¿Por qué, como dices en el libreto del álbum, se te antojaba ya imposible de gobernar el barco, es decir, Belo y los Susodichos?

“Básicamente por dos motivos: por un lado me estaba siendo imposible componer temas que entraran dentro del estilo del proyecto. Necesitaba hacer nuevas canciones de un modo más libre y más autobiográfico. Por otro lado me estaba costando sufragar el proyecto teniendo en cuenta que todo el dinero que entraba era de mi bolsillo. Tener que pagar a cuatro músicos tras cada concierto aunque no se hiciera caja empezó a ser insostenible”.

¿Volveréis en algún momento?

“No tengo ni idea de si volveremos. De momento no”.

Foto: Alejandro García

¿Cómo se vivió la despedida en directo ese 13 de enero en la Sala Changó?

“Fue una despedida muy a la altura de los 10 años de carrera con el proyecto. Me siento muy orgulloso de lo que hemos conseguido estos años y creo que lo que se plasma en el DVD de aquel concierto es lo que hay, ni más ni menos”.

Después de una trayectoria de 10 años, ¿con qué parte de la experiencia te quedas?

“Con todo. La experiencia lo comprende todo. Sería estúpido por mi parte hablar de experiencia y querer obviar ciertos momentos. Para mí Los Susodichos y estos 10 años han sido sobre todo aprendizaje y experiencia, y he aprendido tanto de lo bueno como de lo malo. Me quedo con cada segundo de los momentos buenos y de los momentos malos... Es ahora cuando empiezo a sacar uso de toda esa experiencia, y espero seguir creciendo con cada día de experiencia”.

¿Destacarías alguna etapa o algún disco?

“El primer disco ‘Pisando lo fregado’ fue algo inolvidable. Con él nos nominaron a un Grammy Latino, conseguimos telonear a Marea y nos pasaron cosas muy bonitas. También con el último, ‘Pan y circo’, que es el disco del que me siento más orgulloso, porque refleja con más realidad lo que fuimos Los Susodichos”.

En una de las partes del álbum escribes “con más bofetones que caricias”. ¿Qué es lo que más detestas de la industria musical, según tu carrera?

“No me gustan un montón de cosas de la industria musical, pero las que menos, entre otras, son: que el negocio esté muy por delante del talento, que las estúpidas modas hagan brillar a auténticos paquetes y eclipsen a grandes músicos y, sobre todo, que la música que más vende parezca que no pudiera ser música inteligente. Parece que si no hablas de sandeces no puedes triunfar. Hay grandes artistas y grupos triunfando y haciendo música muy auténtica, pero son siempre menos... No es que yo sea Dylan, pero creo que se necesita más música para pensar que música para bailar”.

Con la banda has tocado tanto el rock urbano, de calle, como el tema cantautor. ¿En qué tipo de proyectos te gustaría embarcarte a partir de ahora? O planteado de otro modo, ¿qué ofrecerá Belo por su cuenta?

“Con Los Susodichos siempre predominó un estilo de rock urbano, pero en los últimos tiempos por necesidad propia fue creciendo en mí un estilo más personal y me convertí en un “rockautor”, que es lo que soy ahora mismo, de ahí el parón con la banda y mi nueva faceta en solitario”.

¿Con qué no dejas de soñar?

“En lo relativo a la música, con darles una patada en toda la cara a aquellos que viven “de” la música y demostrarles que los que vivimos “por” la música debemos tener el control”.

¿Qué es para ti la libertad?

“Hacer lo que me salga de los huevos siempre y cuando mis decisiones y mis actos no afecten de modo negativo a terceros... De ser así, en todo caso que sea por fuerza mayor. Pero me conformo con fumarme un cigarrito en la playa, darme un chapuzón desnudo, tocar mi guitarra hasta la madrugada y hacer el amor... Con esto me basta para sentirme libre”.

¿Cuál sería la definición de “corazón solitario”, esa que buscabas en la canción “Popeye sin Olivia”?

“Pues una persona que ama, ama y ensancha el alma... Un corazón que ama sin medida ni distinción, eso es un corazón solitario”.

Si pudieras despedirte de Belo y Los Susodichos o de estos diez años pasados con una canción, ¿cuál, o cuáles, es elegirías y por qué? En caso de no poder elegir, también vale alguna frase de despedida.

“No puedo escoger, eso sería como escoger entre tus hijos, y eso nunca... Solo diré: "Volveré, cuando ya no quede nadie, cuando el mundo gire en el sentido opuesto a los relojes más cobardes, volveré, cuando se termine el baile, cuando el sol huela el humito de este peta y quiera venir a buscarme...".

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