Crónicas

Trivium + Venom Prison + Power Trip: El resurgir del ave fénix

«El retorno de una banda que muchos daban por perdida»

6 abril 2018

Sala Santana, Bilbao

Texto: Mikel Yarza. Fotos: Iñigo Malvido

Ya solo quedan dos meses para sumergirnos de lleno en la dinámica de los festivales de verano, pero ese tiempo es más que suficiente para convocar a melómanos de toda la península en torno a las giras de metal y hardcore más apetecibles del momento. Así lo entiende al menos el Resurrection Fest, que bajo la iniciativa Route Resurrection nos ofrecía en esta ocasión en la sala Santana de Bilbao un triple cartel que, con Trivium como principal reclamo, fusionaba thrash, death y diveras vertientes del metal moderno.

Venom Prison

Venom Prison fue la primera banda en tomar el escenario. Sin grandes preámbulos y con el carácter limitado de su setlist muy presente, el quinteto galés atacó directo a la yugular con riffs y ritmos rabiosos de death metal de la vieja escuela. Fundado en 2014 por músicos anteriormente pertenecientes a formaciones sólidas en la escena del hardcore como Wolfdown y Brutality Will Prevail, el grupo defendió el que hasta ahora es su primer trabajo de larga duración, ‘Animus’, un llamamiento a la devastación sonora mediante el repetido uso de blast beats, riffs sustentados mayormente en el lado más rítmico del género y una voz desgarradora. Que una mujer esté al frente de la banda es algo que no debería ser noticiable en sí mismo, si no fuera por el hecho de que todavía son pocas las presentes en formaciones de metal y aún menos en los subgéneros más extremos. Larissa Stupar es una de ellas y su contribución es inestimable, no solo por el amplio rango vocal que emplea a la hora de realizar cantos guturales, sino porque replantea el rol de la mujer y la propia concepción de la feminidad en el metal, donde, como en el resto de géneros musicales, impera la tendencia a identificarla con sonidos suaves, no extremos. Los británicos optan además por una frontwoman en absoluta discreción y sintonía estética con el resto de miembros, desmarcándose así  de la inmensa mayoría de formaciones metálicas en las que prevalece el intento por diferenciar a la mujer como elemento singular en la puesta en escena mediante la vestimenta u otros recursos formales. En lo puramente musical, la banda plantea una efectiva fusión entre el death de la escuela de Tampa y fragmentos más cercanos al slam, muestra de ello son los temas “Corrode the Black Sun” y “Devoid”, respectivamente. No solo evitaron tener un papel testimonial en la velada, sino que causaron una buena impresión y ganaron nuevos adeptos, a pesar de que la sala se encontrara todavía a medio llenar.

Power Trip

Aunque a la sombra del plato gordo de la noche, el de Power Trip era otro de los conciertos más esperados entre el respetable. El quinteto estadounidense causó sensación en 2017 con su segundo  trabajo de larga duración, ‘Nightmare Logic’, el cual se coló en muchas de las listas relevantes de mejores discos del año. Algunos incluso se han atrevido a catalogarlo como el mejor thrash metal en lo que llevamos de siglo, aclamaciones que convendría rebajar y situar en un contexto adecuado. La propuesta de los tejanos supone viajar al pasado, retornar a la mezcolanza de los sonidos clásicos del thrash y el crossover. Hacen de la simpleza su mayor virtud y probablemente esa sea una de las razones del consenso halagador que han conquistado. El concierto de Bilbao ratificó el buen hacer de una banda que brilla sobremanera en su nitidez y pulcritud ejecutiva conjunta, reflejado en la embestida con “Executioner’s Tax” y “Firing Squad”, dos de los cortes más poderosos de su flamante álbum. No obstante, su propuesta puede en ocasiones resultar plana y poco dinámica, corriendo el riesgo de caer en la monotonía y trasladar una sensación de déjà vu al público, lejos de la construcción de una identidad marcada que distingue a las grandes bandas del género. Esto se tradujo en una contenida respuesta del público, al cual lograron encandilar de forma intermitente, reto, todo sea dicho, más que complicado cuando uno debe hacer frente al hecho de ser percibido por gran parte de la audiencia como mero aperitivo. Además, el sonido, equilibrado y corpulento en los pasajes a medio tempo, se ahogaba en graves al pasar a los tramos más veloces. En definitiva, su actuación fue certera, aunque nublada por aspectos mejorables.

Tras el parón pertinente, el clásico ‘Run to the Hills’ de Iron Maiden anunciaba el comienzo del concierto de Trivium. El cuarteto de Florida captó la atención de una parte significativa de la parroquia metálica con la publicación en 2005 de su segundo disco, ‘Ascendancy’, y desde entonces su ascenso en el circuito musical ha sido continuado, aunque sus últimos discos, ausentes de ritmos frenéticos y más proclives a melodías comedidas, hicieron dudar a más de uno sobre la deriva de la banda. Pues precisamente su octavo largo, ‘The Sin and the Sentence’, es el trabajo con el que han logrado el ansiado consenso entre propios y ajenos. Propulsados en gran medida por la inmensa labor percusiva de Alex Bent, el buque liderado por Matt Heafy se encuentra en plena forma y muestra de ello fue la calurosa respuesta del público al arranque del concierto con el corte que titula su nuevo disco y la seguida con la vibrante “Throes of Perdition”, primera y única referencia de ‘Shogun’ incluida en el repertorio.

Trivium

El diseño y equilibrio del setlist fue cuestión de debate entre muchos de los asistentes a la sala, ya que estuvo marcado por la ausencia de grandes himnos de la banda como “A Gunshot to the Head of Trepidation”, “Rain” o “Kirisute Gomen”. Aun así, el repertorio fue variopinto y cohesivo con el actual planteamiento del grupo, lo cual es también muestra del amplio abanico de canciones memorables que a estas alturas atesora el cuarteto estadounidense. La parte central de la actuación decayó considerablemente con la inclusión de “Strife” y “Until the World Goes Cold” y, en cierta medida, enfrió el vínculo construido con el público. Por ello resulta aún más ilustrativo que “Betrayer” y “Beyond Oblivion”, sendos portentos de su nuevo trabajo, fueran los responsables de levantar el vuelo y volver a encandilar al respetable.

La habilidad interpretativa del cuarteto ha sido siempre digna de elogio y la cita de Bilbao no hizo más que confirmarla, pudiendo deleitarse los asistentes al mismo tiempo con pasajes calmados, pesados y veloces, además de solos y armonizaciones espléndidas, realzadas por el excelente sonido y ejecutadas por Beaulieu y Heafy con la brillantez que nos tienen acostumbrados. Este último no tuvo su mejor día en lo que respecta al apartado vocal, donde se le notó contenido, tratando de no forzar la maquinaria, fruto, suponemos, del desgaste generado por girar de forma intensiva. De todos modos, defendió ambas, sus lineas limpias y guturales, con dignidad y aquellos que llevan años siguiendo a la banda saben que esta es una muy buena noticia.

En la recta final del concierto, “Shattering the Skies Above” fue otra de las sorpresas más placenteras. A pesar de ser compuesto expresamente para la banda sonora del videojuego God of War III y, consecuentemente, no figurar en ninguno de los álbumes de la banda, el tema es preservado en alta estima por los seguidores del cuarteto, al igual que la ya clásica “Pull Harder on the Strings of Your Martyr” e “In Waves”, las cuales dieron el broche final a una actuación de altísimo nivel. Probablemente un bis más dilatado hubiese sido recibido con los brazos abiertos por todos los allí presentes, pero ello no impidió abandonar el lugar con la satisfactoria sensación de haber presenciado un gran concierto y el retorno de una banda que muchos daban por perdida tras sus dos últimos y no tan inspirados discos. El ave fénix ha resurgido y vuela, muy alto.

Esta noche, 8 de abril, podéis darles caza en la sala Razzmatazz 2 de Barcelona

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