Crónicas
Valira: Creencias recíprocas
«Madrid, una vez más, fue testigo de la validez de un proyecto que tendrá continuidad a nivel discográfico en 2020, y que a poco que les salga la mitad de bueno que el debut, no debería perdérselo ni Dios»
Cool Stage, Madrid
Texto: Javier Pérez. Fotos: Sandro Santos
No fue fácil llegar donde estamos, y es que a punto estuvo el evento de venirse abajo a pocas fechas de la celebración. Los hechos acaecidos en la Sala Caracol a pocos días del show que nos ocupa tenían todas las papeletas para dar al traste con esta crónica. Y con el concierto, claro.
Afortunadamente el soldout inicial pudo moverse hasta las arterias de la Gran Vía madrileña que, ajena al acontecimiento desplazado a la Cool, removía millares de personas que iban y venían de cenas de empresa, de los teatros de la zona, o de las tabernas con encanto.
Con una pantalla de led al fondo cuyo único fin fue el de mostrar el logo de la banda, Valira disparaba la introducción pregrabada para enlazarla con “Exiliada multitud”, uno de los cortes más corrosivos de ‘Ecos de aventura’. El sonido impactaba por todos lados, opacando la voz y las guitarras, sepultadas bajo la base rítmica. La ecualización consiguió un traqueteo nítido en la mayor parte de la superficie de la sala, mas he de comunicar, muy a mi pesar, que tenías que rebuscar el lugar adecuado para ello. Desde mi posición inicial, el rugir de Zanza se embarullaba en tanto en cuanto el cantar tiraba hacia las partes rapeadas.
De poco importa toda esta retahíla que te acabo de soltar cuando suena “Guerra fría”, detonación absoluta del evento, favorita indiscutible del respetable, y situada incomprensiblemente en segunda posición. “Adversarios” no va a la zaga, pero queda arrasada por “Los suicidas”, gruesa en tonalidad y efectiva en impacto.
Juan alterna el uso de la guitarra con la desnudez que le concede enfrentarse al público únicamente micro en mano. Viene de años de escenario cubierto por la trinchera de las seis cuerdas, y estos meses que se ha pateado medio país al frente de esta nueva película, le han dado tablas. No es Bunbury ni Fortu, quizá tampoco lo busque, pero nos creemos tanto la historia que lleva a sus espaldas y defiende con tanto ahínco, que de una forma gana sin sudar, y de la otra salva los muebles limpiamente.
Esto venía a cuento de que, llegados a este punto, vuelve a colgarse la Stratocaster para liderar un cover, en este caso del “Lucha de gigantes” de Antonio Vega, que entre que le meten más látigo y la tiran sin preámbulos a más de uno le torció el gesto. Un ligero solo de teclado reposa el ambiente que vuelve a saltar por los aires con “El animal”, muestra innegable de fuerza aglutinadora de todos los buenos quehaceres de la banda.
Ahora sí es un solo largo el que toma territorio conquistado, de bajo y batería, con potencia, cadencia y ritmo rugoso, todo aderezado por la subida a escena de una chica a la que invitaron a golpear indiscriminadamente uno de los platos de la batería de Pipe. “Vértigo” reemprende la senda victoriosa poniéndonos en vilo, justo antes de marcharse tras ejecutar en rollo acústico la melosa y formidable “Primer asalto”.
Tiempo ya de bises, inaugurados con una mini introducción de guitarra que sitúa el aquelarre en una gloriosa “El capitán”, sobre la que cabalgan a ritmo frenético en un interludio instrumental probablemente innecesario. “Corazones ambulantes” repliega filas en torno al unísono y acompasado salto de la muchedumbre que celebra con furor tal magno corte. “Vega”, muestra extrema de la delicadeza de Valira, pone el broche a algo menos de hora y media de actividad armónica entre banda y seguidores. Madrid, una vez más, fue testigo de la validez de un proyecto que tendrá continuidad a nivel discográfico en 2020, y que a poco que les salga la mitad de bueno que el debut, no debería perdérselo ni Dios.
Valira creyó y nos hizo creer. En junio fue a la primera, y ahora, a las puertas de la Navidad, también ha sido a la segunda. Y cada vez somos más.
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1 comentario
El Rock de izquierdas siempre vence y esa noche los VALIRA en otra sala madrileña lo volvieron a bordar con su enorme directo. Muy buen gesto de la banda de no haber tocado en la Sala Caracol donde hace unos días tocaron esa basura facistoide de gente que tan poco prestigio dio a Caracol.