CASPIAN: EL ENAMORAMIENTO MÁS INTENSO
16 junio, 2014 12:52 pm 1 ComentarioA veces es simplemente una voz que resuena y traspasa cavidades hasta llegar a lo más hondo del corazón. Otras veces se trata de una manera de expresarse o una forma de ver la vida que sacude los cimientos de tus creencias y te lleva a plantearte hasta los principios antaño inmutables. En el mejor de los casos es únicamente un cuerpo y nada más, una silueta que se mueve guiada por instinto, a la deriva, sin capitán ni vida inteligente que la guíe. Pero si lo que te enamora de verdad es una mente en sí misma, entonces date por jodido, eso ya no tiene solución, salvo quizás el paso del tiempo.
Hay grupos que te ganan de manera similar a la que te encantaría una persona. Primero te atrae el envoltorio y a medida que lo vas abriendo descubres que el interior es casi tan bello o más que lo de fuera, parece un tópico pero no lo es en absoluto, pues un físico despampanante se antoja tan olvidable como las canciones de algunas bandas, pero como bien dijo alguien, de una mente no te liberas ni cerrando los ojos. Ya lo aseguraban en la película ‘Martín Hache’: ‘hay que follarse a las mentes’.
Pero vayamos con tranquilidad, el post rock nunca fue un género caracterizado por su promiscuidad sonora, sino por tomarse las cosas con calma, elevándose progresivamente hasta alcanzar el clímax. Aquella noche la cita era con una figura fundamental del palo en la actualidad, pero tampoco suscitó el entusiasmo que debiera tan original propuesta, pues los asistentes apenas alcanzaban la centena, entre algún gafapasta y unas cuantas chicas con pinta de interesantes y llamativos atuendos, como aquella que combinaba coletas, camisa a cuadros y muñequera de pinchos.
Nos sedujeron en un primer momento los austriacos Lehnen, que también le daban al rollo instrumental con un cantante de tonos clavados a Robert Smith y unas atmósferas nada que envidiar a las de los propios The Cure. Para no indigestar a los profanos, alternaron cortes instrumentales con otros cantados a la manera de los autores de ‘Pornography’ mientras se proyectaban evocadoras imágenes con un claro predominio de las de corte espiritual. Poseían además un batera alucinante que cambiaba de tercio sin que se le cayera el gorro de mendigo que llevaba puesto y dejaron al personal en otra dimensión al pirarse sin aspavientos en medio de un acople ensordecedor. Alucinantes, de sentar cátedra.
Como dos extraños que se van conociendo poco a poco, así iniciaron su bolo Caspian, con melodías que se van entretejiendo y que capturan tu atención igual que retazos de una conversación. El sosiego inicial de “Waking Season” fue ganando en intensidad al dar paso a la pura emoción de la etérea “Brombie”, con redobles cuasi militares y las tres guitarras funcionando a pleno rendimiento, sin solaparse en ningún momento, cada una hablando con una voz particular que engatusa y acompaña igual que en un trayecto cogidos de la mano que deseas no acabe nunca.
El personal se agolpaba a una distancia prudencial, que a veces aparte de física parecía hasta espiritual, y los más entusiastas hasta se atrevían a cabecear, pero a medida que avanzaba el bolo las tornas cambiaron. Las dulces armonías de los de Massachusetts pusieron ojitos a la concurrencia y muchos envalentonados por semejante muestra de atención no dudaron en arrimarse al escenario, con moderación, eso sí, sin pasar al sobeteo indiscriminado. Que exista un acercamiento entre dos almas siempre es positivo.
Porque las múltiples personalidades de la parroquia se fundieron en una sola que vibró con su música de buenos sentimientos y que transmiten deseos altruistas tipo apuntarse a una ONG, hacerse vegetariano, salvar a las ballenas y cualquier otra iniciativa que contribuya un mundo feliz de esos de fantasía. Algunos se sujetaban las manos a la cabeza, como si fueran a entrar en trance de un momento a otro. Dicen que en los viajes astrales tu mente se eleva mientras el cuerpo se queda en tierra y te recorre una sensación inefable de bienestar, pues bien una elevación semejante se pudo experimentar aquella noche, los nervios de una cita con alguien que realmente te importa y que sirve para más cosas al margen de compartir cama.
Hay detalles en ciertas personas que predisponen a la afinidad espiritual y a uno de ellos se asemejó la inclusión de un xilófono en uno de los temas que potenció la ingravidez y el ensimismamiento. Y así de repente, dejaban los instrumentos y se ponían a juguetear con acoples sin que llegasen a desbarrar. El triunfo de lo etéreo sobre lo material.
Tras “Ghosts of the Garden City” abandonaron las tablas sin pompa y sobrevino cierto sentimiento de orfandad, pero enseguida volvieron para derramar almíbar a tutiplén. Los momentos dulzones de vez en cuando tienen su punto y gran parte de los asistentes así lo entendieron por su batir de palmas y brillo en los ojos. El líder y guitarra principal Philip Jamieson dijo que “nos quería mucho” antes de sentarse en un taburete en “Sycamore”, una tonadilla que produce en sus primeros minutos el mismo efecto que si te susurrasen al oído. Una suerte de nana que devino en una gran batucada con todos los miembros aporreando bombos con una solemnidad digna del Apocalipsis. Épico.
Frédéric Beigbeder afirmaba que “el amor es una catástrofe espléndida, saber que te vas a estrellar contra una pared y acelerar a pesar de todo: correr en pos de tu propio desastre con una sonrisa en los labios, esperar con curiosidad el momento en que todo se va a ir al carajo. El amor es la única decepción programada, la única decepción previsible que deseamos repetir”. Por eso reincidiríamos sin dudarlo en enamoramientos tan intensos como el de esa velada, tan perfecto que parecía una ilusión. Tal vez en realidad nunca ocurriera.
Texto y foto: Alfredo Villaescusa
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1 comentario
Según he leido por aquí muy grata y buena actuación la de estos CASPIAN en bilbo con una música un tanto rara con atmósferas de por medio y demás pero al final dierón un buen show.Quizás a partir de este concierto escuche algo de ellos!!!