AC/DC: ¡NO OS VAYÁIS NUNCA!

Estadio Vicente Calderón, Madrid

Qué bien ha envejecido el rock and roll para rabia de agoreros y mercaderes de productos de temporada. Cuantos más años pasan, más pequeños se les quedan los estadios a las bandas que estaban ya ahí antes de que la mayoría de nosotros naciéramos y seguirán estando, gracias a su extensísima colección de himnos, cuando todos nosotros nos hayamos convertido en polvo. Abuelos, padres, nietos, unidos por un lenguaje universal  que, además de con las orejas, se escucha con el corazón.

Brian Johnson en acción | Foto: Íñigo Malvido

Por eso mismo, por la naturaleza pasional del movimiento, no le hizo falta a la gente haber entrado en contacto previamente con Vintage Trouble para comprender lo que venía a contarnos. Había división de opiniones con respecto a su inclusión en la gira. Por un lado estaban los que decían que, frente a la visceralidad de los australianos, el sonido más pulido del cuarteto hollywoodiense no encajaba, por mucho que buceara en las mismas raíces. Por el otro, también se habían hecho oír los que, por la calidad que atesoran, celebraban el que AC/DC los hubiera elegido a dedo para acompañarles. Ambos bandos tenían razón en sus argumentos y he reconocer que no tenía muy claro de qué lado se inclinaría la balanza. Pero es lo que tiene contar con un frontman como Ty Taylor, que consiguió levantarnos desde el primer momento, cuando salió, cual vehemente predicador baptista en misa matinal, y se puso a cantar, a chillar soul, aún sin el acompañamiento de sus compañeros. Durante su paso por las tablas tuvo descaro hasta para lanzarse al público y dejarse llevar de lado a lado en brazos del respetable. Si canciones como “Blues Hand me Down” sonaron con esa energía en un estadi o, casi puedo imaginarme la que pueden montar estos tíos trajeados en una sala ante sus acólitos. 40 minutos muy bien aprovechados, sí señor.

Angus Young sudó de lo lindo su traje de colegial | Foto: Íñigo Malvido

Calmo la ansiosa espera fijándome en el escenario que lleva AC/DC en esta gira con la que rubrica su 40º aniversario. Me llaman la atención dos detalles: las pantallas situadas en el extremo de cada flanco (más allá de las habituales laterales), destinadas a paliar la visibilidad limitada que tienen aquellos que, en la lotería de las entradas, les tocaron gradas demasiado esquinadas; y la pasarela que se adentra en el público, que creo más corta que en otros tours. Visto lo que veríamos en las siguientes dos horas, nada que objetar, puesto que a su avanzada edad, el grupo sigue haciendo gala de un contagioso derroche físico.

Pero empecemos por el principio, con los miles de cuernos rojos brillando en la oscuridad y ese vídeo introductorio en el que un meteorito con las facciones de Angus atraviesa el universo encontrándose por el camino a Rosie o tocando las campanas del infierno antes de estallar justo aquí, en el Calderón. La pirotecnia que simula el impacto coincide con la salida del grupo a escena al ritmo de “Rock or Bust”. Basta ese primer tema para comprobar que Stevie tiene la mano derecha de su tío Malcolm y que Chris, ahora sí, tiene interiorizada la pétrea contención de Phil Rudd que muchos echaron en falta durante su primera etapa en la banda. El equipo funciona y, como los jugadores veteranos, va a saber administrar sus fuerzas con maestría. Es bastante probable que el mero hecho de que Brian se muestre menos dicharachero que en otros tiempos se deba a que quiera reservar el aliento para encarar canciones tan exigentes como “Shoot to Thrill”, durante la cual Angus hace su primer paso del pato.

El diablesco guitarrista se lleva los índices a las sienes para recalcar que “Hell Ain’t a Bad Place to Be”, aunque sea al cielo donde nos llevan con sus canciones. Vale, nos es comparable el subidón que provoca “Back in Black” con respecto a la no tan jolgoriosa recepción para “Play Ball”, pero les honra tanto el hecho de querer seguir haciendo música, en disco y en directo, cuando podrían estar disfrutando de sus multimillonarios patrimonios…

Brian Johnson, haciendo vibrar al estadio entero | Foto: Íñigo Malvido

Con puños en alto y rugientes gargantas acompañamos “Dirty Deeds Done Dirt Cheap”, cerrada con el acostumbrado grito de Angus. Sobrevienen la oscuridad y el silencio, pero es solo la calma que precede a esa tempestad llamada “Thunderstruck”, siempre uno de los momentos álgidos en sus conciertos. Durante unos instantes, y en claro guiño al videoclip, una cámara toma al guitarrista desde debajo en un tramo de escenario que imaginamos de metacrilato. Por cierto que a estas alturas Young se ha quitado ya la chaqueta, y es que según transcurren las canciones -“High Voltage” y “Rock ‘N Roll Train” en este caso- el nervio del pequeño gran hombre va a más. Como señalaba antes, es Brian quien se muestra más reservado que en otros tiempos, y a decir verdad, qué necesidad tiene de partirse la crisma colgándose de la campana de “Hell’s Bells”. “Baptism by Fire” les queda supercontundente, aunque pasa algo desapercibida enclavada entre las campanas del infierno y “You Shook Me All Night Long”, donde las cámaras buscan a las chicas entre las primeras filas.

Si se le puede poner alguna falta, será por lo inmovilistas que son con el repertorio una vez que lo confeccionan, por lo que los que les hemos visto muchas veces, le damos valor al hecho de que hayan recuperado “Sin City” y, que inesperadamente, les haya dado por tocar “Have a Drink on Me”, una canción que nadie hubiera marcado en las quinielas. Entre medias de ambas cae “Show Down in Flames”, en la que por un momento pareció que Angus podría animarse a enseñarnos su huesudo trasero, pero no, no hubo bajada de pantalones.

¡No faltó el paso del pato de Angus Young! | Foto: Íñigo Malvido

De lo que no presdindió es de su jalear al público desde el micro al comienzo de “T.N.T.”, y también llegó puntual a su cita el gigantesco y rollizo hinchable de “Whole Lotta Rosie”, canción durante la cual por fin Angus se da sus carreras por la pasarela; casi a modo de calentamiento, porque llega “Let There Be Rock”, su momento, con el extensísimo y descomunal solo durante el cual asciende en la plataforma, se revuelca subido en ella entre una lluvia de confeti, reaparece en la parte alta del escenario y, en definitiva, compacta en diez minutos la esencia de un guitarrista único.

Se marchan unos minutos y el proscenio se vuelve completamente rojo al comienzo de “Highway to Hell”, aunque el estadio es iluminado en los estribillos brindándonos unas estampa que permanecerá en nuestras retinas para siempre.

Queda la traca final –nunca mejor dicho- con los cañonazos de “For Those About to Rock (We Salute You)”, himno de unión entre rockeros con el que despiden sus conciertos desde tiempos inmemoriales y con el que nos da la medianoche. Dos horas de puro espectáculo, dos horas del mejor hard rock de todos los tiempos.

Después la fiesta seguiría con el equipo de La Heavy y MariskalRock, que se desplazó hasta una We Rock donde se reunieron seguidores de todos los puntos geográficos. Uno de ellos, por sorteo, acabaría llevándose ticket para el concierto del martes. La sala se puso hasta la bandera, y entre los asistentes, pudimos ver a músicos como Kutxi Romero y Kolibrí de Marea o Gorka Alegre de Barón Rojo. El martes volvemos a estar allí para celebrar la existencia de AC/DC.

Texto: Juan Destroyer
Fotos: Iñigo Malvido

SET-LIST

Rock or Bust
Shoot to Thrill
Hell Ain’t a Bad Place to Be
Back in Black
Play Ball
Dirty Deeds Done Dirt Cheap
Thunderstruck
High Voltage
Rock ‘N Roll Train
Hell’s Bells
Baptism by Fire
You Shook Me All Night Long
Sin City
Shot Down in Flames
Have a Drink on Me
T.N.T.
Whole Lotta Rosie
Let The Be Rock
--------------
Highway to Hell
For Those About to Rock

 ¡¡ATENCIÓN!! Os recordamos que el próximo martes 2 de junio volveremos a la We Rock para celebrar la mayor fiesta post-concierto de AC/DC. Justo después de concluir el show, Mariskal Romero, Mariano Muniesa, Juan Destroyer y todo el staff de La Heavy y Mariskalrock serán los DJs durante toda la noche.  

Mariano Muniesa y Andrés Abella, ganador de la entrada de AC/DC que se sorteó en la fiesta post-concierto de AC/DC en We Rock tras el primer show de los australianos en Madrid.

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