Crónicas

Crónica de La Fuga: Un aperitivo, vermú y La Fuga

«Una de las salas más emblemáticas de la ciudad abría el sábado por la mañana sus puertas para recibir a un grupo cargado de historia y éxitos.»

25 noviembre 2017

Sala Galileo Galilei, Madrid.

Texto y foto: Lucía Gómez Aguilar

Los cántabros de La Fuga salieron con ganas de fiesta. Pedro y Nando con dos acústicas en mano, Edu sus baquetas y Álex al bajo.

Con tres banquetas altas presidiendo el escenario, Pedro y los suyos nos dan los buenos días. Una tímida pero cargada de fuerza “Banderas” abre boca. El público estaba encantado de volver a contarle los lunares a La fuga. “En vela” era la segunda parte del vermú acústico que ofrecieron. Pedro saluda diciendo que estas horas le descontrolan, que es la una del mediodía y ya lleva un cubata en la mano, que es de día y las luces están encendidas. Su discurso hizo que poco a poco se fueran abriendo sus famosos “Lunes de Oviedo”. Justo después, en una versión acústica muy poco escuchada, “Trampas al sol” nos hace desear que ojalá la lluvia nos siga pillando, hoy y siempre, cantándole a las farolas.

Pedro, en un apurado y recortado setlist, encuentra sitio para recordar la noche que se vivió en marzo, en la grabación del DVD del 20 aniversario, agradeciendo a todos los que estuvieron en aquella cita tan especial y confesando que suya es gran parte de la culpa de que haya quedado, como el mismo dijo, precioso. “Maldita” de `Más de cien amaneceres´ y “Humo y cristales”, de su último trabajo y en la que Edu cambia la batería por un cajón, son las encargadas de seguir animando al público.

“Qué deciros… Que sois “Mi perdición”” y “recordad que todo esto lo hacemos “Por verte sonreír””, para anunciarnos que en 2018 volverán a pisar con toda la artillería pesada esta ciudad que tantas alegrías les ha dado.

Una madre mantiene una conversación con su hija en la que le explica que el concierto que están viendo es música de verdad, y no el reggaetón que acostumbra a escuchar su hija. La niña, enfadada, le rebate a su madre diciendo que en el reggaetón no se usan efectos para mejorar las canciones y que la voz que escucha en sus discos es la voz original del cantante. Justo en ese instante, Pedro reflexiona con el público sobre que, quizá, es momento de cambiar la hora de los conciertos, ya que sería la única manera de hacer que menores pudieran ser testigos, en primera persona, del rock ‘n’ roll. Esta sería la forma de regenerar la cultura, y no censurándola.

El ritmo ska y la fiesta inundan Galileo con “Pedazo de Morón”, en la que el público enloquece y baila como si la noche del viernes anterior no hubiese acabado aún. “Majareta” y “Nuestro lugar” continúan el show.

No se olvidan de Chiquito, haciéndole su pequeño homenaje, como tampoco olvidan el día en el que están, 25 de noviembre, día contra la violencia machista. “Ojalá nadie confundiera el sexo violento con el amor porque NO ES NO y siempre tiene que permanecer el respeto aunque se convierta en “Amor de contenedor””.

Sigue “Baja por diversión” y, con “Jaleo”, parecía que todo había terminado. Pero no, aún quedaba Fuga para rato.

Los músicos vuelven a las tablas, para recordarnos que “No solo respirar es vivir”, y se encuentran con un nuevo miembro del grupo, un cerdito de juguete, regalo del público, al que llaman Pedrito. Suena “Heroína” y Galileo canta a coro. Pedro se abraza al micro y se despide… “Si no nos vemos, buscadnos, porque estaremos… “Buscando en la basura””.

“P´aquí y P’allá” clausura un concierto pequeño y para pocos, una reunión entre amigos amantes del rock español. Un sábado por la mañana cargado de humo y cristales, de trampas al sol, de majaretas, de jaleo, de vermú y de bajas por diversión.

Redacción
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