporciones bíblicas. Los entendidos en la materia como Sergio García o Dani Oñate de The Daltonics dijeron que había sido un bolo de cumplir el expediente y el segundo hasta comparó la labor de su bajista con la de cualquier empleado de una sucursal bancaria, un tipo que lo mismo te tocaba un concierto que te hacía una jornada laboral de 8 a 2.
Bueno, vale, no seamos tan crueles. La verdad es que salvaríamos de la quema alguna pieza tipo la inicial “Waiting For The Sun” o esas impagables melodías que podrían ser de The Beatles de “Save It For A Rainy Day”. Obviamente, habrá discrepantes, pero se trata de una mera cuestión de gustos. No conviene hacerse mala sangre.
Con la vista puesta en bandas contemporáneas tipo Morgan parecían moverse Ziin & The Melody Breakers desde la comarca de Uribe Kosta, un combo nacido para homenajear a los grandes del blues, soul o rock que llegó a ser telonero de Su Ta Gar el año pasado. Ofrecieron su visión de clásicos como “Sweet Home Chicago” o el “Miss You” de The Rolling Stones, que les quedó con menos garra que la original. Eran agradables, pero tampoco nos cambiaron la vida.
A The Pretenders ya les habíamos catado en el Azkena del año pasado y por aquel entonces nos sorprendió el prodigioso estado de la voz de la veterana Chrissie Hynde, a sus 72 palos. Toda una señora del rock que desprendía elegancia y podría dar en los morros a otros coetáneos suyos con la pedazo actuación que se marcó en el BBK Bilbao Music Legends Fest.
Lo fácil hubiera sido tirar solo de himnos, como hacen otros compis de su generación, pero esta guerrera optó por reivindicar su papel en la ingrata sociedad actual con algunas piezas recientes, sin olvidarse de aquellas canciones que todo el mundo quería escuchar como “Don’t Get Me Wrong”, la radiada balada “I’ll Stand By You” o “Back on the Chain Gang”. Sigue resultando incomprensible que no toque “Brass In Pocket” (ese recordado karaoke de Scarlett Johansson en ‘Lost in Translation’, por favor) y ni hablemos ya de nuestra favorita “Night In My Veins”, pero fue un conciertazo en toda regla.
Un ejemplo que debería iluminar a muchos de cómo se puede mantener una trayectoria de varias décadas a las espaldas y a la vez no limitarse a vivir de las rentas. Se acordó de su amigo fallecido, Pau Donés de Jarabe de Palo, y no renunció a alabar a la ciudad. Su repertorio equilibrado superó por completo nuestras expectativas, muy superiores a lo que vimos en Vitoria. De lo mejor del festival.
De indiscutible calidad hicieron gala los bilbaínos Sotomonte, comandados por un músico como la copa de un pino del calibre del versátil bajista y vocalista Jokin Salaverria, presente en multitud de proyectos a este lado y al otro del Atlántico. Su primer álbum ‘From The Prayer to the Battlefield’ contenía piezas tan reseñables como ese “For What It’s Done In Darkness” que podría cantar Ian Anderson de Jethro Tull o esa maravilla con prodigiosas armonías vocales llamada “When Your Days Are Gone”. Si lo que te mola de verdad es el rollo setentero, el folk rock a lo The Band o el rock progresivo en la senda de Emerson, Lake & Palmer y todavía no les conoces, estás perdiendo el tiempo. Poseen un futuro cada día más brillante.
La anterior visita a la capital vizcaína de The Screamin’ Cheetah Wheelies fue todo un triunfo con entradas agotadas desde hace meses en la céntrica sala BBK y por aquel entonces impactó la descomunal actitud sobre las tablas del inquieto frontman Mike Farris. Esta vez pudo decirse que tiraron más de oficio, quizás por la situación, con la mayoría del personal en desbandada tras la actuación de The Pretenders, o por las características del recinto, con un escenario que se les quedaba inmenso.
Las luces que te cegaban por completo o la falta de un excesivo entusiasmo no parecían motivos que incitaran a permanecer ahí demasiado. Y eso sin contar que había sido día de curro para la mayoría de asistentes, por lo que era complicado pronosticar los que aguantarían hasta el final. Pero un soldado del rock n’ roll como Farris, curtido en todo tipo de circunstancias adversas, estaba más que capacitado para batirse el cobre en tal situación.
No faltaron temas míticos de su trayectoria como “Shakin’ The Blues”, “This Is The Time” o “Gypsy Lullaby”, pero la cosa se tornó bastante larga, o tal vez fuera el cansancio acumulado. En cualquier caso, pensamos que en una sala modesta lucirían con bastante más soltura que un escenario de dimensiones considerables como aquel. La atmósfera de garito se les pudo perder por el camino.
Bomba sónica desde Berango
Comenzaba el segundo día con Petti, al que teníamos por un reposado cantautor folk, pero los dos o tres temas que catamos eran más rock de autor que otra cosa. Como punto a favor, ahí estaba el versátil guitarrista Joseba Irazoki (Nacho Vegas), que siempre aporta un inefable toque maestro en cada proyecto que participa. Muy sorprendente, no esperábamos desde luego tanta electricidad desbocada.
Este subidón inicial se mantuvo con The Ribbons, toda una bomba sónica procedente de Berango (Bizkaia) con una frontwoman de las que daba gloria ver. Bea Catalán es sin duda una de las grandes vocalistas de nuestra escena, una especie de émula de Iggy Pop a la que no le importa despeinarse o revolcarse por el suelo.
El rock punkarra con ecos de Las Vulpes que practicaba este incendiario combo dejaría a más de un señor mayor con el culo torcido. Daba igual que la canción fuera en inglés como “Hey You Baby!!” o en castellano como “Cobardía”, el efecto era el mismo en una concurrencia expectante que con toda probabilidad alucinaría con su show. Pudimos ver a varias personas felicitando posteriormente a la cantante, y no era para menos. Fue una pasada.
Los veteranos Canned Heat tuvieron que cancelar el año pasado su participación en el BBK Bilbao Music Legends Fest, por lo que en esta ocasión pudieron sacarse la espina clavada. Ofrecieron un espectáculo muy decente para una banda con medio siglo de historia, ahí es nada, y con la marca de ser el grupo que más veces ha tocado en festivales a lo largo de su trayectoria. De hecho, estuvieron en la mítica cita de Woodstock de 1969, algo que el batería Fito de la Parra evocaba de esta manera: “Estuve allí y todavía me acuerdo, porque no tomé ácido”.
Obviamente, sonaron clásicos inmortales del boogie rock como “On The Road Again” o “Let’s Work Together”, versionada hasta la saciedad por tipos como Bryan Ferry, Status Quo y tantos otros. Quizás debido al poso enérgico que nos dejaron The Ribbons se nos fueran de las manos algunas divagaciones instrumentales, pero jamás diríamos nada malo de un grupo que conserva una hoja de marihuana en su logo.
Para combo salvaje como pocos ahí estaban desde el Duranguesado en la terraza exterior Nevadah, otro nombre para apuntar desde ya en la lista de grandes descubrimientos. Después de tanto efluvio hippie, nos cayeron sus guitarrazos de inspiración escandinava a lo Turbonegro cuál maná del cielo. Y encima contaban con un frontman de esos que se dejaba la piel y lo que hiciera falta, un discípulo de Jim Morrison, Iggy Pop y todos esos tipos que buscaban provocar a su público, o más bien zarandearle de las solapas y meterle de inmediato en su rollo. Por eso mismo, no dudaron en derribar esas artificiales barreras entre artistas y fieles al perderse entre la concurrencia o al terminar con su guitarrista llevado en volandas, como en las grandes ocasiones.
Diría que poseen todo lo que mola en un grupo de rock de verdad, actitud de comerse el mundo, mástiles elevados según las enseñanzas de maestros como The Hellacopters y temazos que te levantaban del sitio como “I Feel Allright”. Y eso por no hablar del guiño que hicieron al “Get It On” de Turbonegro o la espectacular revisión a velocidad de la luz del “Suffragette City” de David Bowie. Qué buenos. A la próxima que les metan dentro, pues barrieron a la mayoría de los que tocaron allí en las dos jornadas. Guau.
Un solo interminable
Que conste que teníamos ganas de contemplar de nuevo a las leyendas Deep Purple, pues la última vez que coincidimos con ellos fue en un Barcelona Rock Fest hace ya unos añitos. Por aquel entonces ya notamos que al vocalista Ian Gillan le costaba llegar a algunos tonos, pero nada que ver con el despropósito que nos llegó de primeras con un “Highway Star” desprovisto por completo de los agudos del estribillo. A nivel instrumental era otro cantar, pues funcionaban como un cañón.
La entrada del guitarrista Simon McBride ha aportado una vitalidad considerable a la banda y no extraña en absoluto que Gillan dijera que su incorporación fuera “una de las mejores cosas que le ha podido pasar a Deep Purple”. Compararlo con Blackmore o con su predecesor a las seis cuerdas, Steve Morse, no procede, porque se trata de estilos tan diferentes como la noche y el día. McBride es un virtuoso capaz de amoldarse a cualquier situación y de tocar lo que le echen, que no es poco. Y encima con sentimiento y una técnica deslumbrante.
Sin embargo, el que sí que debería pensar en una jubilación digna es el vocalista Ian Gillan, pues el show parece pensado al milímetro para que este no se canse ni fuerce demasiado la voz. Solo así podría entenderse que hicieran todos los solos habidos y por haber, con alguno además tan bochornoso como el del teclista Don Airey, que no dudó en aproximarse al populismo al interpretar el himno del Athletic, que no pintaba absolutamente nada en un concierto de rock.
Luego algunos se quejan de que si se politiza todo y demás, pero ni abren la boca respecto a este intento de meter con calzador el fútbol incluso en los lugares en los que no se le espera. Que aludiera en el solo de teclado al “Txoria Txori” de Mikel Laboa era, por el contrario, profundamente respetable, pues hablábamos de un auténtico icono de la cultura vasca que durante cierta época incluso estuvo perseguida. ¿En serio era necesaria la alusión al balompié para enfervorizar al personal? Ahí lo dejo. En Sabin Etxea aplaudirían hasta con las orejas.
En lo musical, no se les podría reprochar nada, pues no se acomodaron en los clásicos y también incluyeron piezas recientes del estilo de “A Bit On The Side” o “Bleeding Obvious”. No prescindieron tampoco del inmortal riff de “Lazy” o de la enérgica “Space Truckin’”, pero en cuanto pillaban una dosis considerable de ritmo enseguida te cascaban el respectivo solo para que Gillan se echara la siesta.
En el celebérrimo “Smoke On The Water” tuvieron el detalle de mostrar a la peña cantando el inmortal estribillo, un subidón que intentaron conservar con otro tema no menos mítico como su versión de “Hush” o un “Black Night” que precisamente sirvió de broche a su actuación. A otros les pareció uno de los conciertos del año, a nosotros, más bien un solo interminable.
Menos mal que para desentumecer huesos en la terraza oficiaban los siempre eficientes Kinki Boys, con ese territorio indefinido que proponen entre el siniestrismo en la estela de Parálisis Permanente, el punk y el rock con agallas. Han logrado ya a estas alturas una considerable variedad estilística que abarca desde la atmósfera fantasmagórica de “Amor paranormal” al macarrismo sin cortapisas de “Vete”. Sigo esperando que en algún momento recuperen aquella genial revisión que se curraban de “Esta noche” de Commando 9mm, aunque también emociona lo suyo ese “Si algún día” que solo los melómanos podrían entender. Grandes.
Invocación a los setenta
Nunca hay que perder la fe en un grupo, incluso aunque pase por una mala temporada. Lo cierto es que la primera vez que coincidimos con estos suecos comandados por la vocalista Elin Larsson nos parecieron un tanto sositos en directo y en otras ocasiones tampoco es que nos cambiaran la vida, pero nos tragamos todas las ideas preconcebidas sobre ellos con el bolazo que se marcaron para cerrar el BBK Bilbao Music Legends. Y pensar que se lo perdió el grueso del personal que acudió solo a ver a Deep Purple.
A un servidor es que casi se le saltan las lágrimas al encontrarse con una fémina empoderada de rock hasta el último rincón de su cuerpo, agitando la cabellera y con un chorro descomunal de voz que evocaba a grandes divas como Grace Slick de Jefferson Airplane o Ann Wilson de Heart, entre muchas otras. Nos confesó además la espectacular frontwoman que era su segundo concierto después de ser madre. Quién lo hubiera imaginado.
Si “Proud Woman” bastaría para que cualquier persona decente permaneciera hipnotizada en el recinto ante semejante despliegue de talento, su reciente sencillo “Don’t You Love It” pronosticaba un trabajo de altura que saldría en algún momento del verano, como nos confesó la vocalista. Una sólida base rítmica contribuía a crear un apabullante muro de sonido que desde luego atrapó a una considerable multitud con criterio que se quedó hasta el final.
Finiquitaron su invocación a los setenta con esa bestialidad llamada “Devil Man”, que contó con un alarde vocal de Elin aplaudido hasta la extenuación. Se metieron al personal en la manga a base de puro talento, con un repertorio potente, dinámico y una sacerdotisa del rock en pleno éxtasis que no paraba ni un momento. Que vuelvan cuanto antes.
Pues hasta aquí llegó la presente edición del BBK Bilbao Music Legends Fest, con algunas bandas demostrando el poder de la reencarnación ofreciendo versiones actuales de formaciones veteranas con varias décadas a las espaldas. Pero esto al final es una cuestión de actitud y a veces existen alumnos tan aventajados que incluso son capaces de superar a los maestros. El mundo les pertenece.
- Crónica de Ariel Rot en Bilbao: Un sueño de rock n’ roll - 22 noviembre 2024
- Crónica de The Godfathers + Las Furias + The Fuzzy For Her en Bilbao: Inapelable rueda vital - 20 noviembre 2024
- Crónica de Viva Belgrado + Bananas en Bilbao: Un cancionero inmenso - 19 noviembre 2024
3 comentarios
Otra gran edición del mitico BBK Live bilbaino a través de estas buenas bandas rockeras que se dieron cita en esta edición. Sin duda las mejores actuaciones fueron de dos históricas bandas como CANNED HEAT y DEEP PURPLE presentando su nuevo álbum junto a sus temas más conocidos los cuales lo bordaron.
Con todos mis respetos pero perplejo con la crónica de Deep Purple. De verdad es comprensible que ya no cualquier aficionado, si no un redactor de una revista acuda a un concierto de Purple esperando que Gillan cante los agudos como hace 30 o 40 años?? Flaco favor le hacemos al rock... Que triste. Desde mi humilde opinión, un privilegio poder verles y escucharles. Actitud encomiable y buen concierto de una banda legendaria que aún a día de hoy sigue facturando temas como los dos adelantos del nuevo disco. Lo dicho, un placer y un privilegio. Por cierto, Felicidades al Festival. Volveremos!!
Totalmente de acuerdo con lo que ha expuesto Juan Carlos, yo no había tenido ocasión de verlos y lo disfruté como un enano, creo que cumplieron de sobra teniendo en cuenta que rozan los 80 palos, pero demostraron un vigor y una calidad que otras bandas más jóvenes quisieran. En cuanto a lo del himno del Athletic fue tan solo un gesto amable hacia Bilbao, teniendo en cuenta que son británicos y siempre ha habido vínculo entre sus equipos y el Athletic; no creo que haya que interpretarlo como algo político o mediático, simplemente un detalle y nada más. Conciertazo también de Canned Heat que lo dieron todo y da gusto verles, y me sorprendió muy gratamente también la actuación de Pretenderse, así como los grupos que pasaron por la terraza Voodoo Child. Volveremos la próxima edición...larga vida al RN'R!!!!