Crónicas

Okkult Session: Godflesh + Amenra + Dool + Sinistro + Louise Lemón

«La primera edición de este festival nos dejó la mar de satisfechos y esperemos que las futuras ediciones puedan expandirse en dos días»

30 septiembre 2018

Sala Mon, Madrid

Texto: Yorgos Goumas. Fotos: Alfonso Dávila

El eclecticismo fue el rasgo más notable de la primera edición de este festival que, junto a Madrid Is the Dark, pretende poner a Madrid en el mapa con los festivales que ofrecen una visión variada e interesante del lado más oscuro y melancólico de la música, jugando con la melodía y el extremismo sonoro por partes iguales y, desde luego, su apuesta salió redonda.

Louise Lemón. Foto: Alfonso Dávila

La artista sueca Luise Lemón fue la encargada de estrenar el festival con su pop rock oscuro y etéreo. Aunque ella lo hace llamar death góspel a mí me parece más bien gothic soul: gothic por la oscuridad y melancolía de sus letras (pérdida, añoranza, frustración, sentimientos hechos añicos) y los ambientes sonoros lúgubres y soul porque tanto su voz como los arreglos se acercan más a aquella música maravillosa y añeja que abarca tanto el soul como el rock añejo y el blues. Es la versión etérea y oscura de una Amy Winehouse o PJ Harvey y, si os gustan artistas contemporáneas, como Chelsea Wolfe,  Anna von Hausswolff o Myrkur. Sus dos discos, ‘Purge’ (2018) y ‘A Broken Heart Is an Open Heart’ (este no sale hasta el próximo marzo pero pude escucharlo en exclusiva para la entrevista que le hice en la sala y que saldrá en esta web) os van a encantar.

Sinistro. Foto: Alfonso Dávila

Los lisboetas Sinistro pusieron la nota doom de la noche, pero con ese toque portugués propio que hace como si estuviéramos escuchando fado con las revoluciones bajas y con guitarras eléctricas afinadas muy bajo en lugar de la guitarra portuguesa. Tienen tres discos en el mercado (‘Sangue Cássia’ es el más reciente) donde mezclan el doom clásico (Candlemass, Solitude Aeternue o St. Vitus) con matices que abarcan desde el rock alternativo y el sludge hasta el trip hop. Una base sonora que por sí sola quizás no destacaría por encima de otras bandas si no fuera por la presencia y voz de Patrícia Andrade, quien con sus movimientos, cual muñeca rota, y su voz, que abarca desde la dulzura del fado hasta la voz chirriante de un súcubo, es inevitablemente el foco de atención. Si mezcláramos la expresión corporal de Kate Bush y las pintas de una Siouxsie Sioux e incluso de un Jazz Coleman (Killing Joke), tendríamos a Patricia. Desafortunadamente, su micrófono estaba bajo en la mesa de sonido así que se perdieron muchos de los matices de su voz y, a veces, apenas se le oía, pero desde luego no nos dejaron indiferentes y seguramente han ganado muchos fans desde entonces, un servidor incluido.

El toque más alternativo llegó de la mano del quinteto oriundo de la ciudad con el puerto más grande de Europa, Rotterdam, Dool. El tópico quiere que una ciudad portuaria suela ser lúgubre, violenta y desconcertante a nivel estético y eso se podría aplicar también a su música. En su debut del año pasado, ‘Here Now, There Then’, nos mostraron su afán de mezclar la oscuridad de unos A Perfect Circle (‘The Alpha’), el rock gótico ochentero (‘Golden Serpents’), el rock a lo The Cult o The Mission (‘She Goat’), la psicodelia garajera (‘God Particle’), el rock alternativo (‘In Her Darkest Hour’, ‘Oweynagat’), y el post rock/doom (‘Vantablack’), además rindieron pleitesía a los Killing Joke con una versión ralentizada de su clásico ‘Love Like Blood’. Ni siquiera unos problemas técnicos (amplis, micrófonos y cuerdas de guitarra decidieron todos romperse a la vez nada más subir al escenario, algo que les hizo parar durante unos minutos) tuvieron efecto en la intensidad de su concierto: actitud y energía a tutiplén hicieron que disfrutáramos de lo lindo de esta banda imposible de catalogar (rock oscuro se queda corto).

Amenra. Foto: Alfonso Dávila

Y llegó el momento para la banda “intensita” de la velada: los belgas Amenra. Siempre he pensado que bajo la excusa de la etiqueta post-lo que sea, se han colado muchas bandas que aprovechan para colarnos a nosotros la primera cosa que se les pasa por la cabeza. Supongo que será cuestión de gustos, ya que me consta que en la sala había muchísimos fans suyos, pero personalmente se me hicieron cansinos en seguida. Supongo que cuando uno ya escuchaba a Neurosis hace más de veinte años, difícilmente le pueden impresionar cosas así actualmente. Entiendo que su post doom/metal/rock en combinación con material visual en blanco y negro pretende crear una especie de post misa (ahí es nada, ya que todos sus discos están titulados así), una especie de post comunión con el público (… y dale), un ambiente post espiritual (vale, ya paro) y una actitud supuestamente moderna (el vocalista pasó la mayoría del tiempo gritando dando la espalda al público), pero repito que a mí se me hizo larga y tediosa, mientras que los chillidos del vocalista se me hicieron estridentes en los primeros diez minutos. Repito, será cuestión de gustos pero yo tuve que poner el aviso y allá cada uno.

Godflesh. Foto: Alfonso Dávila

Godflesh se han ganado con todo el derecho el nombre de “banda de culto” y dejaron una huella indeleble en el underground mundial con su mezcla de voces de ultratumba, sonidos industriales y guitarras más pesadas que una lluvia de yunques. Sus dos primeros discos, ‘Streetcleaner’ (1989) y ‘Pure’ (1992), son imprescindibles para los fans del industrial extremo y bandas como Fear Factory, Korn y Prong (aparte de toda la escena post metal) les han citado como influencias. Con esas credenciales, la expectación era muy alta antes de la actuación del dúo proveniente de Birmingham (sólo de una ciudad tan industrial como ella podría salir una banda con este talante).

Arrancaron con “Anything Is Mine” de su disco ‘Selfless’ (1994) y “Messiah” en el que ya parecían estar influenciados por el thrash industrial de unos Ministry o el rock alternativo de unos Butthole Surfers. El doom industrial de sus orígenes empezó a dar señales de vida con “Merciless”. “Mantra”, otro tema de corte más alternativo y muy noventero, fue seguido por “Post Self”, tema que da título a su último disco del año pasado, que marcó una vuelta a sus raíces sonoras, mientras que “Parasite” me hizo imaginar que estaba viendo a unos Napalm Death con bases electrónicas (el guitarrista/vocalista, Justin Broadrick fue miembro de Napalm Death durante una temporada y grabó la mitad del disco ‘Scum’). Más temas de su último disco como “No Body” y “Be God” nos recordaron que había que promocionarlo en detrimento de temas acaso más esperados de sus inicios, algo que se palió en parte con “Spinebender” de su primer EP del 1988, “Head Dirt” y “Like Rats”, con los cuales cerraron su actuación. Nos quitamos la espina de no haberles visto en directo aunque hubiese sido perfecto si hubiesen tocado más temas antiguos. Aun así, la primera edición de este festival nos dejó la mar de satisfechos y esperemos que las futuras ediciones puedan expandirse en dos días, ya que la afluencia del público, unas seiscientas personas es un número nada desdeñable para este tipo de propuesta musical, ha mostrado que sí que hay demanda, pequeña, pero persistente, para este tipo de música.

 

Redacción
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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Actuaciones muy dignas por parte de ambas bandas con el estilo gótico como fondo de ambas propuestas. Una buena banda como GODFLESH es una pena que no tenga el reconocimiento en la escena que otras de más calibre.

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