AVALANCH: VOLTIOS Y PINCELES

7 marzo, 2012 7:06 pm Publicado por  Deja tus comentarios

Sala La Riviera, Madrid

Sala de gran capacidad la que albergó el concierto de uno de los máximos exponentes de nuestro metal, cuya gran capacidad es la de emocionar y facturar grandes canciones álbum tras álbum. Avalanch tenía ante sí un reto al atreverse con un aforo como el de La Riviera y, aunque sacó un magnífico partido a su amplio escenario con el flamante montaje especial para la ocasión, la afluencia de público se vio afectada por la desafortunada coincidencia de que ese mismo día Leo y sus 037 grababan su DVD en una sala a escasas estaciones de metro. Una pena para el trabajador grupo asturiano, que de ninguna manera defraudó a los más de mil seguidores que dotaron de un buen aspecto a la sala en su mitad frontal. Lo cierto es que el precio de las entradas, 10 euros en promoción cuando salieron a la venta, no era una excusa para no asistir, y un espectáculo así merecía una mayor respuesta. En cualquier caso, nada de lo acontecido en escena se deslució.

Hay algo por encima de lo demás que es imposible de empañar, la maestría de Alberto Rionda a la guitarra. Un genio que sabe equiparar la técnica y la expresividad en niveles utópicos para la mayoría. Todo un musicazo que llevó la batuta en un concierto de Avalanch que arrancó con una buena dosis de temas concatenados de su último álbum, el rompedor ‘Malefic Time: Apocalypse’ que presentaban en la capital. Antes, una tenebrosa intro relatada nos metió de lleno en el contexto de la historia de su último proyecto, que han lanzado codo a codo con los prestigiosos dibujantes Luis y Rómulo Royo, que posteriormente entrarían en escena. Sus ilustraciones no cesaron de aparecer, entre otros motivos, en las tres grandes pantallas que había sobre el tablado y que ambientaron la gala estupendamente. Tras temblar el suelo con los graves que acompañaban la intro, enarbolaron “Malefic Time: Apocalypse”, carta de presentación del álbum. No se le oía al hiperactivo Ramón Lage cuando cantó las primeras frases, aunque tanto eso, como el sonido en general fueron mejorando paulatinamente. Quizá en consonancia con los temas, se le notaba particularmente ronco al vocalista, que con todo moduló bien y dotó de la intensidad requerida a brillante y cautivadora “Baal” y la áspera “La Augur”, siguiendo el mismo orden cronológico que en el disco.

Se dirigió después Ramón a la audiencia y lazó una reflexiva pregunta no exenta de contenido, “¿De qué sirve ser dueño de todo y de todos y no eres dueño de tu amor?”, antes de encarar “Lilith”. “¡Es hora de desplegar las alas, afrontar nuestro destino, salir a la calle a luchar!” proclamó el vocalista antes de la vibrante “Spread Your Wings”, que fue seguida por la instrumental “Lost in Saint Patrick”, en la que Rionda entusiasmó con su guitarra, maravilló con ese torrente de emociones que salen de los pausados, melódicos y relucientes punteos que inundan la canción.

Volvió la apisonadora sonora con la fornida “In The Name Of God” para retornar de nuevo al sosiego con un sobrio y transparente solo de teclado que nos introdujo en la profunda “Vientos del Sur”, con la que por fin volvieron la vista atrás, tan atrás como a la época en la que aún era Víctor García quien ocupaba el micrófono de los asturianos en aquel mágico ‘Llanto de un Héroe’. La hermosa balada fue muy coreada por un entusiasta público que fue demostrando su predilección a la hora de cantar por los temas en castellano, más reproducibles por la mayoría. “Niño”, en la que la voz de Ramón cuadra más, adquirió una dimensión fabulosa en vivo con sus cambios de intensidad, y “Lucero” funcionó tan fenomenalmente bien como se esperaba. “Alas de Cristal” tampoco se quedó atrás e hizo brincar a toda la sala. Aún así, Ramón manifestó al público que tenía que darle un motivo para seguir, si bien lo que tiene, y lo que tuvimos, son “Mil Motivos”.

El momento cómico de la velada llegó cuando Rionda comenzó a esbozar la popular “Un elefante se balanceaba…”. Todos lo corearon, entró también el teclado del infalible Chez García (como enriquece a cada instante) y se contabilizaron unos cuantos paquidermos más antes de que volviera la energía de la mano de la irresistible “Aún Respiro”, cuyo relevo tomó la majestuosa a la par que preciosista “Pies de Barro”. Con “Lágrimas Negras”, cuyo estribillo nos hicieron cantar con vehemencia, habrían concluido un concierto cualquiera, pero no era el caso. Aún quedaba la traca final.

Pasaron bastantes minutos, durante los que se preparaba el tinglado venidero sobre las tablas, antes de que los aclamados Luis y Rómulo Royo hicieran acto de presencia y se dirigieran con su encantador acento asturiano al respetable. El padre, Luis, señaló que en el poco tiempo del que disponen iban a pintar un Marduk para que Avalanch nos diera el tema que merecemos. Y se pusieron manos a la obra. Sobre el gran papel en blanco desplegado sobre el suelo del escenario comenzó una frenética y artística contrarreloj y durante los siguientes instantes pintaron sin parar con una visión espacial extraordinaria. Gracias a las cámaras que grababan todo el proceso conectadas a una de las pantallas gigantes, pudimos seguirlo al detalle mientras el grupo fue reapareciendo en escena y poniéndole música a un momento sin igual, al principio más ambiental y al final, rotundamente metalera. Al culminar con la labor, el mural se alzó, fastuoso, en el centro de la escena y la banda acometió “Marduk”, una canción que rompió los esquemas de sus seguidores con su conseguido y demoledor sonido deathmetalero. Ramón estuvo sobresaliente a las guturales. Tras los correspondientes agradecimientos a los dos dibujantes, se despidieron con la garra de “Voices From Hell”, dando carpetazo a una gala en la que, aunque echamos más canciones en falta, no fallaron. Una gala muy, muy especial.

Texto: Jason Cenador

Fotos: Gema L. Albendea

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