Crónicas

Crónica de Parabellum: Puro Amor

«Si en algún aspecto destacaban los históricos barakaldeses Parabellum era sin duda en esas letras viscerales y a ras de suelo que en la mayoría de los casos escondían historias de amor»

22 diciembre 2018

Sala Santana 27, Bilbao

Texto: Alfredo Villaescusa. Fotos: Marina Rouan

Para escribir realmente bien hay que estar un poco jodido. Algo que lejos de constituir ningún tipo de primicia salta a la vista si a uno le da por consultar las obras de Céline, Bukowski, Hemingway y otros apóstoles del malditismo literario.

No en vano no son pocas las voces que afirman que para disfrutar de determinadas cosas se hace casi necesario poseer cierta podredumbre por ahí dentro. Porque, como dijo el alter ego de Henry Chinaski, ninguna historia decente podría comenzar con un “estaba yo comiéndome una ensalada”. Dejemos las perdices para los pusilánimes.

Si en algún aspecto destacaban los históricos barakaldeses Parabellum era sin duda en esas letras viscerales y a ras de suelo que en la mayoría de los casos escondían historias de amor, como nos confesó el líder Josu cuando le entrevistamos hace pocas semanas. Y sin esconder tampoco su humilde condición de chicos de barrio. Frente a tipejos que componen cuatro mierdas y ya se creen estrellas del rock, ellos abogan justo por lo contrario, por el perfume del asfalto, la lucha por la supervivencia de los pequeños comercios ante las grandes superficies, los garitos en los que te conocen por el nombre y te sacan ya la bebida sin decir nada en comparación con fríos antros de moda que únicamente entienden de números y estadísticas. Gloria eterna a los cruzados culturales.

Con la voluntad de cerrar una etapa y entrar ya de lleno en la grabación de su esperado disco de estudio, así afrontaron esta cita las leyendas del punk vasco de la margen izquierda. Coincidía con fútbol, y eso implica por estos lares que casi se pare el mundo, por lo que el panorama a primera hora era verdaderamente desolador. Pero la afluencia se fue incrementando con cuentagotas hasta alcanzar una digna muchedumbre nada desdeñable, que se animó incluso a la fiesta posterior con Las Sexpeares en la que se pudo ver a grandes del panorama estatal como Alén Ayerdi (Marea) o Iñaki “Uoho” Antón (Extremoduro), entre otros.

Las numerosas camisetas de Piperrak que pululaban por el recinto daban a entender que la propuesta de Josetxu Piperrak & The Riber Rock Band no caería en saco roto. Con un desparpajo similar al que se maneja uno en el salón de su casa, este mítico personaje del punk patrio desgranó un repertorio muy festivo, con abundantes coros lo lo lo, mensajes a las fuerzas de seguridad en “O.V.N.I (Objeto Verde Nada Inteligente)” y el consabido recuerdo a su antigua banda con el homónimo grito de guerra “Piperrak”, “Akatu” o “Gora Sartaguda”. Pero el verdadero culmen lo alcanzó el himno “Cualquier día”, prácticamente cantada a capella por el respetable y que llevó al veterano vocalista a exclamar: “¡Esta la teníais ensayada, cabrones!”. Tal vez no invente la rueda, pero este señor mola en directo.

Con la expectación que siempre conlleva la grabación de un DVD, la intro instrumental de “La nieve” sirvió para que cayera el telón e irrumpieran Parabellum con esparadrapos en la boca y Josu dijera “Mejor será decir las cosas sin nadie que me tape la boca” antes de desprenderse del suyo y arrancar con “Dime Tú”. El griterío subió de un plumazo y ya entonces constatamos que, al igual que en un milagro bíblico, el personal circundante parecía haberse multiplicado.La huella que dejó su guitarrista fallecido Lera seguía muy presente, no solo en su repertorio, sino también en el hueco que le reservaron en el escenario con una efigie sobre un ampli, su guitarra y una bandera pirata. Una muestra de afecto que también iba en múltiples direcciones, como la que recorría el camino desde la batería hasta las primeras filas en “Canción de amor”, con Josu gritando desaforadamente a la concurrencia: “¡Te quieroooooo!”. Enorme, lejos del buenrollismo artificial, he aquí un excelso gesto de gratitud a los culpables de que hayan vuelto a coger los bártulos.

Piezas del calibre de “No hay opción” que hablan del antimilitarismo quizás suenan un poco a noche de los tiempos, aunque nunca están de más en un país donde se llama “golpistas” a políticos por poner urnas y en cambio se sigue homenajeando año tras año sin problema alguno a un carcamal que entró en el Congreso pistola en mano. “La gente nos dice que somos de Bilbao, pero no, Bilbao es nuestro”, dijo el carismático batera antes de un “Envenenado” que elevó las gargantas hasta la estratosfera y constató que el tirón en la capital vizcaína mantiene todavía el tipo.

“Las paredes” sería otra de entonar a pulmón, aunque en esta ocasión tomó cierto protagonismo el bajista Lino, otro de los grandes históricos de la formación. Y “La locura” en su época se convirtió en un auténtico fenómeno social que aparecía hasta en radios comerciales, una gesta que perdura incluso en la actualidad, por lo que se tornaría complicado encontrar a alguien no contaminado por la peste millennial que no conociera dicha canción. Una joya inspirada por el desamor.

No se despegaron de la vertiente sentimental en “Esta noche acabaré con ella”, más munición para el corazón. Y hubo mención asimismo para esa justicia franquista que emite sentencias delirantes y aún conserva instituciones como el Tribunal de Orden Público bajo el nombre de Audiencia Nacional. Sobran motivos para reivindicar “La balanza” e “Hipócritas”. “Se nos llena la boca de excrementos cada vez que nos acordamos de estos hijos…”, explicó Josu antes de una pausa intencionada. El desenlace estaba claro. Un “de puta” a viva voz.

“En el fondo del salón” apela asimismo a los entresijos del alma, como dirían los intensitos, mientras que “Mira que no lo ves” desató entusiasmo hasta en el propio guitarra Iñaki Setién, que dio vueltas de peonza. Y en “Verdad o mentira” regresó el recuerdo al hacha caído en esta composición íntegramente suya, con advertencia incluida de Josu: “Lera, cabrón, haber estado aquí y haberla tocado tú”.

Vuelta en el túnel del tiempo a los tiempos en que casi todos los viernes había manifa en el casco viejo bilbaíno, fiel reflejo de aquello es “Noviembre 92”. No escatimaron la ocasión para desmontar aquel bulo difundido por los medios que afirmaba que se encontraron huesos humanos en el desalojo del gaztetxe de Bilbao cuando en realidad se trataba de un esqueleto de plástico que una de las bandas utilizaba en sus actuaciones. Y en pleno arrebato nostálgico en el que se escuchó por ahí “No estamos todos, faltan los presos” encajaba rescatar la memoria de Eskorbuto y de la margen izquierda con el riff de “Antes en las guerras”, si no nos equivocamos.

Sorprendieron incluyendo el retrato de iconos decadentes “Johnny El Guapo” o ese himno antipostureo llamado “Rock N’ Roll”, que contó con la colaboración de Toni Metralla. Otro de los momentos más intensos de la noche fue “Imaginas”, con emplazamiento a educar a hijos e hijas y grito desgarrador final de “Lauraaaaa”, no sin antes acordarse de la Santa Madre Iglesia con un “Me cago en tu dios”. Y así debería ser mientras sigan existiendo sentencias que dan vergüenza ajena.

“Barakaldo” obligó al batera a ponerse en primera línea de frente, aunque no resultó tan emotiva como cuando la cantó en fiestas de la localidad homónima junto a su hija pequeña. Para “La vela se apaga” contaron con un par de históricos, Alén Ayerdi de Marea a la batería y Mamen Rodrigo de Las Vulpes como contrapunto femenino a la voz. Una interpretación impagable con Josu visiblemente emocionado y arrodillado ante el rincón dedicado a su compañero muerto.

Un tema instrumental de aire metalero con Pedro de la Osa luciéndose al mástil precedió a un breve solo de batería que desencadenó en el inmortal redoble que da inicio a “Un día en Texas” de Parálisis Permanente. El equivalente musical a meterse un pico en vena, acompañado además de luces rojas y un ensordecedor acople que se fue transformando en repicar de campanas en las que uno esperaba que de un momento a otro apareciera una guitarra con el riff de “Hells Bells” de AC/DC.

Aquello hubiera sido el colofón perfecto, pero la peña se quedó con ganas de más y el guitarra Pedro amagó con “una de Pink Floyd vista con los ojos de Dream Theater” antes de que retomaran de nuevo el riff de “Una canción de amor”, con Toni Metralla a los coros y la promesa de que la próxima vez sería con disco nuevo. Acto completado.

La fiesta posterior en el piso de arriba con Las Sexpeares fue otra demostración de afecto a los aguerridos que aguantaron, que no fueron pocos, con una banda en estado de gracia y marcándose probablemente el mejor bolo que les hemos visto hasta la fecha. La vocalista apareció achispada, muy motivada y sin su característico pelo verde, pero eso no impidió para que mostrara una rabia que apenas se vislumbra en estudio con unos alaridos que casi perforaban el tímpano.

De esta guisa desperezaron a cualquier posible amuermado a base de guitarrazos y la actitud apabullante que se debe tener a altas horas de la madrugada. Por su deje alternativo un servidor siempre las vio como una especie de versión punk de Dover, pero demostraron estar más bien en otro rollo mucho más auténtico en base a temazos recientes como “Somos lo peor”, “No vuelvo a beber” o “Escuece”, con la cantante quebrando la voz hasta quedarse afónica. Fiel ejemplo de lo que debería ser dejarse la piel. Y las cuerdas vocales.

Toda una anticipada noche de paz que más que a una velada punk se asemejó a un acto de afecto al margen de la hipócrita caridad cristiana y ese nauseabundo sentimiento positivo de libro de autoayuda que lo inunda todo. No nos den la murga con gatitos y propósitos para el año bueno, el puro amor a menudo se reparte en diversos lugares. Como la Lotería de Navidad.

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Esta entrada fue escrita por Redacción

1 comentario

  • Juandie dice:

    Muy buen concierto por parte de estas tres buenísimas bandas y muy buena opción de los históricos punkarras PARABELLUM de esa grabación en directo y encima en DVD también.

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