40 años del mítico disco debut de Asfalto: "Pero mi música es un río… ¡que nadie puede parar!"

Blog: Mariano Muniesa

13 marzo, 2018 1:11 pm Publicado por  1 Comentario

Una historia que es a grandes rasgos, la historia del rock español. El disco que comenzó la legendaria andadura de Chapa Discos, el sello gracias al cual nuestro rock adquirió entidad como estilo, como lenguaje y como banda sonora de aquel cambio por el que se llevaba tantos y tantos años luchando, ya incluso en vida del dictador. El disco que dejaría en generaciones enteras una huella tan profunda que aún a pesar de sus limitaciones técnicas, se convirtió en uno de los más emocionantes testimonios de una época en la que todo estaba por hacer, todo estaba por cambiar, todo estaba por romper. El año en el que Ramoncín escandalizó a todo el país dedicando en TVE sus canciones “a los que todavía tenéis en la cárcel” y exigiendo actuar en el Teatro Real, en el que Susana Estrada escarnecía con sus strip-teases a las mentes más ultraconservadoras y en el que se abortó el primer intento de golpe de estado militar de la democracia, la llamada “Operación Galaxia”, en la que ya pululaba por aquel entonces un pikoleto que se hacía llamar Antonio Tejero... Nuestra historia, nuestra vida, una historia que Asfalto plasmaron en estas canciones con tanta inspiración como genialidad.

Tickets y Handicap: así empezó la historia

Fotografía de Asfalto incluido en el interior del vinilo 'Asfalto' (1978)

Asfalto debutó discográficamente en marzo de 1978, pero como tal grupo existía desde hacía muchos años antes, con diferentes formaciones y periodos de mayor o menor actividad condicionada casi siempre por la lacra del servicio militar obligatorio que existía en aquellos años en España, y que cuando entraron a grabar a finales de 1977 en los estudios Audiofilm de Madrid este primer disco de larga duración, llevaban ya en su bagaje muchos años de música, carretera y conciertos. Repasemos por tanto, antes de entrar a analizar este álbum, para poner en contexto lo que significó para el rock español su edición, la historia de aquellos luchadores que se hacían llamar Asfalto.

Los Asfalto que grabaron 'Asfalto', el disco cuyos 40 años hoy conmemoramos, nacen en cierta manera de la fusión de dos grupos creados a comienzos de los años 70; por un lado, los Tickets, banda en la que destacaba el liderazgo de José Luis Jiménez y por otro, los Handicap en los que estaban el guitarrista Julio Castejón y el batería Enrique Cajide. De hecho la historia de aquel grupo nace en el otoño de 1973. Julio Castejón estaba retomando la actividad con Handicap tras volver de la mili, con él como guitarrista y cantante, Enrique Cajide de nuevo en la batería, Julio Blasco en el bajo, más otro guitarrista y un teclista que según expone en su libro de memorias 'Ahora que me acuerdo' solo recuerda que se llamaban Fernando, en el caso del guitarra y como apodo “Carnaballi” el teclista, pero que duraron poco, pues pronto aconteció un suceso que acabaría con la historia de Handicap y daría paso al nacimiento de Asfalto.

A comienzos de 1974, Julio Castejón recibió una llamada de José Luis Jiménez, al que ya se conocía como “Joe” en aquellos años y que el propio Julio ha reconocido que era un músico al que conocía y admiraba, con lo cual siempre ha recalcado que le sorprendió sobremanera que aquella llamada telefónica de “Joe” fuera para proponerle a Enrique Cajide y a él que se unieran a su nuevo proyecto, Asfalto, que no eran otros que los Tickets con ese nuevo nombre, supuestamente más “comercial”. José Luis explicó a Julio que esa banda estaba desecha por cuanto el batería Pancho se había marchado para formar parte del grupo de acompañamiento de Camilo Sesto, que hacía por aquel entonces una media de 150 actuaciones al año muy bien pagadas y el guitarrista Mario del Olmo había dejado la música por obligaciones laborales y familiares. Por tanto, quería poner en marcha unos “nuevos” Asfalto, y pensaba que Julio y Enrique podían ser los músicos idóneos para encarar esa aventura. Julio asegura que en un principio tenía dudas acerca de si sería viable o no el proyecto, por cuanto consideraba que no estaban al nivel que ya tenía José Luis como músico, pero este mismo fue el que les dijo que eso no importaba y que prefería tocar con gente que tuviera ganas, actitud y energía que con “tocones”, muy buenos técnicamente pero que no eran capaces de transmitir nada, sobre todo en directo.

Todas las dudas quedaron despejadas cuando poco tiempo después, los Handicap tuvieron que desplazarse a la localidad de Alcázar de San Juan para hacer un bolo en la discoteca Borsalino. A la hora de salir de Madrid, el bajista Julio Blasco no se presentó a la cita y al resultar imposible localizarle, se les ocurrió, casi a modo de salida a la desesperada para no tener que cancelar la actuación, llamar a José Luis Jiménez por si quería tocar con ellos. Jiménez les dijo que sí, hicieron la actuación y la química musical entre ellos funcionó a la perfección. De hecho, aquellos Handicap, con Jose Luis Jiménez de bajista y cantante más Chema Arrillaga, que se incorporó como segundo guitarra hicieron prácticamente toda una gira por diferentes lugares de España durante todo el verano de 1974, consolidándose como uno de los grupos de rock más sólidos que existían en ese momento en España. Curiosamente, por aquel entonces aún usaban el nombre de Handicap, dado que parece ser que el propio José Luis, que había cambiado el nombre de Tickets por el de Asfalto muy a su pesar, no le gustaba tocar bajo ese nombre, a pesar de que ya hubieran grabado como Asfalto en 1972 dos sencillos, "Jenny / Razones" (Acción, 1972) y "Quiero / The First Dance" (Acción, 1972), ambos producidos por el legendario Manolo Díaz y con la colaboración de Lele Laina y Terry Barrios, que serían futuros compañeros de José Luis en Asfalto y en Topo.

Terminada la gira del verano de 1974, Handicap se transforma definitivamente en Asfalto y debido a importantes diferencias musicales entre José Luis Jiménez y Chema Arrillaga, este último decide marcharse del grupo en diciembre. Entonces José Luis propone a Julio y a Enrique probar con un guitarrista al que conocía bien y que provenía de un grupo, Los Zurdos, con los que había colaborado en el pasado. En enero de 1975 ese guitarrista, Lele Laina, acudió un primer ensayo de prueba y ante los buenos resultados, Lele pasa a ser el nuevo miembro de Asfalto. Esta será la formación que tras tres años de duro trabajo, muchas horas de carretera, incertidumbre y sinsabores, grabará 'Asfalto'.

Aquellos Asfalto eran a nivel de banda de directo, gente luchadora, entregada y esforzada como muy pocos en la música española de aquellos años. Se recorrían kilómetros y kilómetros cada fin de semana, tocando a veces por cantidades misérrimas, pero con una ilusión, una fe en sí mismos y una convicción tan firme como admirable en la música que defendían, en su afán por hacer disfrutar a la gente que fuera a verles del rock, de esa música que -salvo en la España franquista- había cambiado el mundo, había cambiado la cultura y había dado a aquella generación un lenguaje propio, un forma de expresarse, autoafirmarse y rebelarse contra aquello que no les gustaba y que querían cambiar. Pero pasaban los meses, y más allá de los numerosos conciertos que hacían, y a pesar de que Asfalto ya habían grabado y tenían un nombre ciertamente conocido, grabar un disco para ellos en ese momento era poco menos que una quimera.


Campo de Criptana, al abrigo de los molinos de viento...

Verano de 1975: Festival de rock en la localidad castellano-manchega de Campo de Criptana, con Asfalto como uno de los grupos más importantes del cartel. El festival tiene que cancelarse debido a una torrencial tormenta de verano que descargó tal cantidad de agua que hacía materialmente imposible llevar a cabo el evento. A resguardo de la lluvia en un molino cercano y posteriormente en la furgoneta de regreso a Madrid, Mariskal Romero, que iba a ser el presentador del Festival, comenta con el grupo lo difícil que resulta poder salir adelante sin el apoyo de un disco, sin poder editar unas canciones que pudieran sonar en la radio y dar más popularidad al grupo. Mariskal Romero, que en ese momento ya estaba totalmente inmerso en la elaboración del primer volumen del recopilatorio '¡Viva el rollo!' entendiendo y comprendiendo la situación que vivían en ese momento no solamente Asfalto, sino muchísimos más grupos de rock españoles de 1975, les asegura que va a hacer todo lo posible por sacar adelante el proyecto de crear una compañía discográfica para dar salida a los proyectos tanto de ellos como de otros muchos grupos, como Coz, Ñu u otros que estaban dejándose la piel para sobrevivir en aquella precaria escena rockera.

Como muchas veces ha explicado Mariskal Romero, Movieplay, la compañía que editaría el primer '¡Viva el rollo!' fue la primera opción que manejó para fundar lo que después sería Chapa Discos, pero ante la negativa de los directivos del sello a implicarse en la aventura de crear una compañía discográfica dedicada a difundir el rock español, le costó dos años de gestiones, reuniones y conversaciones infructuosas con otras muchas compañías llegar a convencer a la dirección del sello Zafiro crear una división, un sub-sello que se llamaría Chapa Discos -nombre que aún no estaba decidido mientras Asfalto estaban grabando su disco de debut- y para el cual, inmediatamente llamó a la banda a la que había prometido en aquella tormentosa tarde en Campo de Criptana para ofrecerles grabar un LP, el que sería su primer álbum.

Meses antes, hacia el otoño de 1976 José Luis Jiménez había propuesto al grupo componer una ópera rock, basada en el relato de una persona, un trabajador que tras una dura jornada laboral, al llegar a su casa para descansar, emprende quizá en sueños, un viaje que le lleva a recorrer parajes, mundos y escenarios imaginarios en los que encuentra tanto lugares y parajes que formarían parte de sus deseos - “La isla del amor”- como experiencias más allá del mundo real - “Rocinante”- y escenarios que muestran sus preocupaciones, sus miedos y su angustia sobre la realidad que vive día a día - “Ser urbano”, “La huida”-.

Este proyecto, en el que el grupo se volcó, sería la base aunque incompleta de su disco debut. Y lo cierto es que cuando les llega la oferta de Mariskal Romero para grabar ese ansiado primer disco, el proyecto, aunque avanzado, no estaba concluso y le faltaba aún bastante trabajo por desarrollar.

Sostiene Julio Castejón que para no perder la oportunidad de editar ese ansiado primer disco y tras muchas conversaciones acerca de qué hacer, se decidió que por un lado se grabarían temas propios del repertorio, llamémosle “clásico” de los últimos años de Asfalto, como “Ya está bien” o “Días de escuela”, combinados con los que estaban más avanzados del proyecto de Opera Rock. En estas circunstancias Asfalto entraron a finales de noviembre de 1977 en los estudios Audiofilm de Madrid, con Mariskal Romero como productor y Santiago Lardíes como ingeniero de sonido.


Tema a tema

Ya está bien

Se abría el disco debut de Asfalto con una canción veterana de su repertorio que era una desgarrada, cruda y sentida protesta contra la situación de marginación que vivían los músicos de rock, como bien decían en su letra, “siempre mendigando un sitio donde tocar”, y en la que reivindicaban sus años de lucha por el rock criticando la música comercial que imperaba en las radio-fórmulas de la época y defendiendo que pesase a quien pesase, ellos no iban a tirar la toalla, sobre todo si contaban con el apoyo de su gente, de la gente del rock. “Fórmulas endiabladas / rumbas y ritmos de actualidad / divos de color rosado / nos tratan de camelar / hasta aquí hemos llegado / no se puede continuar / si no me prestas tu mano / todo será un paso atrás”. Rock fuerte, que se iniciaba con una intro de guitarra suave, cálida, que pronto evolucionaba hacia un tema casi de hard rock, con la voz cruda y llena de sentimiento de José Luis Jiménez, que cantaba con una rabia que transmitía esa frustración, esa angustia, ese inconformismo que miles de músicos vivían en aquella España que intentaba trabajosamente salir de la negra noche de la dictadura franquista.

Capitán Trueno

Una oda muy sincera, impregnada de espíritu de lucha y hasta cierto punto tierna, al  personaje de comic que formó parte de la infancia de tantos chicos de la generación de los Asfalto. Musicalmente, era un tema al cual la inclusión de una flauta según idea de José Luis Jiménez le dio un aire folk muy atractivo, potenciado por la presencia de guitarras acústicas casi en plano de igualdad con las eléctricas. Su letra, un anhelo de libertad, de ruptura, de cambio, propio de aquellos jóvenes que querían romper definitivamente con el franquismo y que incluso querían ir más allá, mucho más allá de lo que fue la llamada “transición” y que querían hacer saltar en mil las cadenas que les ataban a aquel negro pasado de la historia de España.

Ser urbano

Otro tema musicalmente fuerte, duro, que personalmente entiendo que fue de los más perjudicados por la deficiente producción que tuvo este disco, y que ha quedado como uno de los más clásicos de esta etapa de la banda. Solos de guitarra excepcionales y una letra magnífica, que denunciaba la alienación de las personas sometidas a la esclavitud laboral, al capitalismo salvaje y a la vida en la ciudades llenas de polución, contaminación y suciedad. Esta canción, que es una sentida defensa de la ecología y el medio ambiente, será un tema constante en otras canciones más adelante de Topo, como por ejemplo la magnífica “Marea Negra” de 1982.

Días de escuela

Una de las canciones más admiradas de toda la historia de Asfalto, no solo por su extraordinaria calidad musical y los emotivos efectos de sonido, con las voces de fondo al inicio y al final del tema de los niños en un patio de colegio, sino por la letra, una de las letras que con más sentido de la realidad mostraron a mucha gente lo que era para millones de niños la tortura diaria de la educación franquista: los castigos, las amenazas, la disciplina a base de golpes y bofetadas, el miedo, la religión católica impuesta como una condena, el sometimiento a los iconos y al terror de la dictadura y frente a ello, el mínimo respiro que significaba para aquellos niños el recreo y sobre todo, la aspiración a poder vivir en un mundo en libertad y un futuro y en el que nuestros hijos pudieran vivir en libertad, apreciar y amar la libertad. Un himno que aún emociona al escucharlo, sobre todo a los que vivimos los últimos coletazos de aquella castrante y fascista educación católica basada en la represión, el miedo y el totalitarismo.

Todos los días

Esta breve y divertida pieza del disco es otra de esas canciones especialmente entrañables de 'Asfalto', que cuenta una historia tan cotidiana como la de despertarse todos los días para ir a trabajar, en medio del cansancio, la prisa, la somnolencia, el mal tiempo, y ese minuto de tregua que proporcionaba a los protagonistas de la letra el cruzar unas palabras durante apenas un momento con una chica guapa, de la que te podías enamorar aunque solo fuera ese minuto al día, bien fuera en la gasolinera o en la panadería.

La huida

Siempre he tenido la convicción de que esta es, por así decirlo, la “canción madre” de todo lo que iba a ser ese proyecto de ópera rock ideado por José Luis Jiménez, en la que se narra, no solo en la letra, sino en la estructuración de la composición, con los cambios de ritmo, las diferentes partes en las que se divide la canción, el ritmo y la instrumentación que tiene cada parte y que refleja a la perfección el estado de ánimo del personaje protagonista, el cansancio y el anhelo de escapar de la rutina laboral diaria. Siempre me ha parecido genial la forma en la que a través de esos más de 10 minutos de duración del tema, es la propia música la que va explicando cómo desde lo gris, lo rutinario, lo de todos los días en la oficina o en la fábrica, ese personaje sale de ese túnel, corre hacia la libertad, corre hacia sus sueños, y tal y como quería, escapa, huye, se va al fin para no volver... Instrumentalmente, os aseguro que es difícil encontrar en toda la historia de Asfalto una canción en la que exista una fusión, una simbiosis tan perfecta entre el mensaje de la letra y la música, que traduce genialmente el estado de ánimo de ese hombre que se rebela ante la mediocridad de lo cotidiano y que quiere irse. Una obra maestra del rock español.

Rocinante

Para todos los que escucháis habitualmente MariskalRock Radio, quizá haya poco o nada que decir sobre esta canción, en especial si sois oyentes del programa de mi “hermano” Oscar Sancho. El imaginativo y emotivo relato del encuentro, en otra dimensión perteneciente al mundo de la fantasía y de lo onírico, del protagonista de la historia con el caballo de Don Quijote, con Rocinante, que le narra su decepción ante lo que acabó siendo Don Quijote y su amada Dulcinea, socia de Sancho Panza en un negocio de venta de accesorios para tractores. Una preciosa balada, una canción que es todo un patrimonio de la historia de nuestra música.

La isla del amor

Canción que claramente fue concebida dentro de ese proyecto de ópera rock primigenio y que se escucha con gran agrado por cuanto narra esa suerte de paraíso dulce, sensual y libre que imagina el protagonista en sus sueños. Acorde con lo que se cuenta en la letra, la canción es muy melódica, con muchos y muy bien trabajados coros de voz, un medio tiempo baladístico muy logrado y que sin ser uno de los más conocidos clásicos de Asfalto, es una canción a reivindicar y recordar de este excelente disco.

El emigrante

El eco optimista y cálido de la anterior canción se torna en cierto modo triste y  desesperanzado en esta última canción del disco, una balada acústica preciosa al más puro estilo Crosby, Stills & Nash en la cual se cuenta la historia de uno más de los muchos trabajadores nacidos en el proletariado más explotado que se ve obligado a emigrar, a tratar de sobrevivir lejos de la tierra que le vio nacer. Pareciera que ese emigrante fuera el protagonista de la historia, el que empieza en “La huida” y tal vez esa fuera la intención del grupo, a modo de cierre del círculo, cuando se termina el disco con este tema.


La ruptura

Como ha sucedido en muchas ocasiones a lo largo de la historia del rock, discos que han marcado la historia, que han quedado como clásicos imperecederos, como obras que han proporcionado su pasaporte a la leyenda a sus creadores, se cobraron como parte del peaje la destrucción del grupo que la creó. Tristemente, esto fue lo que sucedió con Asfalto, o al menos con los Asfalto de 1978.

Tal y como muchas veces ha explicado Mariskal Romero, Chapa Discos fue mucho más un proyecto que simplemente le dejaron hacer sin ningún apoyo desde Zafiro y siempre con la condición de que los “sucios melenudos” nunca pisaran las alfombras de la sede de su compañía ni les creasen ningún tipo de problema, en cuya dirección a ciertos niveles se encontraban importantes miembros del Opus Dei como Carmen Grau, que un proyecto estratégico, una apuesta por lanzar un estilo que les podría haber proporcionado muchos beneficios, como sucedería en el caso de Barón Rojo años más tarde. Por tal motivo, el presupuesto y el tiempo – tan solo 40 horas (!) - que Mariskal Romero tuvo para la grabación de este disco fue muy reducido, lo cual sin duda redundó en el resultado final, amén de que en ese momento ni Mariskal Romero tenía la experiencia que atesoró después como productor ni Santiago Lardíes como ingeniero de sonido fuera del mundo de la publicidad, que es donde los dos habían trabajado hasta entonces.

Todos esos factores sin duda fueron determinantes en el hecho de que cuando el grupo escuchó el disco ya terminado y listo para entregar a fabricación, su decepción resultase mayúscula. La precipitación con la que necesariamente tuvo que grabarse provocó que muchos errores, o no tanto errores, sino imprecisiones, detalles, matices, que de haber tenido algo más de tiempo para trabajarlos se habrían corregido y/o mejorado, ni se corrigieron ni se mejoraron. Se entregaba a fabricación un disco sin duda excelente en cuanto a contenido, letras, inspiración, calidad... pero que había dejado a sus creadores muy desilusionados y que se había quedado muy lejos de las expectativas que tenían cuando entraron a grabarlo. Hasta el extremo de que ese desengaño vino a ser la gota que colmó el vaso de desencuentros, problemas y discrepancias que ya venían aflorando en el seno del grupo desde muchos meses antes, y que terminaron por desbordarse y desembocar en la ruptura de Asfalto antes incluso de que el disco saliera a la venta.

A la vuelta de un concierto hacia mediados de febrero de 1978, Manteca, uno de los roadies que trabajaban habitualmente con la banda, le dijo clara y abiertamente a Julio que José Luis y Lele iban a irse del grupo, incluso que ya estaban hablando con Terry Barrios para que él fuera el batería de la nueva banda que iban a formar. Pocas semanas más tarde, José Luis y Lele confirmaban a Julio que ya habían decidido abandonar Asfalto y que su último concierto con ellos sería el 28 de mayo de 1978.

Aunque la noticia se mantuvo cara al exterior en secreto, aquello fue una bomba que afectó a mucha gente, el primero de ellos a Mariskal Romero, quien había sido el que más había presionado por grabar a Asfalto, el que más se había esforzado por convencer a Zafiro de que ellos eran el grupo idóneo para arrancar la aventura... y antes de salir el disco a la venta, se encontraba con que el grupo estaba roto. Porque ante el hecho consumado de la marcha de José Luis y Lele, Julio pensaba que no merecía la pena seguir con el grupo y estaba dispuesto a disolverlo. Mariskal hablo muchas veces con José Luis y Lele, trató de convencerles por todos los medios de que no rompieran la banda en ese momento pensando sobre todo en el enorme perjuicio que iba a causar al sello, la credibilidad que se iba a perder ante la dirección de Zafiro, las dificultades que encontrarían otros grupos para poder grabar, pero los dos se mantuvieron firmes en su decisión y no dieron marcha atrás.

Años más tarde, tanto José Luis como Lele comprendieron que probablemente su actitud fue demasiado intransigente en ese momento e incluso en algunas entrevistas algo más recientes, reconocieron que quizá cometieron un error no tanto al no continuar en un proyecto en el que ya no creían, sino en la forma y en el momento en el que lo hicieron. “En aquel momento éramos muy jóvenes, tal vez muy intransigentes, evidentemente no teníamos consciencia de que ese disco iba a tener la trascendencia que tuvo, veníamos de una época muy larga de mucho trabajo no recompensado, de muchos sinsabores, y cuando escuchamos ese disco, en el que habíamos puesto tantas esperanzas, para el que habíamos trabajado tanto, era tan distinto de lo que habíamos imaginado, el resultado final era tan desolador que ello, unido a determinados desacuerdos y problemas algo más personales entre nosotros, nos llevó a querer romper con todo de manera, lo reconozco, seguramente demasiado radical. Visto con la perspectiva de hoy, no se... quizá lo habríamos hecho de otra manera” declaró en su día Lele Laina.

Más permeables a la idea de seguir, aunque fuera con otros músicos, con Asfalto como grupo fueron en ese momento Julio y Enrique, sobre todo cuando además de Mariskal Romero, parece ser que el conocido manager Javier Gálvez insistió – lo cual era cierto- en que ante las buenas ventas que el disco estaba teniendo, iban a perder la oportunidad de hacer una buena cantidad de actuaciones aquel verano si deshacían el grupo. Hay que decir que en medio de toda esa confusa situación, se produjo un episodio realmente singular, que muy probablemente enrareció mucho más las relaciones entre los ex-Asfalto y Julio Castejón -José Luis y Lele exigían que si Julio y Enrique continuaban con el grupo no utilizaran el nombre de Asfalto, y cuando Julio finalmente se decidió a continuar con él, sobre todo para no romper con Chapa Discos, esto sentó muy mal a sus ex-compañeros- en tanto que cuando el grupo fue a hacer una actuación promocional al programa de TVE “Aplauso”, se encontraron con que para hacer el playback de “Capitán Trueno”, Julio Castejón tenía que aparecer como el cantante poniendo la mímica a una canción que él no había cantado en el disco. En un principio se negó a tal pretensión, pero ante la presión extrema con la que se encontró ante la dirección del programa de televisión, cuyo principal responsable, José Luis Uribarri, tuvo una violentísima discusión con Julio Castejón en los camerinos de los estudios de TVE en Prado del Rey en la que hubo hasta amenazas de denuncia judicial y faltó poco para llegar a las manos, hizo finalmente ese playback que enfureció a Jiménez y provocó un largo y amargo distanciamiento entre las dos partes durante bastante tiempo.

Finalmente, los músicos que dejaron Asfalto, Jiménez y Laina formaron aquel mismo año Topo con Terry Barrios a la batería y Víctor Ruiz en los teclados, y pasada la tormenta de aquella abrupta ruptura, Chapa Discos fue el sello con el que Topo editaron su primer disco, 'Topo' en 1979 y en cuanto a los Asfalto de Julio y Enrique, merced a la entrada del teclista uruguayo Jorge García Banegas y el bajista Guny, se recompuso la formación, orientó su sonido hacia unos standards mucho más cercanos al rock sinfónico y progresivo y de hecho, continuaría, al igual que Topo, hasta la actualidad.


El legado

Quizá nunca un disco cuyo resultado final fue tan denostado por todos los que intervinieron en él haya dejado una huella tan profunda en el rock español como este 'Asfalto' que hoy celebramos. Es un disco que alcanzó tal relevancia, adquirió tan pronto un carácter de leyenda que por tanto no es de extrañar que hoy, 40 años después, siga siendo un clásico de clásicos que es imprescindible escuchar, conocer y analizar si se quiere entender de verdad cómo es y cómo fue la historia del rock español.

En cuanto a algunos detalles técnicos, conózcase que la portada fue un diseño creado por Félix Bronchalo y las fotos del interior de la carpeta obra de Mario Pacheco, otro personaje referencia absoluta en la cultura y en las artes plásticas de vanguardia de aquellos años.

Fundamentalmente, las canciones de 'Asfalto', tuvieron el gran mérito, en especial por sus letras, de tocar la fibra sensible de muchísimos jóvenes que habían vivido, que habían experimentado las vivencias y las historias que Asfalto narraban en esas canciones, bien fuera en la escuela, en sus trabajos, en lo duro que resultaba sobrevivir en grandes urbes como aquel Madrid de finales de los años 70, en su día a día y que con la honestidad y sinceridad que transmitían, llegaron al corazón de la gente, de la gente del rock que no estaba tan lejos de ellos. Años, incluso décadas después, esa cercanía con la gente, con lo popular, ese lenguaje que puede sentirse tan propio, ha sido percibida por todas las nuevas generaciones que han llegado al mundo del rock, y que han visto reflejadas en las letras de aquellos Asfalto también parte de sus propias vidas.

Hoy, 13 de marzo de 2018, 40 años después de la edición de aquel disco, lo más maravilloso e increíble de esas canciones es como conservan esa capacidad de llegar al interior de la gente, de como reflejan no solo aquella sociedad de 1978, sino como siguen teniendo vigencia y significado hoy. Por desgracia, los músicos de 2018 se siguen encontrando en la radio con estas estúpidas radiofórmulas endiabladas, las ciudades, y Madrid en concreto, son una fábrica inagotable de “seres urbanos” obligados a vivir bajo una losa de polución irrespirable, tenemos que seguir madrugando, evitando los charcos y teniendo prisa para no llegar tarde a trabajar y hasta actualmente, las fuerzas más reaccionarias quieren volver a introducir en la educación y en la enseñanza valores militaristas como en los peores años del franquismo.

Pero al mismo tiempo, seguimos queriendo irnos, queriendo huir hacia la sensación de libertad, de ir más allá, de escapar de la mediocridad y el cutrerío... y seguro que todos soñamos, y no renunciamos a llegar algún día a nuestra particular isla del amor...

Mariano Muniesa

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