Guns N’ Roses 'Live at the Ritz', 30 años después: "Dad la bienvenida a la banda más caliente de Los Ángeles"

2 febrero, 2018 2:41 pm Publicado por  3 Comentarios

El 2 de febrero de 1988 se llevó a cabo uno de los conciertos más emblemáticos de Guns N’ Roses. 30 años después de este suceso, que quedó registrado gracias a la lente de la cadena musical MTV y que aún, al concentrarnos durante un par de minutos en los primeros temas, consigue trasmitirnos adrenalina, puede que ellos ya no sean los mismos. Sin embargo, en este film de poco más de una hora de duración, dejaron enmarcada su energía, actitud y un hard rock que nos lleva a sus bases, desprendiendo una magia difícil de igualar. Eran jóvenes y estaban creciendo frente a una sociedad masificante, medios de comunicación voraces y un número de admiradores cada vez más voluptuoso. Por eso, vale la pena regresar por unos instantes a aquel tiempo de sus vidas y resucitar un periodo mágico de su propia historia resumido en una sola noche en New York.

En la ciudad que nunca duerme

Portada de una de tantas ediciones piratas del directo.

“The Ritz” fue fundado en 1980. Era un histórico salón de baile y una sala de conciertos ubicada en la ciudad de New York que se centraba en actuaciones en vivo. Además, fue uno de los primeros clubes en incorporar pantallas de video y un proyector. Durante la década de los 80, MTV filmó una serie de conciertos denominados ‘Live at The Ritz’ cada sábado por la noche, incluyendo actuaciones de Gene Loves JezebelThe CultWhite Lion o Iggy Pop. Eso sí, ninguno trascendió tanto como el que nos ocupa. The Ritz se encuentra cerrado en la actualidad, pero supo capturar a Guns N’ Roses en su forma más original. Por cierto, al parecer, no era la primera vez que se presentaban allí. Axl Rose nos desveló, al desplegar una de las tantas banderas que le lanzaron, un mensaje que dio a entender este hecho: “Welcome Back to The Ritz”.

Cuando la cadena musical llegó con la propuesta de documentar una de sus funciones, la idea les agradó, a pesar de que el escenario no era el más espectacular. Sin embargo, supo reflejar sus ojos salvajes, desafiantes e insolentes, dirigidos a una audiencia enfervorizada, rodeados por una espesa atmósfera y una palpable sensación de peligro a punto de estallar; aquella masa caliente de personas pretendía copar el escenario y, mientras tanto, el personal de seguridad luchaba por encargarse de los más osados que pretendían acaparar la escena, devolviéndolos al infierno de las primeras filas.

Érase una vez

La agrupación, cuyo destino parecía ser diseñado por el universo detrás de un escudo de armas y rosas, venía de haber reemplazado fortuitamente a una banda de tal magnitud y trayectoria como Aerosmith, cosechando buenas repercusiones, meritorios reconocimientos y atrayendo a nuevos seguidores. Las ventas de su álbum debut ‘Appetite For Destruction’ habían mejorado considerablemente y su primer vídeo oficial, “Welcome To The Jungle”, le había dado un poco de popularidad, empezando a rotar su sonido por las emisoras radiales.

‘Live at the Ritz’, desde el primer instante, nos permite percibir esa magia que desprendió el concierto y que se inicia con el vozarrón de un presentador que simplemente dice: “Por favor, denle la bienvenida a la banda más caliente de Los Ángeles: Guns N’ Roses”. A partir de ahí, no tardó mucho en desatarse la locura: Duff Mckagan, envuelto íntegramente de negro, de cuero y tachas, se encarga de apuntar con su bajo las melodías más punks en “It’s So Easy”; Steven Adler va golpeando los bombos y la caja de su batería, sin dejar de exponer su tan característica simpatía; mientras tanto, las notas combinadas de las guitarras de Izzy Stradlin y Slash van elevando la temperatura dentro del recinto.

Existen varias versiones de este material que jamás fue lanzado en forma oficial, pero hay cientos de bootlegs. Uno de estos, el más breve y que fue editado efectivamente para ser transmitida por televisión, cuenta con una censura ingenua y hasta un tanto molesta cada vez que se pronuncia “fuck” o “fucking”.

El concierto continúa con el anuncio espontáneo de que la MTV estaba grabando el show. Sucedió justo antes de “Mr. Brownstone”, la segunda canción, en la que Axl compitió vocalmente junto a Izzy. Rose no solo se luce alternando agudos con una imponente voz rasposa, demostrando la versatilidad de sus cuerdas vocales, sino que también lo hace con un notable buen humor que lo lleva a saludar con un apretón de manos a varios de los presentes que se contagiaban de su sonrisa.

Rose, con un pañuelo celeste con algunos brillos anudado alrededor de su frente, impregnado de glamour a la hora de vestirse, pronto se despoja de sus lentes espejados y campera de símil reptil, para ir recibiendo banderas y rosas rojas. Decidido a crear un clima de interacción, comunicativo y alegre, el contoneo de sus pasos irradian un magnetismo que se potencia al tirar patadas y arrodillarse en el suelo para seguir poseído por la música, hasta que Slash termina recostado sobre él, punteando un final blusero para la canción.

No me atraparán

Antes de cantar “Out Ta Get Me”, el frontman nos deja una de sus tantas frases célebres pertenecientes a esta transmisión que, hoy en día, es fácil disfrutar en formato DVD: “Queremos dedicarle esta canción a la gente que trata de reprimirte. A esa gente que te dice cómo vivir, te dice cómo vestir, como hablar, lo que puedes decir y lo que no; yo, personalmente, no necesito eso, no necesito esa mierda en mi vida. Esta canción es para todas aquellas personas que trataron de oprimirme y que salieron a atraparme, haciéndome sentir alguien fuera del camino a seguir”.

Más tarde, declaró que la frase se refería a las tantas veces que había sentido que algunos habían salido para apresarlo, retenerlo o asfixiarlo. No se refería a ninguna clase de paranoia, sino que incluía a aquellos que inútilmente habían deseado enjaular a la bestia y que nunca pudieron. Algunas estrofas refuerzan esta idea: “Ellos me están siguiendo y no me atraparán, soy inocente y no me destruirán, a veces es fácil olvidar donde estas yendo, a veces es más difícil salir y cada momento piensas que sólo sabes que estás haciendo, cuando tus problemas te exceden, ellos me empujan a una esquina, sólo para hacerme pelear, pero no me tocarán”. Lo que hizo fue ratificar su mensaje.

‘Quiero oíros gritar’

Eran cinco jóvenes que reunieron sus talentos y ambiciones, pero estaban atravesando por diversas circunstancias y experiencias que desafiaban sus límites artísticos, llevándolos a pelear inclusive por su real subsistencia, volviéndose una etapa vertiginosa (sin mencionar nada en cuanto a su relación y convivencia). Axl parece cantar con una bronca incontenible, los coros de Duff intentan armonizar; mientras tanto, Slash se desestabiliza, se le desenchufa el cable, alguien toca su clavijero y desafina su instrumento haciendo que suene desprolijo. Sin embargo, a nadie parece importarle: el público lo acompaña descontrolándose. Axl infla un condón y Steven eleva el tempo de la canción “Sweet Child O’ Mine”; paralelamente, Izzy parece estar inmerso en su propio limbo.

Slash se encarga del arpegio introductorio para “My Michelle”, indicando cuál es la melodía a seguir. Axl, de repente, sólo está usando unos tirantes que apenas sostienen sus pantalones de cuero y logra generar emoción con unas pocas palabras: “Esto es para la gente: si tienen algo que llena sus vidas, que llena un espacio, pero por dentro sabes que no está yendo nada bien, aunque ya no tengan esperanzas, hay algo ahí afuera. Todo lo que tienes que hacer es resistir y creer”. En ese momento, la calma se convierte en tormenta al emitir una pregunta en un grito: “You know where you are?”. Tras contar una breve anécdota de cómo fue una advertencia que le hicieron al transitar desprevenido por ciertos lugares, se lanzó de lleno a “Welcome To The Jungle”, llevando al extremo su tono rabioso.

El tema fue interpretado de manera impecable, incluyendo la presentación de cada uno de los músicos. Axl destacó a su compañero y amigo de Indiana: “Izzy Stradlin es el de la guitarra blanca, hace trece años que está tocando”. Al presentar a Steven, no se olvida de presentarlo como “Pop Corn”. Sin embargo, pone un especial énfasis en el guitarrista mulato: “Por último, pero no por ello, definitivamente, menos importante. Pasa por el mundo que no creó como si fuera su invención; mitad hombre, mitad bestia; no sé qué es, pero es extraño, molesto y se hace llamar Slash”. A continuación, el guitarrista se permitió despejar su rostro oculto debajo su melena abultada para contar antes de “Nightrain”: “No voy a hacer extensa esta introducción para que MTV no me censure. Esta canción no habla de drogas, ni alcohol, sólo habla del pasado”, comentó antes de volver a concentrarse en su instrumento.

Invocando al peligro

Axl reaparece con una boina de cuero y una simple remera negra sin mangas de Thin Lizzy, con el logo en color rosa, bajo un esmoquin. Ya tiene la voz destrozada, pero la emoción creciente de “Paradise City” se salva con actitud; cuando llega al clímax, se lanza al público para sumergirse en un mar de admiradores que requirió de tres personas de seguridad para sacarlo de allí. Cuando finalmente salió, se encontraba con el torso desnudo: le habían hecho trizas la remera, tenía la espalda arañada, le habían arrancado las pulseras, tirado del pelo y estaba preocupado por su muñeca izquierda. Enloquecido, culmina cómo puede, mirándose un dedo lastimado tras ser rescatado de ese alud de manos que pretendían no soltarlo.

La revista Rolling Stone aseguró que ningún tramo de la noche había sido tan peligroso como la interpretación de “Paradise City”. De hecho, la publicación consideró al bolo como uno de los espectáculos más salvajes de la historia de Guns N’ Roses. ¡Y eso que el tema  cuenta con una introducción rítmica inofensiva y un melódico estribillo! Sin ninguna duda, sigue siendo la versión definitiva en vivo de este himno por excelencia.

A eso habría que sumar una postal de Slash, destacándose mediante un riff frenético, recostado sobre su espalda en el suelo, bañado en sudor, recargado para contraatacar con “Rocket Queen”. Axl desaparece después de la primera estrofa y busca un cigarrillo que encenderá con otro de su compañero Saul ‘Slash’ Hudson, dejándose en él la poca voz que le queda. Enojado por culpa de algún desperfecto técnico, lanza su micrófono al suelo con fuerza, sin importarle quedarse sin él, a la hora de cantar las últimas notas… y todo debido al fervor del momento.

Estamos aquí para quedarnos

Tras haber interpretado en su mayoría el ‘Appetite For Destruction’, “Knocking On Heaven’s Door” de Bob Dylan fue el tema que clausuró el set (posteriormente se incluyó en el álbum doble ‘Use Your Illusion’). Esta rustica interpretación carece de coros femeninos y la orquesta colosal que le sumaron años más tarde: el público se encarga de suplir la carencia. “Somos los más odiados, no quiero que piensen que somos la peor banda del mundo, aunque me importa una mierda lo que digan”, concluye un sonriente Mr. Rose. Tras la carcajada colectiva, deja solos a los presentes para que canten con más ánimo.

Depende la versión del ‘Live at The Ritz’ que encuentres, puede que la lista de temas aparezca alterada e inclusive tenga agregado un bonus track de “Mama Kin”, con el agradecimiento de Axl a Steven Tyler por permitir que hicieran una adaptación de la canción. La calidad de la filmación fluctúa, pero no deja de hacernos sentir que estamos espiando a través de las rendijas de otro tiempo. En agosto de ese mismo año fueron convocados para participar del festival de Castle Donington junto a AC/DC, Alice Cooper, Helloween, Megadeth, Iron Maiden y Kiss, entre otras bandas, formando parte de otra historia que aún estaba por desandarse.

Estos Guns N’ Roses de finales de los 80 resumen mejor que nadie lo que el hard rock significa, con sus letras desperdigando rebeldía; su imagen, actitud callejera ofensiva, a pesar de que el nacimiento de lo que entendemos hoy en día como rock más clásico data de los años 70. Movilizaron los cimientos de ese mundo y, para muchos de sus fans, este show se tornó una joya gloriosa diferenciándolos por su naturaleza única. De hecho, Slash le dedica unos párrafos a este concierto en su biografía, aseverando: “No fue una de nuestras mejores actuaciones ni de lejos. Axl tenía problemas en la garganta y, aunque no tocamos mal, lo habíamos hecho mucho mejor unos días antes. En todo caso, fue relajado, desafinado, punk y por eso merece cierto reconocimiento, se trata de una grabación importante porque muestra la esencia de la banda y el público fue genial”.

Prediciendo el futuro

Sin duda, impusieron una vanguardia en cuanto a estética y sonido que los identifica hasta hoy, convirtiéndose en pioneros. En ese entonces, la industria musical resaltaba a grupos estrambóticos como Mötley Crüe y W.A.S.P.. Pero en ‘Apettite For Destruction’ se reunieron una serie de talentos que no se hallaban en la mayoría de las bandas. Su debut, la placa ‘Lies’ y los ‘Use Your Illusions’ estaban a años luz de cualquier trabajo editado en esa época. En ellos todo era salvaje: estaban hechos de una pasta especial, empezaron a ser conocidos cuando el glam metal ya no tenía mucho más para ofrecer y el thrash seguía siendo un género casi under que ni siquiera había alcanzado el nivel de superventas que conseguía Mötley Crüe. Sin contar con ese éxito mediático ni interpretar el género de moda, Guns N’ Roses presentaban algo diferente. Aunque su estética era un tanto similar, eran originales denotando honestidad, ansias de triunfar, pasión y una juventud a flor de piel que pretendía llevarse el mundo por delante.

‘Live at The Ritz’ muestra a esos Guns N’ Roses antes de su estallido sin precedentes,  grandeza, posterior disolución y más reciente reunión de tres de sus pilares fundadores en la gira “Not In This Lifetime”. A ellos les gustaban a las masas y también captaron a ese sector heavy ya acostumbrado a propuestas bastante repetitivas gracias a esa fórmula de un rock ‘n’ roll old school compuesto por cinco personalidades tan disimiles pero, a la vez, con tanto en común. Fueron quienes patearon basura caminando por Sunset Boulevard y demás calles del súper poblado West Hollywood construyendo su historia; transmitían su música de un modo fabuloso y se encontraron con la fama y el éxito. Posiblemente, muchas de esas sensaciones que vivieron, fueron las que liberaron y se palpitaron esa noche, inmortalizando en The Ritz una gala inolvidable, una de las más apreciadas gemas de su colección y un documento musical imprescindible de la que fue, para muchos de sus amantes más fieles, la mejor era del hard rock.

Lucy Dávalos
Twitter/Instagram: @lucydavalosOk

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Esta entrada fue escrita por Redacción

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