Playa Cuberris

Entrar a matar

Entrebotones (2017)

Por: Anna Isabel Moher

8

Con buen rollo y un toque informal que no descuida en ningún momento las letras ni el sonido llega Playa Cuberris con ‘Entrar a matar’. Definen su estilo como “rock playa” y a lo largo del disco nos vamos encontrando temas que explican a la perfección el porqué de este concepto: son idóneos para escucharlos en la radio de nuestro coche mientras conducimos por la carretera, cantamos a los cuatro vientos y hacemos alguna parada a lo largo del recorrido.

El punto de salida en la carretera lo marca “Furia nuclear”, toda una declaración de intenciones para cogernos la maleta y subirnos con ellos en un viaje salvaje de rock and roll. De estilo similar y con cierto aire más clásico nos encontramos con “Huracán”. Ambas, a pesar de lo que pueda suscitar el nombre, son más tranquilas, más bluseras, melódicas pero contundentes, más para sentarte en la orilla del mar con una guitarra. La misma sensación nos inspiran “El rey de la ciudad” o “Grifo y gas”, con un matiz country y un canto a todos los bares en los que estacionar a lo largo de la andada.

“Luces de neón” llega con un estilo muy distinto que nos sumerge en un ambiente en el que nos hallamos tomando birras con los amigos. Hacemos un “descanso” en un hotel para conocer los bailes de “María Isabel”, que nos invita a no dejar de movernos. Entre fiesta y fiesta nos topamos con algunas señales de stop como son “Locos de atar” y “Quizá”, dos baladas con cierta rabia que hablan de reencuentros y despedidas en el camino.

Así, en busca de nuestro lugar cambiamos de escena con otro tipo de pistas de ritmos rápidos, tintes de alegría y pasotismo, como “Blues de nevera” o “Viernes verdes”. Cabe señalar que la primera podría convertirse en la típica que cantarías en un karaoke con tus amigos al más puro “Son mis amigos” de Amaral y que de hecho es la que introduce el término “entrar a matar” que titula este compacto. El trayecto llega a su fin con el ritmazo de “Viejo amigo”, que comienza con una fuerza inmensa marcada por el pedal de la batería y los riffs de guitarra.

11 pistas con una duración de 34 minutos que nos transportan a esas noches infinitas de verano y nos embarcan en un trayecto de influencias rock, pop, funk e incluso folk. Esta conjunción de estilos junto a unos ritmos pegadizos nos obliga a escucharlo en bucle hasta el punto de sabernos cada una de las frases. Sin duda, ayudan a conseguir ese efecto los cambios de ritmo, los medios tiempos, el chorro de voz de Peto Girón, que en ningún momento llega a ser excesivo, su vibrato y las prolongaciones con las que consigue una armonía incluso en los cortes más gamberros.

En definitiva, ideas claras, emoción y un sonido poderoso con una actitud desenfadada. Y tú, ¿y te atreves a pasar por esta segunda ruta que nos ha marcado Playa Cuberris?

Redacción
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