ANATHEMA: ELOGIO DE LA TRANQUILIDAD

Sala Rock Star, Barakaldo

De vez en cuando se suelen ver en las redes sociales mensajes que invitan a escuchar tal o cual grupo y mantener la calma. Y aunque a muchos les parezcan una soberana tontería, un servidor siempre los acaba compartiendo porque piensa que por norma general andamos bastante encabronados y hace falta relajar paquete y añadir un poco de relax a la existencia cotidiana. Tomarse en definitiva las cosas como personas civilizadas y no como energúmenos dispuestos a soltar cuatro gritos a la primera de cambio.

Con esa misma filosofía de vida parece que se han planteado la última gira los ingleses Anathema. Hace ya años, décadas incluso, que abandonaron los derroteros doom en pos de un rock experimental muy emparentado con Pink Floyd, detallista y sibarita, que favorece el cuelgue mental y otros estados elevados del espíritu. Llevan también un tiempo considerable planteando los shows de esta manera, por lo que resultaría todo un acto de ignorancia supina rasgarse las vestiduras, y más cuando los propios músicos han subrayado en múltiples entrevistas que no tocan en directo material anterior a ‘Alternative 4’.

A pesar de los esfuerzos, siempre queda algún desinformado que no sabe exactamente a qué lugar viene y entonces echa pestes al sentirse ultrajado por una supuesta falta de autenticidad. Y es que el sector death/doom en la sala no era para nada una minoría, sino una porción considerable de fieles mezclada con seguidores acérrimos y otros curiosos amantes de lo enrevesado similares a los que se pueden contemplar en cualquier concierto de Opeth.

Para entrar en materia, los norteamericanos Astra deleitaron con un menú progresivo clásico a aquellos cuyas obligaciones laborales no les impedían estar a tan intempestiva hora. Y no dejaron mal sabor de boca, pues pocos se quejaron de su propuesta y hasta algún ‘indignado’ con los cabezas de cartel llegó a decir que había sido lo mejor de la velada. Tampoco hay que pasarse.

Con la voluntad de ofrecer un recital de café, copa y puro, Anathema irrumpieron sin demasiada pompa y saludando efusivamente al personal. Dejaron claro desde el principio que no habría demasiados momentos para el desmelene con las dos partes de la inmensa “Untouchable”, el tema que abre su último disco y con el que te podrías casi hasta enamorar si no fuera por ese poso de desconfianza y asco perpetuo que suelen dejar los años. Con todo, fue una experiencia sublime para aquellos capaces de sentir todavía ese cosquilleo recorriendo el cuerpo y esa embriaguez mental que te sitúa en un mundo colorido e irreal. No era de extrañar que en la segunda parte la corista rubia Lee Douglas brillara con luz propia y recibiera una impresionante salva de merecidos aplausos. Una pieza tan emotiva y dulce como los enamoramientos de verdad.

En “Thin Air” demostraron su vocación etérea de trascender el plano de lo sensible y alcanzar otro nivel de conciencia. Es evidente que para apreciar este espectáculo hay que meterse bastante en su rollo y olvidarse de si su música es más o menos rápida o movida, entregarse por completo a la calidad que atesoran estos musicazos de Liverpool, pese a que el sonido tampoco podía calificarse como excelente.

El repertorio, seguramente un tanto censurado por la vieja guardia, estuvo centrado quizás en exceso en sus dos trabajos más recientes, esto es, ‘We’re Here Because We’re Here’ y ‘Weather Systems’, con piezas impecablemente interpretadas del calibre de “Dreaming Light”, “Everything” o la monumental obra de casi diez minutos “The Storm Before The Calm”, interrumpida de vez en cuando por los aplausos de la peña, incapaz de contener la emoción ante semejante despliegue de talento.

Echaron ligeramente la vista atrás hacia el ‘Judgement’ de 1999 con “Deep” y para de contar, salvo el recuerdo en los estertores finales a ‘Alternative 4’. El que pretendiera escuchar “Angelica” o algo inmediatamente anterior sinceramente se había confundido de concierto, pero cuando el conjunto resulta tan armonioso y cada nota suena a la perfección, ¿qué más dará eso?

La corista Lee Douglas no estaba para mover el culito únicamente y tuvo unos cuantos momentos de gloria como “Lightning Song”, ese canto optimista sobre hallar un lugar propio en el universo, o sin duda, “A Natural Disaster”, que puso los pelos cual escarpias con ese dueto entre ella y Vincent. Y ya para rematar la jugada, la chica entonó a capella la parte final del tema con la sala prácticamente a oscuras, a excepción de móviles y mecheros, lo que le granjeó una sonora ovación prolongada durante varios minutos.

Parece increíble que “Closer” se haya convertido en una de las piezas que suscitan mayor reacción del respetable y así lo comprobamos cuando todo dios empezó a dar palmas y a gritar a pleno pulmón el título de la misma. “Flying” era otra de las imprescindibles, muy realzada con los punteos escuela David Gilmour de Daniel Cavanagh y esa acelerada que le metieron a la batería.

Volver para los bises con “Internal Landscapes” de ‘Weather Systems’ y sus casi nueve minutazos quizás roce el colmo de la pedantería, pero, como hemos dicho, si te ofrecen una ejecución impecable, ¿por qué quejarse? Menos mal que anduvieron finos al cerrar con “Fragile Dreams”, que esta ya sí que gozó del consenso unánime y algunos hasta se atrevieron a agitar la pelambrera, era el momento propicio para ello.

Hay personas que colocan la tranquilidad en la cúspide de los valores fundamentales del ser humano, esa sensación de paz interior libre de preocupaciones y obligaciones la verdad es que no tiene precio. Los de Liverpool bien lo saben y por eso esa noche dedicaron un encendido elogio a esa virtud que no todos alcanzan y que cualquiera debería por lo menos experimentar en alguna etapa de su vida. Para elevarse.

Texto y foto: Alfredo Villaescusa

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