Crónicas
Ardi Beltza + Döxa + Metrobús: El futuro del thrash metal patrio
«Metrobús, Ardi Beltza y Döxa tocaron el pasado 16 de septiembre en la Sala Hebe de Madrid, en el marco del Festival REM, en el que se presentan bandas emergentes de la capital»
Sala Hebe, Madrid
Texto: Altair P. Caesar. Fotos: Alejandro García
Sin embargo, el plato fuerte era claramente poco madrileño, y es que Ardi beltza venía cargado de promesas e ilusiones a las que pudieron hacer justicia en el barrio de Vallecas.
Pero vayamos en orden. Metrobús, un grupo de jovencísimos madrileños que aún está preparando su primer álbum (el cantante prometió que ya queda poco) dio inicio a la fiesta. La sala contaba con no más de 20 personas. “Somos pocos pero con ganas. Eso es lo importante”. Los de Vallecas hicieron gala de una serie de temas rockeros y pegadizos con un piano siguiendo los ritmos y un sonido de bajo bastante juguetón. Con “Otra puta canción a Madrid” reivindicaron su carácter original y agradecieron el apoyo de un público que se supo las dos últimas canciones y que espera, seguro, la llegada del LP.
Pero Ardi Beltza ya llegaba. Parecía casi surrealista que fuéramos a escuchar la potencia exagerada de estos navarros que con thrash metal del de siempre y unos buenos guturales en castellano tras el convencional concierto de rock de barrio que les precedía. Pero así sucedió.
Por si alguien no lo ha escuchado, Ardi Beltza ha comenzado su carrera con su álbum homónimo, un interesantísimo y potentísimo debut cuyas únicas dos dudas eran por qué no han conseguido aún más notoriedad y si sonarían tan potentes en vivo. Si sobre lo primero aún habrá que esperar, lo segundo lo pudimos comprobar in situ: Ardi Beltza no tuvo piedad alguna ante los poquísimos asistentes que, sin embargo, atónitos se quedaron ante la profesionalidad de este grupo al que la sala se le quedó pequeña. En su primera vez en Madrid, saludaron con “Arde Iglesia”, verdadero temazo de temática que no deja duda y que comenzaba cual inicio de álbum, como un resumen de lo que nos iba a deparar el resto de la actuación: dos guitarras perfectamente sincronizadas, ritmos muy rápidos, un bajo potente y dobles bombos matadores; todo ello aderezado con un sonido pesado pero melódico. Pero, sobre todo, una naturalidad en la actitud que nos hacía pensar que estábamos ante un grupo con 30 años de experiencia juntos.
Uno de los que les llevaba el material durante la gira bailaba y cantaba más que nadie y me iba diciendo el nombre de cada tema. “¡Este es “Violencia”!” - me decía - “Tienen un videoclip”.
“Letras explícitas” me recordó a temas de Metallica a lo “For Whom The Bell Tolls”, y la voz de David resultó encomiable, no de gran registro, pero sí con buenos matices. Tras ello este avisó de que vendría un “acústico”. No pude evitar la sonrisa ante la visión de que “Kaos” nos engañara con ese comienzo tranquilo para luego ser disparados por el doble bombo. Los solos demostraron el virtuosismo de este grupo al que no oí errar una sola nota.
Continuando su sonido pesado, “Mis demonios” nos dejó con la boca abierta y con poco aliento. Con ese inicio oscuro, riffs matadores… este tema nos mueve por distintas fases melódicas y termina muy en alto.
Con temas de enorme potencia que me recordaron a Machine Head (de los que reconocen influencia) pero no excesivamente rápidos, el concierto terminó otro crescendo que supone la canción “Ardi Beltza”. Una firma final con la que salir del escenario habiendo dándolo todo. Salgo con la sensación de haber estado haciendo pogos junto a 40.000 personas en lugar de haber estado de pie y con espacio en una pequeña sala de toda la vida de Madrid. Espectacular.
Quizá por ello me pareció un tremendo error poner justo después al grupo Döxa, que hizo gala de un interesante rock muy castizo, mezcla del estilo Marea o Extremoduro, con letras de barrio y sonido rock; pero que a mi parecer perdió mucha efectividad tras el sonido crudo y pesado del grupo anterior. Una pena para este grupo también experimentado y con una enorme calidad.
Quizá en el futuro alguien se dé cuenta de que los thrasheros de Navarra, esos que son “La oveja negra”, merecen su propio concierto.
Texto: Altair P. Caesar
Fotos: Alejandro García
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