Crónicas

Ars Amandi: Fiesta para la posteridad

«Por fin llegaba el día en que Ars Amandi saldaba una deuda con la grabación de este concierto en CD y DVD»

Sala Cool Stage, Madrid.

Texto: Borja Díaz. Fotos: Marta G. Paniego

Un grupo humilde que, con mucho esfuerzo, veía recompensado su trabajo con una sala que reunió a un buen puñado de fieles dispuestos a saltar y a dejarse las gargantas en esta fiesta.

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Ars Amandi con Fernando Ponce de León (AmigOz, ex-Mägo de Oz)

He de reconocer que cuando el siglo XXI estaba arrancando, y mucha gente comenzaba a escuchar a Mägo de Oz, a mí me encandilaba más el sonido de la dulzaina y el pito castellano de Ars Amandi que los violines y flautas de los Mägo. Por ello no podía faltar en una noche tan especial. La sala ha mejorado alguno de los aspectos que anteriormente ya señalé como negativos, eliminando el suelo que resultaba peligroso, y mejorando con un sonido que permitió disfrutar de los instrumentos de cada miembro de la banda.

Arrancaron con el ritmo endiablado de “La voz que me guía”, y nosotros hicimos honor al título dejándonos llevar por la voz de Dani Aller en “Gritando al mar”, bien apoyado por los coros del guitarrista Nacho de Carlos y el bajista David Noisel. Tras saludarnos y mostrase agradecidos, seguirían la melodía pegadiza de “Sonrisa apagada” y la más potente “¿Dónde estás?”, con Dani, Nacho y el violinista Daniel Rodríguez en fila dando buena cuenta de su calidad. El violín ha sido el último instrumento en sumarse a la banda. Todo un acierto que aporta más matices a su sonido de rock castellano. Y se nota que “Herida abierta” es un tema pensado ya para él, donde sus melodías juegan un papel importante.

Para una fiesta como esta habían decidido rescatar algunos temas que hacía tiempo no tocaban. Fue el caso de “Desierto”, perteneciente a su primer disco, con un ambiente árabe y en el que contaron con uno de los mejores baterías de aquí y de fuera como Dani le presentó. No es otro que Carlos Expósito, que sumó su habitual pegada a los parches. Llegaba uno de los momentos más emocionantes de la noche. Dedicado a las tierras gallegas que tanto están sufriendo sonó “El monte ha caído”. Dani recitando una estrofa, el violín de Daniel Rodríguez y sobre todo Nacho de Carlos con un tremendo solo, llenaron de sentimiento toda la sala. “Te esperaré” ayudó a prolongar esa atmosfera.

Siempre hay una canción que suena especial. Esa es “Abula”, esta vez con un inicio más calmado que en estudio. Aprovecharon para presentar Ávila como una “tierra de todos por igual” y desde el público no dudaron en responder con los habituales gritos de “al pilón”. Otra de las rescatadas fue “El río”, de Fernando Arbex y cantada por Miguel Ríos, antes de que apareciese el segundo invitado, el creador de Legado de una tragedia, Joaquín Padilla. Se encargó de ponerle voz, y sensualidad, a “Desterrado de tu cuerpo”.

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El final del concierto fue épico

Nos acercábamos a la traca final, y el siguiente en sumarse a la fiesta fue Fernando Ponce con su flauta travesera en “No queda sino batirnos”. Fue la chispa definitiva para que el público se volviera loco, sin parar de saltar y cantar. Y para echarle más leña, “Tú ley” con esas guitarras cortantes y Dani Aller haciéndonos gritar en cada verso. Durante toda la noche se repartieron los solos entre Nacho y Miguel Ángel Torres, rindiendo a gran nivel. En “Rubia de bote (oda a la cerveza)” con la cadencia que marcan las baquetas de Óscar Pérez funciona muy bien en directo, pero si le sumas el chelo de Andrés Echeverri, la sorpresa es mayúscula. “Camino sin fin” sigue siendo un gran himno, y si la enlazan con “Escuchando la corazón” no podemos hacer otra cosa que sonreír y dejarnos las gargantas coreando cada estrofa. Eso fue lo que ocurrió antes de que abandonasen el escenario.

Los gritos de la gente pidiendo más se dejaban escuchar, hasta que Dani Aller irrumpía en solitario con su dulzaina mientras el público le cantaba el cumpleaños feliz. Se le veía contento, disfrutando y agradecido por el homenaje antes de que empezase a sonar su dulzaina. Esta vez los sorprendidos seríamos nosotros cuando desde el fondo de la sala apareció la escuela La Dulzaina de Aluche. Dulzainas, tambores y un bombo, que recorrieron la sala y ocuparon el escenario. Su sonido se solaparía con David Noisel, que ya estaba encima de las tablas con ese ritmo vacilón de bajo que iniciaba “El viajero” y al que se irían sumando el resto de la banda. Esto se acababa, y tras “No abandones”, y el grito espectacular de Dani Aller, llegaba “Abre la puerta” de Triana con duelo de guitarras incluido, y sobre todo un solo de Nacho de esos que erizan el corazón. Ya no quedaba otra que dar los últimos gramos de fuerza, pues “La suerte está echada”.

Gran concierto de una banda luchadora y que siempre es sinónimo de fiesta, y en una ocasión tan especial no iba a ser menos. Todo un placer asistir a una noche histórica para ellos, y que podremos disfrutar las veces que queramos.

Texto: Borja Díaz
Fotos: Marta G. Paniego

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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