Crónicas

Diamond Dogs: Salmos para la parroquia

«A estos bautismos de rock n’ roll no se debe faltar bajo ninguna excusa»

10 octubre 2019

Kafe Antzokia, Bilbao

Texto y fotos: Alfredo Villaescusa

 Hay que tener algunas certezas en esta vida. No todo va a ser incertidumbre. Saber que puedes ir a determinados sitios de solanas y que te vas a encontrar a alguien conocido tarde o temprano. O que puedes apostar a caballo ganador por algunas personas o cosas sin temor a equivocarte y sin caer en ese control enfermizo que obliga a planificar hasta el más mínimo detalle. Sería como jugársela o saltar de un trampolín, pero calibrando a la vez el agua del que dispone la piscina. Una aventura sin riesgo.

Esto último precisamente lo encarnan a la perfección los suecos Diamond Dogs, cuyos bolos siempre cumplen lo que se espera de ellos y nunca defraudan. Da igual las veces que uno les haya visto, cualquier fan de The Faces o Rod Stewart debería disfrutarlos en bucle con la convicción de que se gasta los cuartos en un espectáculo que realmente merece la pena. Sin demasiada pose rimbombante ni aires de grandeza, solo rock n’ roll atemporal del que apela al espíritu y no necesita venderse de ninguna manera.

Perdida la cuenta de los bolos suyos que han recalado en Bilbao (hubo incluso una época en la que casi venían cada año), no nos sorprendió tampoco la discreta afluencia para un grupo de semejante envergadura. Ya se sabe que llega un punto en el que al personal no le apetece repetir y únicamente quedan los fieles de verdad que acuden a los saraos como si se tratara de la misa habitual de los domingos. A fichar y hasta la próxima. Que seguro que es pronto.

Como hemos dicho, una multitud nada abrumadora recibió a los Diamond Dogs, que comenzaron echando carnaza en el asador con “Every Little Crack”, ideal para desperezar de un plumazo y comprobar la predisposición de los congregados. No tardaron en desenfundar “Valentina (Queen Of Broken Hearts)”, munición reciente muy válida para que no decaiga la ofensiva. Y no renunciaron a dejar más que constancia de su amor por los clásicos enlazando el celebérrimo “Long Tall Sally” popularizado por Little Richards, sin duda una de sus máximas influencias.

El voceras Sulo sigue siendo una especie de clon de Rod Stewart moreno, pero sin abandonar el rock en ningún momento y sin cobrar las entradas a precios desorbitados. Le basta con acercarse al borde del escenario para comprobar que su carisma se mantiene intachable, a tenor del griterío que se escuchaba por las primeras filas. El aroma tradicionalista del blues “Singin’ With Elvis” provocó muestras de entusiasmo que ya barruntaban que aquella iba a ser otra gran noche.

¿Queréis bailar?”, preguntó a la concurrencia el líder antes de marcar de nuevo el paso con otro clasicazo, “Sad to Say I’m Sorry”, que suena a Rod Stewart por los cuatro costados y con el cantante Sulo clavando hasta los movimientos con esos “wow” de puta estrella del rock. En esta senda, otro peldaño subimos con la festiva “Raise a Holler”, que según nos contó el empático émulo de Stewart iba sobre algo tan bonito como “emborracharse por la noche”. Que viva el alcohol.

Parecía que les estaban persiguiendo, porque enfilaron el show a toda pastilla, salvo por alguna que otra divagación tan bien llevada que apenas se notó, y a los 40 minutos ya andaban presentando a la banda. Les salió la vena pollavieja al censurar la música contemporánea y recordar la necesidad de rescatar el mensaje subversivo del rock n’ roll, para ello compusieron ese “Recall Rock N’ Roll” que es una auténtica declaración de principios y que funciona de maravilla en las distancias cortas.

Algunos decían que Sulo estaba un poco cascado a la voz, aunque nosotros lo escuchamos con su tono a lo Stewart de siempre. Tal vez para dar un poco de descanso a sus cuerdas vocales, se sacaron de la manga un tema que cantó su guitarrista bigotudo. Que aquello se asemejaba a una eucaristía no lo certificaban únicamente las peticiones constantes de dar palmas, sino que  también lo explicitó el líder al entender el rock n’ roll como “una religión” antes de arrancarse con “el blues del diablo” “There’s a Fire Down There”. Y más proselitismo a su causa hubo cuando se definieron como “una banda de gitanos”. Para que ningún susceptible se lleve a engaño.

“Passing Through My Heart” era una suerte de medio tiempo, pero que valía de sobra para que algunas chicas se pegaran bailes desbocadas, cogiéndose de las manos y hasta provocando que el guitarrista se acercara a su zona. Y “On the Sunny Side Again” reforzaba su ortodoxia rockera antes de que pisaran el acelerador al final con la inevitable “Goodbye Miss Jill”, que puso de nuevo a las féminas en alocada danza.

Regresaron para los bises bastante animados con los dos guitarras simulando bailar un vals y luego arrancándose con “Desperate Poetry”, una pieza tan sosegada que casi parecía un tema de Sam Cooke. Un remanso de paz antes de coger carrerilla para el rock n’ roll desenfrenado “Bite Off” con las chicas dando vueltas de peonza por ahí. El broche adecuado al fiestón.

Echamos de menos cortes que solían tocar antaño como “Autopilot”, pero fue un recital de bandera cargado de salmos para la parroquia que desde luego convierten lo suyo en un auténtico culto, como apuntó Sulo a lo largo del concierto. Y que así sigamos confirmando la fe cada año y arrastrando nuevos adeptos. A estos bautismos de rock n’ roll no se debe faltar bajo ninguna excusa.

Alfredo Villaescusa
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Esta entrada fue escrita por Alfredo Villaescusa

1 comentario

  • Juandie dice:

    Buen concierto de los míticos DIAMOND DOGS a falta de algunos clásicos en dicho directo bilbaíno. Desde hace años se les ha querido por estos lares y ellos lo demuestran dando el mejor directo.

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