Crónicas
Download Festival Madrid 2018 (30 de junio)
« Las leyendas del metal nos mostraron, una vez más, porqué están donde están»
La Caja Mágica, Madrid
Texto: Yorgos Goumas. Fotos: Alfonso Dávila y Nerea Ramos
Os traemos la crónica de la tercera y última jornada del festival, donde las leyendas del metal nos mostraron, una vez más, porqué están donde están, incluyendo momentos que invitaban a la emoción. También averiguamos por qué deberíamos ser optimistas viendo el nivel de las bandas actuales.
Si la noche del viernes me quedé con la espina clavada de no haber visto a Parkway Drive, algo se me quitó al poder disfrutar de los madrileños Eon al inicio de la jornada. Se trata de un combo que no tiene nada que envidiar a bandas foráneas como, Caliban, All That Remains, Killswitch Engage o los ya mencionados australianos. Aún están en plena gira de presentación de su segundo disco, ‘Médula’, así que, si os gusta el metalcore de calidad con una pizca de oscuridad añadida, no les perdáis la pista.
Del escenario 4 me fui al 2 para ver a los de Florida, Shinedown. Admito que no les conocía y, por los temas escuchados, veo que no me he perdido gran cosa. Puede que a su frontman le encante dirigirse al respetable y hacerl que se mueva y bote a su antojo, pero me pareció que hablaba demasiado. A nivel musical, si os gustan bandas como Theory of a Deadman, Three Days Grace o Breaking Benjamin, os van a gustar (y vista la reacción del público, seguramente cuentan con un buen puñado de fans aquí), pero a mí no me dicen gran cosa. No me provocaron la curiosidad de explorar más su música, porque temas como “Unity” o “Second Chance” me dieron sueño y otros como “Sound of Madness”, “Diamond Eyes” o “Evil” me hicieron pensar que prefiero a Nickelback.
La cosa mejoró algo con la aparición en el escenario principal de Baroness, un cuarteto que está consiguiendo hacerse un hueco importante en el panorama internacional. Desde un gusto plenamente subjetivo, cuando pienso en metal sureño o sludge, pienso en guitarras afinadas lo más bajo posible, base rítmica a prueba de balas y viscosa como los pantanos de Luisiana, y voz desgarrada por el alcohol hecho en destilerías clandestinas. Puede que temas como “The Sweetest Curse”, “Morningstar” o “Isak” cumplan parcialmente mis criterios personales, pero otros temas que sonaron ayer como “Take My Bones Away”, “March to the Sea”, “Shock Me” (interesante, al menos, el uso de un sequenciador) o “Chlorine & Wine” contienen demasiada luz, demasiada melodía… Son temas que se quedan en tierra de nadie entre Mastodon (los de antaño) y High on Fire. Llamadme pureta, pero yo me tomo mi sludge bien crudo, rudo y oscuro.
Vuelta al escenario 4 para ver a los japoneses locos de Crossfaith, porque si tengo que elegir entre el llamado rock escandinavo de los Hellacopters, que a mi modo de ver es un rock reiterativo y simplón, y el metalcore electrónico de los nipones, pues elijo lo segundo. Ya sabéis, para gustos los colores. Pues bien, los de Osaka no me decepcionaron. En la misma senda de bandas como Pendulum, To The Rats and Wolves o Enter Shikari, mezclan el metalcore y el alternativo con elementos electrónicos e incluso de dub step para hacer un combo de groove y electrónica altamente pegadizo, que nos puso a botar sin parar. A nivel de locura tampoco decepcionaron, con el vocalista tirando el stand del micro a la batería y después alentándonos a hacer un wall of death mientras el teclista hacía crowdsurfing. Aunque llevan más de diez años en la brecha, para mí fueron otra de las revelaciones de este festival.
¿Y The Hellacopters? Álvaro Entrena nos lo cuenta:
"Era el tercer y último día del festival. El cansancio (además del calor y ese olor tan “especial” que nos había estado acompañando desde el jueves) seguía haciendo mella en la gente. No obstante, las ganas del respetable de ver a artistas de la talla de Baroness, Volbeat, Judas Priest u Ozzy Osbourne hacían recobrar todas las energías desgastadas el día anterior tras tres horas y media de puro espectáculo con el tan esperado concierto de Guns N' Roses.
Entre estos grupos se encontraba The Hellacopters, banda que tras ocho años de parón (2008 - 2016) regresó a los escenarios con la misma vitalidad pese al paso de los años y esa mezcla tan pegadiza de punk rock, garaje rock, rock & roll e incluso blues. Animaron a un público que, en su gran mayoría y dada la hora del concierto (19:15 - 20:10), acababa de llegar al recinto. Si bien es cierto que contaban con menos de una hora para realizar su performance, el quinteto sueco capitaneado por Nicke Andersson no quiso perder el tiempo. De hecho, supo aprovechar cada minuto con el que contaban. Hubo tiempo para temas tan contagiosos como “I´m in the Band”, “Hopeless Case of a Kid Denial” o “No Angel to Lay me Away”, además de otros cortes más tranquilos como “Toys and Flavors” o “No Song Unheard”, sin olvidar ese toque blues antes mencionado en canciones como “My Mephistophelean Creed”, single estrenado junto con” Don´t Stop Now” en 2016 con motivo de su reunión y del 20º aniversario de su primer álbum ‘Supershitty to the Max!’.
Pese a tocar en uno de los escenarios con mejor acústica y calidad de sonido como era el Main Stage 2, lo cierto es que el sonido no estuvo a la altura, llegando a resultar estridente en muchos pasajes en los que las guitarras solapaban la voz y se distorsionaban demasiado. Pese a esto y al hecho de que el grupo tocaba de cara al sol y a temperaturas bastante elevadas (algo que para gente proveniente de un país nórdico no debe de ser nada agradable), el grupo dejó claro que, aunque hayan permanecido en silencio durante casi una década, mantienen la fuerza y la energía de los grupos más jóvenes (a excepción de Boba Fett, quién se mantuvo “ausente” tras su teclado sin mostrar mucha efusividad, salvo cuando utilizaba la pandereta).
Terminaron su show con el potente “(Gotta Get Some Action) Now!”, en el que el guitarrista Dregen finalizó su solo subido a uno de los amplificadores y saltando por encima de su compañero de cuerdas y cantante Nicke Andersson. Cerraron un concierto de lo más entretenido que convenció tanto al público más mayor como a los más jóvenes, quienes posiblemente no conociesen previamente al grupo.
Esperemos que conserven las energías para los conciertos venideros y, dicho sea de paso, para grabar un próximo disco después de una década desde la salida de su ‘Head Off’".
Los daneses Volbeat hacían acto de presencia en el escenario principal con la intro del “Walk” de Pantera y con “The Devil’s Bleeding Crown”, volviendo loco al respetable. Tras descargar varios temas Michael Poulsen no aguantó más y comentó: “¿Alguien se ha hecho caca en los pantalones? Quizás fui yo”, aludiendo por supuesto a nuestro compañero invisible y fétido que nos llevaba acompañando estos tres días por cortesía de una depuradora de residuos cercana. Aún así, prosiguió con temas como “Lola Montez”, “Sad Man’s Tongue” (con una parte del “Ring of Fire” de su héroe musical, Johnny Cash, que sirvió como intro), “Dead But Rising” (uno de mis favoritos), “16 Dollars”, el medley “A Warrior's Call” / “I Only Want to Be with You” (el éxito de Dusty Springfield) y “For Evigt”, entre otros temas. “Seal the Deal” fue dedicado a Vinnie Paul.
Tras eso, tocaba moverse al escenario 2 para posicionarse para ver a las leyendas del metal Judas Priest, aunque se nos hizo raro ver al reputado productor Andy Sneap, que cumplió con creces su propósito, sustituyendo a Glenn Tipton. Tienen el lujo de poder abrir sus conciertos con temas nuevos que están totalmente a la altura de los clásicos, como es el caso de “Firepower” de su último y aclamado disco homónimo. La voz del metal god sonó bastante bien y cualquier duda acerca de su estado de forma se disipó enseguida. Rob sigue dando guerra y esperemos que por mucho más tiempo. “Grinder” nos “molió” la cabeza, igual que “Sinner” y otro de sus temas nuevos, “Lightning Strike” (sinceramente, no podría haber mejor último testimonio discográfico para Glenn Tipton que ‘Firepower’). “Turbo Lover” fue coreado por todos y cada uno de los asistentes, y si alguien no lo hizo, debería ser arrojado a la planta depuradora. Fue seguido por otro clásico como es “Freewheel Burning” y que nos hizo hacer headbanging sin parar; demoledores. Después de “Bloodstone” tocaba que sonaran otros tres temas inmortales que también fueron coreados por todos: “You’ve Got Another Thing Comin’”, “Hellbent for Leather”, con Halford a lomo de su sempiterna Harley, y “Painkiller”… y sí, Halford nos regaló sus agudos, con un poco de ayuda de efectos, pero agudos al fin y al cabo. Además, en la pantalla grande apareció Tipton en el video clip del tema tocando el flamante solo. Los clásicos seguían cayendo y para “Metal Gods” vino el momento más emocional de todo el festival: Glenn Tipton hizo acto de presencia para tocarlo con sus compañeros. Nunca fue un tío gordo pero ahora se nota que se encuentra en un momento importante de debilidad y delgadez, signos de su situación física. Aclamado por todos, fue un momento que a más que uno nos hizo notar que nuestros ojos estaban más húmedos de lo normal, así que el tema tuvo un sabor agridulce, por lo menos para mí… ¿O es que con la edad me estoy volviendo más ñoño? El eterno “Breaking the Law” y el festivo “Living After Midnight” me devolvieron las ganas de marcha y, con este tema, los Judas se despidieron, con Rob diciéndonos en castellano: “Sois de puta madre”.
Ahora tocaba ir a ver a otra leyenda: Ozzy Osbourne. Admito que es la primera vez que le veo en directo, así que la emoción era doble, aunque a la vez tenía algo de suspicacia en cuanto a su estado físico. Afortunadamente, dichas preocupaciones se disiparon enseguida desde el primer tema: “Bark at the Moon”.
Nunca fue un gran vocalista, pero su voz sigue manteniendo el brillo de antaño; también mantiene los ademanes de siempre, dando palmaditas, corriendo de un lado del escenario al otro, gritando “lets get fuckin’ crazy” (sólo le falto tirarnos los cubos llenos de agua); cosas que si las hicieran otros quedarían ridículos, pero Ozzy es mucho Ozzy. Zakk Wylde con su kilt escocés es la pareja perfecta para Osbourne y, aunque Gus G es mi amigo personal, me alegro que Zakk haya vuelto a la banda. Del resto del grupo de Ozzy, Rob Blasko (ex bajista de Rob Zombie), Adam Wakeman (hijo del teclista de Yes, Rick) y Tommy Clufetos, me quedé anonado con la tremenda pegada que le da este último a su kit de batería, todo un espectáculo. “Mr Crowley” fue seguido por la primera versión de Black Sabbath, “Fairies Wear Boots”. “Suicide Solution”, “No More Tears” y “Mama, I’m Coming Home” (ese último coreado por todos) fueron seguidos por la segunda versión sabatiana de la noche, ya que las sirenas de guerra nos avisaban que “War Pigs” estaba a punto de caer; durante el solo de guitarra Zakk bajó al foso de los fotógrafos y paseó su melena mientras tocaba detrás de sus hombros o con los dientes.
Después del “I Don’t Want to Change the World”, tocaba el descanso para Ozzy, así que tuvimos sendos solos por parte de Clufetos y Wylde; dicho sea de paso su solo se derivó con el resto de la banda en una parte de “Perry Mason”. Con “Shot in the Dark”, “Crazy Train” (por fin, se cumplió mi sueño de gritar “all aboaaaard”) y “Paranoid”, Ozzy se despidió de nosotros, arrodillándose además ante todos, dejándonos un buen sabor de boca. God bless you Ozzy!
El cuerpo ya estaba dando señales que llegaba a su límite, pero aún quedaban un par de bandas por ver, así que sacando fuerzas de la nada, me acerqué al escenario 2 (mientras sonaba “Changes” de los Sabbath en el escenario 1) para ver a las grungeras L7. Admito que sólo conocía sus éxitos de hace 25 años “Pretend We Are Dead” y “Evergalde”, y musicalmente hablando, nunca fui fan de este tipo de rock alternativo, pero obviamente y como adolescente, me atrajo su estética grunge y sobre todo, su actitud; eran unas riot grrrls. Creo que en un momento dado dijeron algo de que estaban solteras, pero no entendí muy bien a qué venía eso (no sé si era una invitación) ya que estaba muy cansando y con el griterío de la gente no me enteraba, pero dado que según la leyenda, un bolo suyo en Inglaterra fue promocionado con una lotería cuyo premio era una noche intima con la batería, tampoco me sorprendería. Eso es actitud a prueba de balas de musicólogas y feministas ilustradas, porque
L7 entienden que el rock es sucio, atrevido, chabacano y contra la moralidad imperante. Musicalmente hablando, si os gustan bandas como Dinosaur Jr, Mudhoney o los Melvins, os van a gustar mucho y temas como “Fast and Frightening”, “Fuel My Fire”, “Drama” sí que tienen la urgencia de un Iggy Pop a quien tienen que adorar. Rock con ovarios, sí señor.
Admito que no soy muy fan del metal extremo, pero los ingleses Carcass siempre me atrajeron. Además, les conocí en su época del ‘Heartwork’ y, junto con At the Gates, abrieron una nueva ventana musical para mí. Aunque mi cuerpo me decía “basta ya”, saqué las últimas reservas de fuerza y me acerqué al escenario 3 para el último bolo de la jornada. A pesar de la hora y el cansancio, hubo una gran afluencia de público, algo que Jeff Walker nos agradeció diciendo que somos los auténticos metaleros los que seguimos dando guerra a esas horas después de 3 días de festival. La gente se lo pasó de lo lindo con temazos como “Incarnated Solvent Abuse”, “Unfit for Human Consumption”, “Exhume to Consume”, “Corporal Jigzore Quandary” y, cómo no, “Keep On Rotting in the Free World”. La mejor tralla para despedirnos de esta segunda edición del Download en Madrid, un evento con más luces que sombras en todos los aspectos.
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2 comentarios
Gran critica de los tres dias del festival...ha habido algunos fallos de organización pero en cuanto a lo musical un nivel muy alto...creo que el setlist que toco Volbeat no es exactamente el que has puesto heaven no hell no sono aunque si warriors call/be with you y tocaron boozle poozle o algo asi creo ke se llama...
Le hemos dado una vuelta y tienes razón, gracias!