Crónicas
Marea + El Desván + Vuelo 505 + Bocanada: Un perpetuo temblor
«No abundan los grupos que se atreven a tocar una media de tres horas como absolutos señores»
28 diciembre 2019
BEC, Barakaldo (Bizkaia)
Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos: Marina Rouan
Lejos quedaron los tiempos en los que el rock era algo para minorías, una suerte de parias sociales que se contemplaban con la curiosidad de un lince ibérico cuando te encontrabas con alguno de ellos en el instituto. Por aquel entonces todavía las viejecitas se cambiaban de acera si te veían vestido de negro o con pelo largo, ignorantes de la cantidad de auténticos delincuentes que pululaban por ahí llevando traje. El dulce encanto de lo prohibido bastaba para acercarse a un mundo que en realidad no pertenecía a este mismo y que desafiaba al pensamiento gregario y borreguil imperante. Era algo comparable a convertirse en bandolero o salteador de caminos tipo Curro Jiménez.
Los navarros Marea han pulverizado en la actualidad la mayoría de las ideas preconcebidas acerca de su estilo, esto es, el rock urbano en la senda de Leño o Extremoduro, que por algo les reivindican en su single “Jindama”. Hace tiempo que entraron en la liga de los que llenan pabellones, como Fito & Fitipaldis, Berri Txarrak o los reactivados La Polla Records en su reciente regreso. Un descomunal poder de convocatoria que desmiente ese tópico de etiquetar a ciertos géneros como “costras”. En todo caso, vagabundos con clase, como decía el gurú Charles Bukowski.
Otro debate interesante sería precisar cuántos de los que van a este tipo de conciertos multitudinarios podrían englobarse dentro de la cultura rockera. Porque, sin querer parecer elitista, a un servidor le sigue dando la impresión de que existe una distancia inabarcable entre el público de a pie que se suele apuntar a estos saraos y los que tenemos el culo pelado en lo que a recitales se refiere. Por la cantidad de juventud que vimos por el BEC, el futuro de este rollo se antoja asegurado por lo menos para una larga temporada, aunque a veces se produzcan situaciones curiosas como que las canciones de Los Suaves a muchos les suenen a chino mandarín.
Se había montado además en este final de gira en el pabellón vizcaíno un triplete de teloneros para animar el ambiente desde temprana hora, pese a que a los también navarros El Desván les vieran cuatro gatos, unas pocas filas arremolinadas en torno al escenario y ya. Una voz muy rollo Kutxi y letras de vuelo poético valieron de sobra para convencer a los fans más madrugadores y conseguir que su actuación se esfumara en un santiamén. Para seguir de cerca su trabajo ‘La taberna del infierno’, cuyo corte homónimo finiquitó con altura su tiempo en escena.
Un poco más pesados se nos hicieron los riojanos Vuelo 505, con una peculiar intro que clavaba los consejos de seguridad de los aviones, salvo en la recomendación de desabrocharse el cinturón y recordar que “está permitido fumar y beber a bordo”. A medio camino entre Los Zigarros, Tequila y paladas de Fito & Fitipaldis, en “Desaprender lo aprendido” uno podría hasta imaginarse la voz del de Zabala. Configuraron un entremés para no desmelenarse demasiado que en ocasiones se hizo largo. La costumbre del vocalista de tratar de usted al personal chocaba con letras tan apegadas a la cultura de bar y pensamos que por ese nimio detalle hasta te podrían fusilar en la zona republicana durante los años 30. Nos quedamos con sus piezas para tararear como “Las cosas que no pueden ser”.
Bocanada, banda del hermanísimo de Kutxi Romero, son una especie de marca blanca de Marea, aunque su vocalista Martín se lo curre bastante en las distancias cortas recorriéndose de punta a punta las tablas o dando vueltas de peonza. Cualquier aficionado a las estrellas de la noche lo disfrutaría, no cabe duda, pero en ocasiones no se podía disimular el hastío que provocaban en determinados momentos los más de 20 cortes que tocaron. De hecho, cuando anunciaron que solo quedaban dos para terminar, la ovación entre el respetable fue monumental. Para pasar el rato, ni tan mal.
Y por fin llegó la hora de Marea, los protagonistas de la velada, que comenzaron en la oscuridad con un redoble de Alén al que se unió una guitarra antes de que la pirotecnia estallara y un muro sónico deviniera en “Entre las encías”, primera pieza también de su último disco ‘El azogue’. Un enorme logo del grupo como los de las estrellas del rock presidía la función mientras comprobábamos que Kutxi, bastón en ristre, sigue teniendo las pintas de siempre de patriarca gitano. Que no se pierdan las costumbres.
Pisan el acelerador con un cañonazo como “El temblor” y después de poner la miel en los labios, el carismático vocalista nos da la bienvenida a “el último capítulo de Curro Jiménez” antes de añadir que “no sabe si nos volveremos a ver”, esperemos que no sigan las pasos de sus admirados Extremoduro. “Hay canciones que no deberían escribirse, y menos cantarse”, nos confiesa previamente a “La noche de Viernes Santo”, que mantiene el ritmo sin decaer en absoluto. Y las voces se levantan hasta la estratosfera con la letra de “Mierda y cuchara”, que Kutxi aprovecha para enseñar a la concurrencia pezón y culo.
Los invitados empiezan a desfilar en “Muchas lanzas” con el argentino Mai de Ciclonautas. Sin pausa que valga se cascan “Manuela canta saetas”, uno de sus mayores himnos que enfervoriza los ánimos como es debido. En esa senda no desentona que miren más atrás con “Corazón de mimbre” para que las gargantas sigan a su máxima expresión y un “Vamos, rubio” dirigido a Alén sirve para que se sumerjan en “Mil quilates” deseando “Larga vida a Evaristo y a La Polla Records”. Impagable ese guiño a Eskorbuto cuando Kutxi dijo lo de “Sangre de Cristo que nunca te he visto, y ahora que te veo, te pego un meneo” que aparece al final de “Emborráchate”. Larga vida eterna también a Iosu y Jualma.
“Que se joda el viento” contó con la colaboración de Juanito de Bocanada y Kutxi deseó al que no salte “que se le pierda el tabaco rubio” entre otros males. Y más tarde se apuntó al sarao Jerry de Cuatro Madres para “Lija y terciopelo”, que legó otro momento de delirio colectivo. Antaño, la parte de los bolos en la que cantaba El Piñas era de las más esperadas, y no defraudó para nada con la novedad “Pecadores” y “Trasegando”, todo un clásico para los seguidores. De lo mejor del concierto.
“Jindama” tal vez nos parezca de lo más sobresaliente de su reciente esfuerzo ‘El azogue’ y en las distancias cortas, ya con Kutxi, aguantó el tirón con llamaradas en el inicio y El Piñas dando vueltas de peonza. El entusiasmo que genera el vocalista lleva a algunos a gritar “¡Quiero un hijo tuyo!”, pero este se lo toma con su desparpajo habitual y no duda en responder que “no se me levanta desde el 96”, a la par que ofrece una peculiar alternativa: “Te puedo meter el bastón por el culo, que a los jóvenes de hoy os gustan unas cosas…”. Genio y figura total.
Volviendo al recital, “Pájaros viejos” reposa en el ambiente, pero acaba engrandecida cuando la muchedumbre, a instancias de Kutxi, canta el “Txoria Txori” de Mikel Laboa todos a coro como si fuera el “Eusko Gudariak” o cualquier otro himno patriótico. “En tu agujero” era otra de las inevitables en sus conciertos, por lo que las gargantas no se relajan, ni tampoco lo hacen en “La luna me sabe a poco”, una pieza que Kutxi confesó que había intentado quitar del repertorio, pero “alguien siempre la quería cantar con él”. Y no es cuestión de quitar la ilusión a nadie, por supuesto.
La recta final toma vuelo con “La rueca”, con David de El Portal de Jade y Josu de Parabellum, que la cantó como si hubiera estado haciendo aquello toda la vida y se comió de esta manera al resto de invitados. “Romance de José Etxailarena” sigue una senda imparable, y entonces Kutxi pregunta al “rubio” si se van, pero este responde con un redoble de batería que da inicio a “Como los trileros”, donde volvemos a contemplar otro espectacular dueto vocal de los hermanos Kutxi y Martín Romero. Y que no nos quiten la alegría en puñados de a diez.
La primera tanda de bises cuenta con figuras de excepción como Charly y Fernando de Los Suaves, que se marcan un enorme “Dulce Castigo” que las nuevas generaciones acogen como las vacas al pasar el tren. Y lo mismo podría aplicarse a “Preparados para el rock n’ roll”, otra que se sucedió sin demasiado entusiasmo entre el respetable. Nunca fuimos muy fan de los de Orense, pero hay que reconocer que tienen temazos de los que te tiembla todo el cuerpo si eres una persona decente.
Regresan por segunda vez para presentar a la banda y al equipo que les ha acompañado durante la gira y además despedirse con un invitado inesperado al que califican de “guitar hero”. Se trata de Jorge Salán, que se anima con “Bienvenido al secadero”, si no nos equivocamos. Fue una colaboración un tanto extraña, según comentamos posteriormente con otro compi de los medios, pues Jorge se negó a hablar cuando Kutxi le ofreció el micro y luego se piró del escenario sin despedirse, al contrario de lo que habían hecho los otros visitantes de la noche.
Pero todavía quedaba más. “Como el viento de poniente” recordaba la despedida de El Cabrero de los escenarios y certificaba su vigencia como himno absoluto, del mismo modo que “El perro verde”, anda que no se habrá identificado gente con ese apelativo. Y junto al chaval Ibai de Motxila 21cierran con la homónima “Marea” para fatigar todavía más las cuerdas vocales. De sentar cátedra.
Creo que ya lo hemos dicho anteriormente, pero conviene recalcar que no abundan los grupos que se atreven a tocar una media de tres horas como absolutos señores. Y frente a lamentables incapaces de oficiar sin atril, añadiríamos la desenvoltura de Kutxi para recitar de un tirón todas esas letras que no deben ser fáciles de memorizar precisamente. Que no cese el temblor. Que se vuelva perpetuo.
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3 comentarios
Potentes descargas por parte de estas 4 pedazo de bandas en el mejor recinto de la rockera Barakaldo. Me encantaría ver otra vez en directo a los MAREA después de 7 meses.