35 aniversario de 'The Number of the Beast': El disco que cambió la historia del heavy metal
Blog: Mariano Muniesa
22 marzo, 2017 10:28 am 4 ComentariosSi se afirma, y no erróneamente, que discos como ‘Days Of The Future Passed’ de los Moddy Blues crearon todo un nuevo camino de evolución en la música de los años 60 hasta el establecimiento como estilo musical autónomo del Rock Sinfónico, del ‘Electric Mud’ de Muddy Waters como la piedra angular de la evolución del blues eléctrico hacia el rock o del ‘Truth’ de The Jeff Beck Group como del primer disco netamente Hard Rock de la historia, cuando tenemos que referirnos al disco que sintetiza, desarrolla y encierra todo lo que significó el Heavy Metal en los años 80, o más concretamente el fenómeno gracias al cual renació y tomó nuevo impulso, la New Wave Of British Heavy Metal, ese disco sin el cual no puede entenderse la evolución de todo un género musical, ese disco se llama ‘The Number Of The Beast’ y hoy hace 35 años que vio la luz. Una fecha y un acontecimiento para recordar.
Los precedentes: El adiós de Paul Di’Anno y la llegada de Bruce Dickinson a Iron Maiden
Indudablemente, ‘The Number Of The Beast’ llegó a convertirse en la cátedra sonora que hoy celebramos por muchas razones, pero una de las más importantes, si no la fundamental, la entrada en Iron Maiden del cantante que realmente se iba a acoplar a la perfección al estilo de Heavy Metal que Steve Harris tenía en la cabeza y que iba a ser el último ingrediente final para la fórmula perfecta. Ese cantante, todavía conocido por aquel entonces como Bruce Bruce y que era el frontman de una banda de segunda fila en la New Wave Of British Heavy Metal, Samson, obvio es decirlo, era Bruce Dickinson. En palabras literales de Steve Harris a Mick Wall, autor de la biografía oficial de Iron Maiden, “Bruce era el cantante ideal para Iron Maiden, cuando hicimos las primeras audiciones trabajando los temas que posteriormente irían a ‘The Number Of The Beast’, me di cuenta de que era el hombre que necesitábamos. De hecho, pensé que Bruce debía haber sido el cantante de Iron Maiden desde el principio… solo que por diversas circunstancias, Paul Di ‘Anno apareció antes”.
Otoño de 1981: Iron Maiden ya se perfilaba como una de las formaciones más relevantes dentro de la escena británica del Heavy Metal y sumamente popular no solo en el Reino Unido, sino en toda Europa y Japón. Paul Di’Anno, que hasta ese momento era considerado por los fans y por la prensa de la época como el frontman carismático e insustituible de la banda, sin embargo desde casi seis meses antes de que se hiciera pública la noticia de que no continuaría en Iron Maiden, ya tenía claro que dejaría el grupo al acabar la gira mundial de ‘Killers’, y de hecho, aunque no se lo dijo, Harris empezó a considerar también esa posibilidad al notar el evidente descenso de la calidad de sus actuaciones, el descuido de su forma física e incluso unos cambios de carácter que evidenciaban síntomas de agotamiento. Consumada la marcha de Di’Anno, Dickinson fue la primera opción, y desde el primer ensayo estuvo claro que Samson tendrían que buscar un nuevo vocalista; Bruce Dickinson sería el nuevo cantante de Iron Maiden.
Bruce Dickinson, en declaraciones al periodista argentino César Fuentes Rodríguez en la FM Rock&Pop: “Conocí a Steve Harris cuando Samson coincidimos con Iron Maiden en el Festival de Reading de 1980. “’Arry” –es el apodo por el que le llama mucha gente de su entorno más cercano- estuvo viendo nuestro concierto y después estuvimos hablando un rato. A mí ya me gustaban entonces mucho Iron Maiden, me parecían algo así como la versión años 80 de Deep Purple, que era y es mi grupo favorito, y un año más tarde, el propio ‘Arry en persona, no a través de Rod Smallwood, me preguntó si estaría dispuesto a ser el nuevo cantante de la banda. La idea me encantó y desde el primer ensayo, supimos que iba a funcionar”.
El arquitecto de la gran obra: Martin Birch
Martin Birch, una leyenda absoluta en la ingeniería de sonido y la producción en el mundo del rock, que antes de trabajar con Iron Maiden se había hecho una celebridad por mor de su excelente trabajo como productor con nombres del peso de Fleetwood Mac, Jeff Beck, Peter Green, Blue Öyster Cult, Wishbone Ash, Deep Purple, Whitesnake o Black Sabbath entre otros, ya había producido el anterior ‘Killers’ de la banda, pero aquella grabación, según reconocieron ambas partes, fue una suerte de ensayo general, de primer contacto, del cual salió por supuesto un buen disco, pero del que el propio Martin Birch declaró a la revista alemana Rock Hard en 2001: “Los Iron Maiden de ‘Killers’ eran una banda excelente, pero que estaban aún en proceso de maduración. Había un potencial magnífico en ellos, pero estaba aún por desarrollarse y en ese momento, aquel disco solo permitía ver la punta del iceberg. De manera que cuando me ofrecieron volver a producir el que sería su tercer disco, ‘The Number Of The Beast’, y sobre todo, cuando escuché las demos de trabajo, ahí sí que vi claro que había una obra maestra entre mis manos. Tuve muchas conversaciones con Steve Harris y con Bruce Dickinson para enfocar correctamente como debía ser la evolución musical del grupo en ese disco, como tratar la voz de Bruce, y fue una grabación intensa, dura, de muchísimas horas de trabajo, pero de la cual nació un disco que cambió la historia”.
Tras unos intensísimos ensayos y una pre-producción que se llevó a cabo a lo largo de los meses de noviembre y diciembre de 1981, ‘The Number Of The Beast’ se grabó durante el mes de enero de 1982 en los Battery Studios, donde ya habían registrado ‘Killers’ y en donde Barón Rojo grabaron ‘Metalmorfosis’ exactamente un año más tarde. Anécdotas e historias acontecidas durante aquellas tres semanas de grabación existen muchas, quizá la más conocida la que narró en su día Steve Harris, explicando que le ofrecieron al conocido actor de películas de terror Vincent Price ser el actor que recita el pasaje del Apocalipsis que hace de intro a la canción “The Number Of The Beast”, pero que al pedir una suma de dinero absolutamente inasumible –se habló de 25.000 libras- fue un conocido actor radiofónico inglés, Barry Clayton, quien grabó esas celebérrimas frases. “Woe to you, of Earth and Sea…”.
Finalmente, el 22 de marzo de 1982, con tan solo la edición previa de “Run To The Hills” como single unas semanas antes, ‘The Number Of The Beast” apareció en las tiendas de discos de todo el mundo... y una revolución empezó.
La quintaesencia del heavy metal
Quienes tuvimos la inmensa fortuna de conocer ‘The Number Of The Beast’ cuando apareció, -dato para la historia: fue el último disco de Iron Maiden en el que en su versión española, la portada traía debajo del título del disco sobreimpresa la traducción en castellano “El número de la bestia”, convirtiendo aquellas carpetas de edición española en un tesoro para los coleccionistas de otros países- pudimos disfrutar, quizá como en muy pocos casos, de una obra maestra de la cual fuimos plenamente conscientes de su calidad, su envergadura y su carácter de obra de magnitud histórica en la música rock en aquel mismo instante. En aquella época, primavera de 1982, cuando en programas de radio como los shows del Mariskal Romero, “El Búho Musical” de Paco Pérez Bryan o la más primigenia Emisión Pirata escuchábamos no solo canciones como “Run To The Hills”, por supuesto, sino la propia “The Number Of The Beast”, “Invaders” o “The Prisoner”, aquellos temas tenían una fuerza, una energía y una calidad musical tan desbordante que superaban con mucho lo que era el presente del heavy metal en 1982.
Guitarras con un sonido y una contundencia fabulosas, en las que el tándem Adrian Smith - Dave Murray se acoplaba técnicamente hablando a la perfección, sin una sola fisura, combinando brutalidad heavymetalera con melodía y musicalidad, con una base de ritmo en el que por supuesto, las penetrantes y envolventes líneas de bajo de Steve Harris eran apoyadas por la potencia y la contundencia del que para mí sigue siendo el mejor batería de Iron Maiden, el sensacional Clive Burr, y todo ello coronado con la voz de Bruce Dickinson genialmente dirigida desde la producción de Martin Birch, fiera, agresiva y cortante como una cuchilla y al tiempo sugerente y cálida cuando la evolución de cada tema lo requería. Todo ello hacía de este disco un trabajo sensacional, lleno de inspiración, desbordante de talento y que marcó total y absolutamente el canon, el modelo, la referencia natural de todo un sonido, un movimiento, un fenómeno y una filosofía de la que ellos habían formado parte desde el principio allá por el periodo 1979-80, la New Wave Of British Heavy Metal, pero al que ahora daban su mejor obra, su obra definitoria y definitiva. El disco que representaba, daba personalidad y definía todo lo que significó la NWOBHM.
En ‘The Number Of The Beast’ encontramos trallazos de Heavy Metal directos a la yugular, pensados y concebidos para el directo y que son el detonador de intensas y extenuantes sesiones de headbanging como la poderosa “Invaders” que abre el disco, por supuesto la propia “Run To The Hills”, “Gangland”, “22 Acacia Avenue” o “The Prisoner”, que comienza como un tema de hard rock clásico muy recargado en las guitarras, pero que al igual que en “Children Of The Damned”, que se inicia como una balada semiacústica, progresa a través de sucesivos cambios de ritmo hasta desembocar en una trepidante y vertiginosa descarga de wattios escupidos a toda velocidad, con el bajo de Harris golpeando tu cerebro sin piedad y con Dickinson, emulando a los mejores Ian Gillan o Rob Halford, forzando hacia arriba y poniéndote la piel de gallina. Sin olvidar el excelente ejercicio de rock progresivo adaptado al Heavy Metal de los 80 que es la maravillosa “Hallowed Be Thy Name”, que hoy por hoy sigue siendo una pieza imprescindible en cada setlist de gira de la Doncella de Hierro.
El legado de una historia irrepetible
‘The Number Of The Beast’ ha vendido a día de hoy un total aproximado de 14 millones de copias, fue el primer álbum de Iron Maiden nº1 en la lista oficial de ventas de discos en Inglaterra en abril de 1982 y el primer disco de la banda que entró en su primera semana de edición en la lista de la revista norteamericana Billboard, llegando a estar por encima del Top-50. Fue igualmente nº1 en Japón, Francia, Finlandia y Alemania, y se presentó en el transcurso de una gira mundial a la que se llamó The Beast On The Road - World Tour 1982 en la que desde febrero a diciembre de aquel icónico año recorrieron Europa, haciendo sus primeras actuaciones en el estado español en Madrid, Barcelona y Donostia y terminando aquel legendario tour el 10 de diciembre de 1982 en Nigata, Japón, en la que fue la última actuación de su historia con Clive Burr como batería.
A destacar de aquel tour las primeras apariciones de grupos religiosos ultraortodoxos norteamericanos que pretendían prohibir sus actuaciones en Estados Unidos acusándoles de ser un grupo “satanista”, y en un aspecto más positivo, su histórico concierto en el Festival de Reading de 1982 ante más de 50.000 personas en un cartel en el que junto a la doncella brillaron con luz propia el Michael Schenker Group, Budgie, Twisted Sister, Gary Moore, Tygers Of Pan Tang, Marillion, Y&T, Blackfoot, Praying Mantis y por supuesto, Barón Rojo.
A mi juicio, y también a juicio de muchos fans, Iron Maiden nunca superaron esta masterpiece. Por supuesto, harían discos excelentes, y obviamente su evolución musical les permitiría llegar a otras cotas de progresión musical, evolución y calidad innegables, pero ningún otro de sus discos marcó todo un periodo histórico en el rock como lo hizo ‘The Number Of The Beast’. 35 años después, vuelvo a escucharlo, y aunque posiblemente sea uno de los álbumes que más veces haya escuchado en mi vida, vuelvo a maravillarme de comprobar cómo la genialidad envolvió todas y cada una de las notas de este singularísimo trabajo. 35 años después, sigue sonando fuerte, fresco, innovador, potente y demoledor. Una obra musical imprescindible.
Mariano Muniesa
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4 comentarios
Buen artículo, muy interesante, aunque no puedo estar deacuerdo con el autor.
No quiero desmerecer la calidad e importancia del disco (especialmente para el grupo), pero para mi no ha aguantado bien el paso del tiempo, especialmente por su producción. Recuerdo la primera vez que lo escuché, la versión vinilo, sí, esa que viene con los títulos traducidos, pensé que había algo mal en él. Mejoró algo mi impresión años despues cuando me compré el CD, pero es que el sonido, sin ser sucio, no es nada cristalino ni limpio. Eso sí, luego lo arreglaron en sl siguiente Piece of Mind. Lo peor de todo, el sonido de batería, que lo veo muy plano, sin matices. Una pena, porque el trabajo de Clive Burr en los directos era impresionante, pero no le luce mucho en este disco.
Luego es verdad que tiene muy buenas canciones, algunas míticas en el heavy metal, pero no es un disco redondo de principio a fin. Tampoco lo veo como algo muy innovador ni rompedor. Por ejemplo, si lo comparamos con el Heaven and Hell de Black Sabbath, dos años más antiguo, creo que no hay color, y se ve que bebieron de esa fuente, ciertamente les fue bien así.
Por todo ello, como seguidor del grupo, no puedo decir que este disco este ni siquiera entre mis 5 favoritos del grupo, aunque algunas canciones sí podrían estar ahí, como The number of the beast o Hallowed be thy name, sobre todo si las escuchas en directo.
Saludos.
Excelente punto de vista,
Muy interesante e informátivo .
Me eha encantado el articulo. Estoy muy de acuerdo en todo. Muniesa es sin duda un magnifico periodista musical sino el mejor de este pais.
Me ha gustado mucho el artículo y estoy casi del todo de acuerdo con lo que escribes. Solo un consejo a nivel de redacción: no hagas frases tan largas que me asfixio leyendo. Por lo demás, genial como escribes!