Crónicas

Zurbarán Rock: Alto voltaje para todos los públicos

«En plena calle, sin vallas ni barreras, todo el mundo, desde los fans más militantes hasta personas de la tercera edad con mirada amable y receptiva o niños rebosantes de libertad, disfrutó a lo grande del alto voltaje en vivo. ¡Larga vida al Zurbarán!»

8 y 9 de julio

Zurbarán Rock, Parque San Agustín, Burgos

Texto: Jason Cenador. Fotos: Juantxu Freeford forjasalavesasjd@gmail.com

Grave Digger. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

La ciudad de Burgos es una de esas ciudades en las que se respira rock, con una formidable red de bares en los que el alto voltaje colorea un ambiente fantástico y un tejido asociativo que permite iniciativas tan loables como el Zurbarán Rock, que se reivindicó como uno de los festivales gratuitos más atractivos, potentes y apasionantes de cuantos bregan por llevar a parques y plazas la música que nos llena hasta colmarnos de felicidad. Porque el rock y el metal no pueden agazaparse tras las esquinas lejos de quienes no lo consumen por puro desconocimiento, y su exhibición en el foro público es un heroico acto de acercamiento de una cultura auténtica y rica ante quienes la vorágine de la radiofórmula y el sonido de usar y tirar privan de su gozo.

Seducidos por un cartel brillante repleto de bandas a las que no es sencillo ver reunidas sobre un mismo estrado, fueron muchas y muchos los que se acercaron al Zurbarán Rock desde diferentes coordenadas del territorio. Quienes íbamos desde Madrid acudimos con las mochilas cargadas de ilusión por dos jornadas fantásticas de electricidad y adrenalina, y, por qué no decirlo, en el caso de quien escribe con una esperanza, del todo satisfecha, de rememorar ese fresquito nocturno tan quimérico en la capital cuando la canícula azuza.

Aunque estaba previsto que abrieran la lata los locales Coins for Charon, fueron otros autóctonos los que inauguraron el percal. Bajo el nombre de A Sako se presentó una banda consistente y combativa en sus líricas que supieron recabar la atención de los primeros asistentes con un rock contundente, ágil y de reminiscencias punk cuyas líricas transitaban entre lo personal y lo combativo.

Easy Rider. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

Al heavy metal más ortodoxo nos transportaron los madrileños Easy Rider, que hicieron honor a su pedigrí defendiendo con actitud y entrega temas labrados a lo largo de un cuarto de siglo de trayectoria discográfica. Desde la poderosa “Lord of the Storm” hasta la trepidante “Seven” pasando por la conmovedora balada “Tiempo”, el concierto cumplió las expectativas, si bien la batería no terminaba de sonar con nitidez.

Si algo hay que destacar, y de qué manera, por encima de cualquier otra cosa fue el descomunal rendimiento vocal de la malagueña Desirée Díaz “Dess”, titular del micrófono desde hace un par de años y cuya garganta es todo un prodigio a la altura de las más renombradas vocalistas de heavy metal del panorama internacional.

Jaded Heart. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

Fue después turno para los alemanes Jaded Heart, a los que no es tan sencillo disfrutar por nuestras latitudes y que hicieron subir todavía un peldaño más la escalera del entusiasmo colectivo. “Stand Your Ground”, “Rescue Me” o la aclamada versión del “Paid my Dues” de Anastacia, de largo la más celebrada por el personal, fueron defendidas con granítica solidez, en particular en el plano de unas guitarras que sonaban férreas, incandescentes.

Grave Digger. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

El momento entrañable del show llegó cuando un niño apareció en el escenario con una bandera de Venezuela dándolo todo y exhibiendo poderío vocal cuando el cantante, Johan Fahlberg, le ponía el micrófono. Tan entusiasmados estaban con su entrega que le dejaron permanecer durante dos canciones en las que hasta los músicos lo grababan con sus teléfonos móviles. “¡Ese es el espíritu de la nueva generación!”, exclamó Fahlberg, encantado de la vida. Que así sea.

La vena de hard rock y heavy rock más melódico quedó atrás con la irrupción en tromba de los germanos Grave Digger, tan en tromba que el batería, Marcus Kniep, reventó el parche de la caja poco después de empezar, algo que exhibieron con el orgullo de un caballero teutón que acaba de terminar con su enemigo.

Los cabezas de cartel de la jornada perseveraron en su heavy metal rotundo, fornido y adusto, más  apto para los devotos de la ortodoxia que para los perseguidores de melodías innovadoras. Capitaneados por un Chris Boltendahl tan agresivo como acostumbra con esa voz rasgada, áspera como la lija del siete y fetén para intimidar en cualquier batalla, exhibieron, a piñón fijo, la consistencia que cabía esperar de los autores de himnos como “Excalibur” o “Rebellion (The Clans Are Marching)”, que, inaugurada con su particular sonido de gaitas, fue de largo la más celebrada.

Velkanos. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

Quienes tuvieran sed de metal extremo pudieron al fin saciarla entrada la madrugada con el vertiginoso, técnico y lúgubre death metal melódico de los murcianos Velkhanos, de quienes sobresale el amplio espectro vocal de su cantante, Miriam Ortiz, que en temas como “Bring Me the Fire” oscila sin despeinarse entre abrasivas guturales y voces limpias con un deje pegadizo en el estribillo.

La segunda jornada arrancaba con un sol de justicia que hacía que el público más tempranero se distribuyera ocupando las zonas de sombra sin atreverse a que Lorenzo impactase con sus impiadosos rayos sobre sus cogotes.

Nasty Surgeons. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

Pero para impiadoso, el asesino death metal generosamente salpicado de grindcore de Nasty Surgeons, una banda burgalesa con tres elepés, un EP y un reciente split con Carnivocacy que demuestra como los recovecos más encarnizados del metal siguen teniendo presencia y vigencia en nuestra escena.

Fueron Coins for Charon, quienes estaba previsto que inaugurasen el evento el primer día, quienes finalmente tocaron acto seguido, ocupando el lugar de Xtasy, que a consecuencia de una laringitis de su vocalista Silvia Idoate no pudieron citarse en el festival. Los de Miranda de Ebro propusieron un heavy rock áspero y melódico a partes iguales que ya cristalizaron en ‘Amanecer’, un álbum cuya reseña puedes leer aquí. También se lanzaron a la piscina con un midley entre el “Born to Be Wild” de Steppenwolf y el “Lick It Up” de Kiss para regocijo de quienes anhelábamos sobre el escenario himnos inmortales como los que, por cierto, no cesaban de sonar en la zona de las barras durante los cambios de backline.

Coins for Charon. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

La más mayúscula sorpresa de todo el fin de semana arribó de la mano de Girish and the Chronicles, procedentes de la ciudad de Gangtok. No la busquéis a ojo en Google Maps, porque no la encontraréis, dado que está situado en la remota región india de Sikkim, a los pies del Himalaya. Exótico, ¿verdad? Pues nos volaron la cabeza con un hard rock consistente, ocasionalmente metalizado, de acabado contemporáneo y reminiscencias clásicas de auténtica matrícula de honor.

Quienes tenían el privilegio de acudir con la lección bien aprendida estaban expectantes por sabes si en directo hacían justicia al tremendo sonido de discos como el más reciente ‘Hail to the Heores’, publicado este mismo año, y vaya que si está a la altura. Aquello fue un descubrimiento de primer orden, un show de matrícula de honor con un vocalista, Girish Pradhan, excepcional, con un registro de agudos rasgados que erizaba el vello, por no hablar del tremendo empaste de la comunión que formaban el guitarrista Suraz Sun, el bajista Yogesh Pradhan y el batería Nagen Mongratt. La propia “Hell to the Heroes”, “Rid to Hell”, la balada “The Heaven’s Crying” o “Every Night Like Tonight”, particularmente ochentera, estuvieron a la altura de la estratosfera del hard rock.

Girish the Chronicles. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

Preguntó su vocalista al respetable si el rock and roll va a morir alguna vez y, ante la negativa generalizada, se reafirmó en que el rock and roll y el metal siguen vivos, justo antes de acometer “Rock and Roll Is Here to Stay”, enésima demostración de pericia y magnetismo por parte de una banda excepcional que hasta se atrevió con una muy digna versión metalizada del “Rock and Roll” de Led Zeppelin y que ofreció, sin duda, una de las mejores galas, si no la mejor, de todo el festival. Su presente es dorado y su futuro no debería conocer ningún techo de cristal configurado por la lejanía geográfica.

Una incógnita del tamaño de la catedral de Burgos planeaba sobre la actuación de Venus 5, a priori un proyecto prefabricado con cinco vocalistas al frente al que algunos se han referido como las Spice Girls del metal. He de decir que, de entrada, una iniciativa en cierto modo de laboratorio, sin la espontaneidad de las bandas que se forjan sin despachos de por medio, me suscitaba reservas, pero cuando se trata de música siempre es de recibo aparcar los prejuicios y abrir las orejas.

Venus 5. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

Con un metal muy moderno con aportes electrónicos a lo Amaranthe, las italianas y los cualificadísimos músicos que las acompañaban ocultos bajo máscaras ofrecían en Burgos el primer concierto de toda su trayectoria, y eso se notó en el apartado de la química con la audiencia, pero de una manera, en honor a la verdad, muy limitada. Conforme avanzaba el show a través de las canciones que comportan su primer álbum, homónimo, dilucidamos que ante nosotros teníamos una banda con muchas horas de ensayo y con canciones verdaderamente efectivas como “Nothing but a Heartache” – me parece un temazo –, “Lioness” o “Tom and Ms Amy Lee”, que resultaron perfectamente ejecutadas tanto en el plano vocal como en el instrumental. La génesis de una propuesta no siempre condiciona su resultado, y en este caso el resultado he de reconocer que me sorprendió muy positivamente.

En su dilatadísima trayectoria, los gaditanos Sphinx nunca antes habían actuado en Burgos, y su primera vez tenía que estar a la altura de lo que cabe esperar de una banda de nuestro heavy metal a la que se le guarda cariño por méritos propios. Y lo estuvo, claro.  Muy comunicativos con el público por boca de su cantante, Manuel Rodríguez, cuyo timbre se mantiene tan distinguible como siempre, acometieron canciones a lo largo y ancho de su discografía conjugando melodía, intensidad, sensibilidad y fiereza.

Sphinx. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

“Destino”, “Recluso 943”, “Noche maldita”, precedida de un incisivo discurso contra “los hijos de puta que maltratan a las mujeres y provocan verdaderas tragedias familiares” o “Momentos de lucidez”, poniendo de relieve la empatía hacia quienes sufren problemas de salud mental, fueron algunos de los temas con los que, sin amilanarse, amenizaron la tarde. Anunciaron, por cierto, que tienen nuevo disco en el horizonte, el cual será el primero en casi una década.

Secret Sphere. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

No son ajenos los gaditanos al power metal, pero el máximo apogeo de lo más granado de ese estilo generosamente regado de metal progresivo llegó en Burgos de la mano de Secret Sphere, una barbaridad de banda en todos los sentidos que ofreció, junto al de los indios Girish and the Chronicles (todavía seguíamos patidifusos por lo vivido con ellos), uno de los mejores shows del festival.

En escena y deslumbrando ante nosotros como un espejo mirando hacia el sol, que por fin se escondía dando lugar a una temperatura más agradable, teníamos un puñado de virtuosos que clavaban cada nota y, además, lo hacían con una expresividad que no siempre es sencillo incrustar en estos niveles de esplendor técnico.

Los transalpinos, que al parecer comparten algún músico con el plantel de Venus 5 (lo cual motivó un nuevo cambio en la parrilla del festival) maravillaron a un público que fue creciendo en número ostensiblemente conforme iba avanzando su actuación. Presentaban ‘Lifeblood’, álbum que supuso la vuelta tras ocho años de ausencia de su vocalista Roberto “Ramon” Messina, cuya voz es ideal para el género: aguda, pulcra, intensa y expresiva. Antes, por cierto, militaba en la banda Michele Luppi, quien toca el teclado y canta con Whitesnake.

La fastuosa pieza inaugural “Lifeblood”, “Against All the Odds” o “The Calling” fueron algunas de las maravillas sonoras que nos hicieron volar más alto de lo que jamás esperamos.

Elvenking. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

Otros italianos, muy queridos entre los acérrimos del folk metal europeo, fueron los siguientes en liza. Elvenking acudieron en un momento muy dulce de su carrera, consagrados como banda ya veterana, graníticamente asentada en el panorama y con un repertorio de grandes canciones que han conseguido hacerse un hueco importante entre quienes se embelesan cuando un violín y una guitarra eléctrica se entretejen.

Elvenking. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

El pasado año se conmemoraba el redondo quince aniversario de la salida de su señalado ‘The Winter Wake’, un disco recordado con mucho cariño por quienes estaban – estábamos – metidos hasta las cejas en el folk metal en la época de expansión de aquellas sonoridades, y Damna, el vocalista y aguerrido frontman, se encargó de recordárnoslo antes de hacer sonar “The Wanderer”, himno con el que saltar hasta desgañitarse y sudar nostalgia por los cuatro costados. De aquel disco también cayó, cómo no, la esperadísima “The Divided Heart”, tal vez su canción más redonda, que aunque musicalmente fue exquisitamente interpretada, no podemos decir lo mismo de un vocalista algo justo de énfasis y entonación en esa fase del concierto, lo cual la deslució, aunque no lo suficiente como para no emocionarnos.

No se dejaron en el tintero otras canciones aplaudidas por sus acólitos como “Pagan Revolution” y “Elvenlegions”, imprescindibles en todos sus shows, así como “Through Wolf’s Eyes”, cuyo título el cantante se encargó de traducirnos con un castellano nada desdeñable, o “Silverseal”, abanderada de su más reciente compacto, ‘Reader of the Runes – Divination’. Decía Damna que en Italia hacía “jodido calor”, igual que en España, pero a nosotros su buena dosis de folk metal animado, enérgico, divertido y con ocasionales guiños paganos nos resultó casi más refrescante que la noche burgalesa.

Pesaba el día en nuestras articulaciones cuando, a las 1:30 de la madrugada, los germanos Bonfire aparecían en escena bajo la aureola de cabezas de cartel, y su show estuvo a la altura de lo que cabría esperar de una banda veterana, curtida en mil batallas y que, pese a ocupar una tercera línea en la vanguardia del hard rock y el heavy metal internacional, han mantenido siempre un nivel supremo y una lucidez compositiva que tal vez en otra época u otras circunstancias habría sido más masivamente apreciada.

Capitaneados por un Alexx Stahl en plenas facultades vocales, con un rango de agudos de primerísimo orden, los alemanes exhibieron músculo poniendo su vertiente más heavy un paso por delante de la hardrockera, algo que refrenda, de hecho, su último álbum de estudio, ‘Fistful of Fire’, que tuvo su representación compartida con cortes muy ovacionados por el público como “Never Mind”, “Temple of Lies” o “Under Blue Skies”.

Bonfire. Foto: forjasalavesasjd@gmail.com

Compartieron con Jaded Heart calidad, estilo y buen hacer, y como sus compatriotas del día anterior, tal vez adolecieron de ese acicate diferenciador que les hiciera rebasar la barrera entre el notable y el sobresaliente.

Al calor de la teutona hoguera de heavy rock culminó, a las mil y gallo, que se decía en mi pueblo, un festival que, gracias al encomiable esfuerzo de una organización que es puro corazón y dedicación por la música que nos mueve, logró que, en plena calle, sin vallas ni barreras, todo el mundo, desde los fans más militantes hasta personas de la tercera edad con mirada amable y receptiva o niños rebosantes de libertad que usaban la rampa de la plataforma elevada para personas con movilidad reducida como improvisado tobogán, disfrutase a lo grande del alto voltaje en vivo. ¡Larga vida al Zurbarán!

Redacción
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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Pedazo como extenso resumen hacia esta edición del 2022 de uno de los mejores festivales metaleros de Castilla y León como es el ZURBARÁN ROCK burgalés con algunas de nuestras mejores bandas metaleras y algunas de fuera de nuestro pais. Todas estuvieron a la altura de las expectativas haciendo actuaciones muy cañeras y dignas. Ojala haya ZURBARÁN ROCK en 2023.

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